En muy poco se diferencia el gobierno actual de Porfirio Lobo de la dictadura que derrocó a Manuel Zelaya dos años atrás, pero el régimen hondureño ha logrado lavar su imagen, dicen a Brecha Carlos Reyes y Juan Barahona, dirigentes del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP) de ese país. La formación de un Frente Amplio, liderado por Zelaya, para competir en las elecciones de 2013, fue uno de los centros de esta entrevista.
El 26 de junio unos 1.500 participantes en una asamblea extraordinaria del FNRP, el conglomerado de movimientos sociales y sectores políticos constituido para luchar contra la dictadura encabezada por Roberto Micheletti tras el derrocamiento del presidente Manuel "Mel" Zelaya en junio de 2009, decidió dar forma a una alianza política con la cual presentarse a las elecciones de 2013: el Frente Amplio de Resistencia Popular (FARP).
Zelaya, nombrado coordinador general del FNRP apenas regresó al país a principios de junio de su exilio en República Dominicana, venía craneando desde hacía tiempo dar forma político electoral a la Resistencia antigolpista, pero en el arco de movimientos sociales que componen el FNRP la idea no había terminado de cuajar.
Algunos de los sindicatos, organizaciones campesinas, estudiantiles, indígenas, de mujeres que integran el FNRP temen que con la formación del Frente Amplio el movimiento de resistencia se embarque en una deriva electoralista que lo aleje progresivamente de sus "objetivos de transformación social radical" y que lo lleve a pactar con el actual gobierno de Lobo (continuista del de Micheletti) una salida para "dar vuelta" la página de la dictadura, según dijo uno de los portavoces de esta postura.
Zelaya cree, en cambio, que el FARP es "el" paso a dar para "derrotar al proyecto oligárquico en el país" y niega que se vaya a bajar de "los principios antioligárquicos y antiimperialistas que han animado a la resistencia". La discusión se dio a lo largo de semanas en las estructuras de base del FNRP, y la terminó ganando el ex presidente.
El plenario de fines de junio, realizado el mismo día que se conmemoraban dos años del derrocamiento de Zelaya y un mes después del retorno del ex presidente, refrendó esa opción. "Una nueva era se inicia hoy en el país: el comienzo del fin del bipartidismo", dijo Zelaya a los frentistas que lo aclamaban.
El local del Instituto Central de la capital, cuentan las crónicas desde Tegucigalpa, estaba poblado de banderas rojinegras del Frente y de retratos gigantes de Hugo Chávez, Rafael Correa, Evo Morales, Lula, Dilma Rousseff, Fidel Castro. "Nadie será excluido del Frente Amplio, sólo aquellos que adhieran al golpismo o que no compartan nuestro principio básico de combatir la explotación del hombre por el hombre", dijo Zelaya, y comentó que la del FARP será "una propuesta de inclusión social en paz", que embarcará al país "hacia un socialismo democrático, un liberalismo pro socialista".
Juan Barahona, coordinador general del FNRP en ausencia de Zelaya, devenido subcoordinador luego del retorno del ex presidente, y ahora otra vez segundo de "Mel" en el FARP, y Carlos H Reyes, dirigente del sindicato de trabajadores de la bebida y uno de los opositores al FA dentro del FNRP, llegaron a Montevideo el domingo pasado invitados por FUCVAM, con el apoyo del Comité de Solidaridad con Honduras de Uruguay y de la Regional Latinoamericana de la Unión Nacional de Trabajadores de la Alimentación (UITA).
Ambos afirman que para las fuerzas que integran "el arco de la resistencia" las cosas han ido evolucionando favorablemente porque ahora "hay una unidad que era impensable antes del golpe, y el retorno de Zelaya le sumó fuerza a ese proyecto", según resume Reyes. "El imperio y la derecha –dice- pensaban que Zelaya cuando regresara volvería a su partido de origen, el Liberal", que lavaría su propuesta, que sería fácilmente neutralizable. "No lo hizo, al menos por ahora, y se ha preservado la unidad de acción política y social que había logrado el FNRP", dice el sindicalista.
Barahona y Reyes coinciden en que sin esa unidad les será difícil enfrentar a un gobierno "absolutamente continuista de la dictadura" pero que ha logrado blanquearse con "unas pocas concesiones", como el regreso de Zelaya y algunas promesas de respeto a los derechos humanos y a la libertad de organización política que no ha cumplido o sólo en parte.
"Porfirio Lobo no se diferencia en absoluto de Micheletti, son la misma cosa", dice Barahona. "Continúan los asesinatos, las desapariciones, las torturas, las violaciones a mujeres en las comisarías. Y la misma criminalización de las luchas sociales que se daba bajo la dictadura".
Sólo entre marzo y junio pasados murieron nueve dirigentes campesinos y otros tres desaparecieron en la zona del Bajo Aguán, escenario de enfrentamientos entre pequeños campesinos y grandes terratenientes que recurren a bandas de sicarios armados.
Modelos
"La oligarquía, los grandes empresarios ligados en especial al negocio agrario son el enemigo a vencer, son quienes impulsaron el golpe y continúan gobernando. El problema de la propiedad de la tierra es básico en Honduras. También el de la propiedad de los recursos naturales. Lo que pretende el Frente es abolir el actual modelo, impulsar transformaciones de fondo", dice Barahona.
¿En qué piensan cuando hablan de "abolir el modelo"? ¿Cuál sería la alternativa?, pregunta Brecha a Barahona. "En la Honduras de hoy, el Estado es un Estado achicado, sin ningún poder. Queremos revitalizarlo. Se han privatizado los recursos hídricos y otros. Queremos que sean públicos. En los setenta hubo entrega de tierras a los campesinos, y desde los noventa, con una ley que se llamó de modernización agrícola, el proceso se revirtió y esas tierras volvieron a los grandes empresarios del sector. Pretendemos entregárselas nuevamente a los pequeños campesinos".
¿Hay consenso en el Frente para tomar ese tipo de medidas? "Son parte de sus propuestas. Pese a su diversidad ideológica, que es su fuerza y su debilidad al mismo tiempo, tiene objetivos de transformación que son comunes a todos. Uno de ellos es la lucha contra la oligarquía y los grandes empresarios que están en la base de este modelo y que son los que dieron el golpe y siguen gobernando.
Cuando se instauró la dictadura, la resistencia se unificó en torno a dos objetivos precisos: la restitución de Mel Zelaya y una convocatoria a asamblea nacional constituyente. Pero el Frente logró aglutinar sindicatos, mujeres, jóvenes, indígenas, campesinos, maestros, pequeños empresarios golpeados por la crisis, además de a los partidos de izquierda y a los sectores del Partido Liberal que apoyaban a Zelaya. Como Frente estuvimos en la calle desde el primer momento. Eso nos fue estructurando, y en la unidad de acción todos nos fuimos dando cuenta que sin grandes transformaciones sociales cambiaríamos algo para no cambiar nada".
Trampas
La opción de Zelaya de ponerse a la cabeza de un nuevo partido con pretensiones electorales (todavía le falta ser reconocido por el Tribunal Supremo Electoral y para ello tiene que recoger al menos 43.000 firmas de adherentes) dividió las aguas entre los propios liberales que lo acompañaron en la lucha contra la dictadura. Algunos decidieron seguirlo, otros volvieron al redil.
Zelaya, en todo caso, no puede ser candidato en las condiciones actuales. La Constitución impide a un ex presidente volver a serlo. Modificarla sigue siendo una de las demandas principales del FNRP, y para promover esa reforma en el Congreso lanzó una campaña de recolección de firmas que ya superó el millón 200 mil. El respaldo masivo a esa propuesta le ha hecho afirmar a Zelaya que "las fuerzas de la resistencia son hoy la principal fuerza política del país".
En caso de fracasar la reforma constitucional, hay sectores del zelayismo que proponen como candidata presidencial a la esposa del líder del Frente, Xiomara Castro. "Es una idea que parte de los sectores liberales cercanos a Zelaya. El Frente no la ha discutido", dice Barahona.
Reyes piensa, por su lado, que el FNRP no puede centrar su acción en preparar las elecciones de 2013, que tiene demasiadas cosas para atender en el terreno social. "Vamos a respetar la institucionalidad del FNRP, y si se decidió ir hacia un Frente Amplio electoral lo respetaremos.
Una división del Frente sería un descalabro para el movimiento social. Honduras ha tenido el mayor nivel de conjunción del movimiento social en América Central, y eso hay que preservarlo. Pero no queremos que el FNRP derive en uno de esos partidos que solamente se organizan para elecciones. Tenemos temor de que la gente que viene de los partidos, que no ha tenido el nivel de lucha que hemos tenido los sindicatos, las organizaciones campesinas y otros, quiera copar la nueva estructura y que el Frente Amplio funcione al estilo de los partidos tradicionales, recreando el viejo bipartidismo de otra forma".
Reyes cree que "se ha caído en algunas trampas tendidas por el imperio". Una primera fue "cuando Zelaya aceptó la mediación con Lobo que le había propuesto la canciller de Estados Unidos, Hillary Clinton. En el Frente pensamos entonces que esa mediación sólo serviría a Lobo, cuando la OEA había determinado que Zelaya debía ser repuesto en el gobierno. La otra trampa fueron las elecciones de noviembre de 2009, que sirvieron para limpiar al régimen".
Con esas trampas, agrega, el régimen logró blanquearse "hacia afuera" del país. Al punto de que Honduras "ya no es un problema". El sindicalista cuenta un episodio que le sucedió en Francia recientemente. Lo habían invitado a dar a una charla a la Universidad de Pau, y los organizadores le habían preparado una serie de entrevistas con la prensa. Un periodista del diario Le Monde que pensaba reportearlo le dijo que finalmente no haría la entrevista, que sus jefes le habían ordenado no hacerla. Honduras ya estaba "fuera de agenda", le dijeron.
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