Por Fernando Buen Abad Domínguez
Que ellos destapen sus podredumbres no nos hace (automáticamente) más fuertes. Toda la descomposición del capitalismo se concentra, y se agudiza, en sus magnates mediáticos, lo sabemos hace mucho. Ellos son enciclopedias del estercolero ideológico que, en su desesperación, es capaz de pergeñar los atropellos y los crímenes más nauseabundos. Los hemos padecido hasta la náusea. Si una Guerra intrer-burguesa logra exhibir sus inmundicias, en la ruta de aniquilar la competencia para afianzar monopolios nuevos, nosotros tenemos el deber de identificar nuestra agenda revolucionaria y no perder el tiempo mirando la pirotecnia farandulera de los leguleyos burgueses. Ellos pactarán, a cualquier precio, su impunidad. No hay novedades.
A nosotros nos toca el trabajo profundo de combatir la ideología de la clase dominante, desde sus raíces, y nos corresponde el trabajo de construir, y desarrollar, las herramientas comunicacionales que la emancipación revolucionaria, en su dialéctica, necesite para superar al capitalismo en sus formas y en sus contenidos. Saber que ellos compendian todas las conductas delincuenciales no implica que podamos, concretamente, derrotarlas. Es una de nuestras, muchas, debilidades.
Sin duda desmenuzar y pormenorizar los repertorios delictivos, incubados por los monopolios mediáticos burgueses, es tarea indispensable en la que la sola denuncia es insuficiente. Se requiere método científico y programa político que sean capaces de, al mismo tiempo que desmontan operaciones mediáticas, contribuyan a organizar el trabajo emancipador. Es insuficiente sólo desnudar a los autores intelectuales y materiales de las ofensivas mediática, es insuficiente sólo mostrar su corrupción, su perversión y sus canalladas. No alcanza. Todo lo inteligente que pueda ser un análisis, incluso los más avanzados, puede neutralizarse si no se inscribe en un programa político revolucionario con el que sepamos describir la superación concreta, y definitiva, del modo de producción comunicacional burgués. Tampoco es novedad.
Nosotros tenemos desafíos históricos enormes que incluyen, según los escenarios y el desarrollo de la lucha de clases, la necesidad de construir herramientas para la comunicación emancipadora con herramientas emancipadas de toda esa red fetichista y mercantil que las rodea. Nosotros tenemos por delante el desafío de saldar las tareas de la Unidad política de los trabajadores de la comunicación revolucionaria, en todo el mundo. El sectarismo nos mata. Nosotros tenemos el desafío de construí nuestras agendas y no permitir que el enemigo de clase nos las imponga, así las disfrace de como las disfrace. Nosotros tenemos el desafío de educarnos, en el campo de batalla de las ideas y de la creatividad, para poner, en las cabezas y en los corazones, los temas y las acciones que nos ayuden a impulsar la revolución socialista y mundial. Sin confusiones ni demoras.
Nosotros tenemos el desafío de ganar todos los espacios físicos, intelectuales y emocionales para dar lugar a todo lo que nos emancipe. Eso no se resuelve con los escándalos de espionaje que financian las oligarquías, como Murdoch. Y sus miles de millones de dólares. Nosotros tenemos que crear nuestras Escuelas de Cuadros en Comunicación, nosotros necesitamos desarrollar teoría política para la praxis comunicacional emancipadora. Nosotros necesitamos que los temas de los pueblos, sus malestares, sus luchas y sus triunfos sean agenda de nuestras agendas. Nosotros necesitamos construir la mirada de los revolucionarios como la única mirada que le ofrece a la humanidad salidas del estercolero criminal en que el capitalismo ha convertid al mundo. Nosotros tenemos el desafío de ser mejores. Eso es lo nuevo y ya lo sabemos.
No desperdiciaremos cualquier oportunidad, incluso las que ellos den, para mostrar su decadencia y desprestigio. Pero no nos dormiremos contemplándolos ni nos desvelaremos degustando su morbo. Tenemos mucho por hacer y mucho por ganar en la dinámica de elevar el nivel de la conciencia y depurar las acciones que, con economía de esfuerzos y riqueza de resultados, nos dejen avanzar. Murdoch puede quedar en bancarrota publicitaria, política y hasta económica, según decida su guerra interburguesa. Nosotros queremos la democratización de las herramientas de comunicación sin amos, sin patrones, sin mafiosos. Eso sí importa.
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