miércoles, 27 de julio de 2011
Otro país de Nuestra América en el seno de los EE.UU.
La Jiribilla
Por Roberto Fernández Retamar
Tenía 17 años cuando por primera vez estuve en los EE.UU., en la ciudad de Nueva York. Ya era grande la presencia latina en ese país y se iba a potenciar mucho más en el futuro. Cuando estuve en esa ciudad en el año 1947, ignoraba, como también ignoraba todo el mundo, que en ese momento se estaba constituyendo la CIA y estaba naciendo el proceso macartista que me dejaría fuera de los EE.UU. durante diez años. Pero en 1957 regresé como profesor de la Universidad de Yale. Había recibido un contrato para enseñar en esa universidad en abril de 1959. Si el triunfo de la Revolución Cubana se hubiera dilatado seis meses, digamos, mi hija mayor hubiera nacido en Nueva York y yo hubiera sido profesor de Columbia University como parecía que iba a ser. Pero triunfó en enero de 1959 y decidí permanecer en Cuba para vivir la experiencia de la Revolución.
En cierta forma, este hecho fue vivido de una manera parecida aunque distinta por el poeta Pablo Armando Fernández, quien vivió allí 15 años y regresó a Cuba después del triunfo. Hubiera sido posible que esa victoria se hubiera dilatado y en ese caso yo habría sido uno de ustedes, latino residente en ese país. No sé cuál hubiera sido mi destino ulterior, presumo por la experiencia de Pablo Armando que hubiera regresado a Cuba. Fue un proceso que, en el caso nuestro, a unos nos hizo regresar al país mientras a otros los hizo abandonarlo.
Como nunca he sido expulsado de la academia norteamericana, me sigo considerando un miembro de ella y me siento muy identificado con todos los ya 50 millones de latinos que viven en los EE.UU. Aquella idea de Martí sobre Nuestra América que se extiende desde el Río Bravo hasta la Patagonia, ya hoy no puede mantenerse por la cantidad de latinoamericanos o descendientes de ellos en el seno de los EE.UU., una minoría considerable que va a crecer en el tiempo y se calcula que para mediados del siglo, la presencia latina o hispánica en los EE.UU. será ampliamente poderosa. La Casa de las Américas ha creado este Programa de Estudios porque se trata prácticamente de otro país de Nuestra América en el seno de los EE.UU. Les doy el abrazo de quien compartió la vivencia de ustedes y quizá, en otras circunstancias, habría estado del lado de allá de esta mesa.
Por Roberto Fernández Retamar
Tenía 17 años cuando por primera vez estuve en los EE.UU., en la ciudad de Nueva York. Ya era grande la presencia latina en ese país y se iba a potenciar mucho más en el futuro. Cuando estuve en esa ciudad en el año 1947, ignoraba, como también ignoraba todo el mundo, que en ese momento se estaba constituyendo la CIA y estaba naciendo el proceso macartista que me dejaría fuera de los EE.UU. durante diez años. Pero en 1957 regresé como profesor de la Universidad de Yale. Había recibido un contrato para enseñar en esa universidad en abril de 1959. Si el triunfo de la Revolución Cubana se hubiera dilatado seis meses, digamos, mi hija mayor hubiera nacido en Nueva York y yo hubiera sido profesor de Columbia University como parecía que iba a ser. Pero triunfó en enero de 1959 y decidí permanecer en Cuba para vivir la experiencia de la Revolución.
En cierta forma, este hecho fue vivido de una manera parecida aunque distinta por el poeta Pablo Armando Fernández, quien vivió allí 15 años y regresó a Cuba después del triunfo. Hubiera sido posible que esa victoria se hubiera dilatado y en ese caso yo habría sido uno de ustedes, latino residente en ese país. No sé cuál hubiera sido mi destino ulterior, presumo por la experiencia de Pablo Armando que hubiera regresado a Cuba. Fue un proceso que, en el caso nuestro, a unos nos hizo regresar al país mientras a otros los hizo abandonarlo.
Como nunca he sido expulsado de la academia norteamericana, me sigo considerando un miembro de ella y me siento muy identificado con todos los ya 50 millones de latinos que viven en los EE.UU. Aquella idea de Martí sobre Nuestra América que se extiende desde el Río Bravo hasta la Patagonia, ya hoy no puede mantenerse por la cantidad de latinoamericanos o descendientes de ellos en el seno de los EE.UU., una minoría considerable que va a crecer en el tiempo y se calcula que para mediados del siglo, la presencia latina o hispánica en los EE.UU. será ampliamente poderosa. La Casa de las Américas ha creado este Programa de Estudios porque se trata prácticamente de otro país de Nuestra América en el seno de los EE.UU. Les doy el abrazo de quien compartió la vivencia de ustedes y quizá, en otras circunstancias, habría estado del lado de allá de esta mesa.
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