martes, 19 de julio de 2011
Pronunciamiento Enrique Flores Valeriano, padre del preso político Flores Lanza
Vos el Soberano
Ante esta crisis institucional y la persecución cruel y despiadada que se ha emprendido contra mi hijo y toda la familia, hemos guardado prudente silencio; esperando, quizás, una rectificación. Pero ha transcurrido demasiado tiempo, y en lugar de una mejora y cambio de actitud, se han agravado las circunstancias y las acciones de orden político que ponen en peligro no sólo a mi familia sino a todas las familias que su único pecado ha sido, siempre, aspirar a una vida mejor.
Mi hijo, Enrique Alberto, está a las puertas de la cárcel, al dictársele medidas sustitutivas de arresto domiciliario que de hecho se han extendido a todo el grupo familiar. Este viernes vencen los treinta días de este arresto cruel e inhumano, y al no avizorarse una solución, tendrá que ser capturado y sometido a prisión con la consiguiente humillación y vejámenes en su persona. En otros términos, ha caído en una trampa de carácter político al imponérsele también una fianza o caución de veintisiete millones de lempiras, imposible de cumplir, no obstante haberse presentado voluntariamente ante los tribunales, y que su inocencia ha sido demostrada con documentos fehacientes del Banco Central de Honduras y el Tribunal Superior de Cuentas.
Mi comparecencia no es sólo para denunciar estos hechos que avergüenzan a nuestro país y a este gobierno, sino para pronunciarnos ante el pueblo hondureño y la comunidad internacional, en los siguientes términos:
1.- Responsabilizo al Señor Presidente de la República, Porfirio Lobo Sosa, de la integridad física y la vida de mi hijo, Enrique Flores Lanza, porque él regresó del exilio y compareció para juzgamiento ante los Tribunales, confiando en el Acuerdo de Cartagena que usted suscribió y que fue avalado por los Presidentes de Colombia y Venezuela; acuerdo que no ha sido cumplido por usted y por los Magistrados y Jueces del Poder Judicial. Su argumento y el de los Magistrados es que se le debe juzgar de conformidad con la Constitución y las leyes hondureñas. A este respecto las preguntas obligadas son: ¿si se ha de juzgar de acuerdo a estos instrumentos legales, para que sirve entonces el Acuerdo de Cartagena? ¿Se le está juzgando conforme al debido proceso de estas leyes, al establecérsele una fianza o caución que conforme al Código Procesal Penal no debe ser desmesurada o imposible de cumplir, y que debe de tomar en cuenta la condición económica y los antecedentes del imputado?
Con todo respeto, Señor Presidente, usted ha equivocado el camino de la Unidad y la Reconciliación de la familia hondureña. No es distribuyendo Ministerios entre los partidos políticos o platicando con todos ellos y los gremios y grupos empresariales, sin llegar a ninguna solución, porque de hecho ya sabe Usted cual es su pensamiento. No, es dejando de castigar y perseguir a quienes desean una Honduras mejor y más equitativa. Su humanismo cristiano no es tal, ni humano ni cristiano.
2.- Al Presidente de la Corte Suprema y demás Magistrados, varios de ellos mis alumnos en la Facultad de Leyes, les pido que no se sigan escudando en la falsa independencia del Poder Judicial y la libertad de los Jueces, y pongan fin a este cerco político alrededor de mi hijo. Si ya hicieron lo más, al avalar y secundar el Golpe de Estado y exonerar de culpa a los autores del mismo, nada les cuenta hacerle verdadera justicia a mi hijo.
3.- A la Junta de Comandantes de las Fuerzas Armadas: que no sigan mancillando el honor del Instituto Armado. Cuando fui Ministro de Defensa aprendí a respetarlos, porque constantemente se me afirmó que su mayor empeño consistía en lavarle la cara sucia a las Fuerzas Armadas con ocasión de los sucesos y su participación en los años 80. Pero, créanme, con lo del Golpe de Estado del 28 de junio de 2009, necesitarán mucho esfuerzo para rehabilitarse ante el pueblo hondureño, y su estabilidad está en precario.
4.- A la Iglesia y a las instituciones religiosas comprometidas con el golpe y sus consecuencias, les advierto: que han perdido respeto y credibilidad, porque en lugar de haber asumido un papel conciliador y de justicia social acorde con los principios y dogmas que predican, han beneficiado a quienes han apuñalado a la República, uniéndose a los oligarcas y enemigos del pueblo.
5.- Al ex Presidente José Manuel Zelaya Rosales pido: que si dentro de un término prudencial persisten las persecuciones contra los miembros de la Resistencia y, en concreto, la encarcelación de mi hijo, debe denunciar, por incumplimiento del Estado de Honduras, el Acuerdo de Cartagena, que fue el pasaporte para su incorporación a la OEA.
Estas son las palabras de un ciudadano que no obstante presentar una vida de servicio a la Patria en todos los cargos de la Universidad y de la Administración Pública, es relativamente pobre; pero que ya en su vejez se le pretende mancillar su apellido, el de su esposa, hijos, hijas, nietos y nietas. Dios es nuestra única salvación, en El confiamos, y tenemos la firme convicción de que no nos abandonará.
Por último, a los golpistas y operadores de la injusticia, enfática y contundentemente les expreso: que están anclados en la Edad Media, cuando se creía que la tierra era cuadrada. No se han percatado todavía que la tierra es redonda, que da vueltas y que en Honduras, que no es la excepción, las cosas cambiarán, y más temprano que tarde han de pagar por los crímenes, las vejaciones y persecuciones que han perpetrado contra la Nación y su Pueblo.
Tegucigalpa, M.D.C., 13 de julio de 2011.
Enrique Flores Valeriano
Ante esta crisis institucional y la persecución cruel y despiadada que se ha emprendido contra mi hijo y toda la familia, hemos guardado prudente silencio; esperando, quizás, una rectificación. Pero ha transcurrido demasiado tiempo, y en lugar de una mejora y cambio de actitud, se han agravado las circunstancias y las acciones de orden político que ponen en peligro no sólo a mi familia sino a todas las familias que su único pecado ha sido, siempre, aspirar a una vida mejor.
Mi hijo, Enrique Alberto, está a las puertas de la cárcel, al dictársele medidas sustitutivas de arresto domiciliario que de hecho se han extendido a todo el grupo familiar. Este viernes vencen los treinta días de este arresto cruel e inhumano, y al no avizorarse una solución, tendrá que ser capturado y sometido a prisión con la consiguiente humillación y vejámenes en su persona. En otros términos, ha caído en una trampa de carácter político al imponérsele también una fianza o caución de veintisiete millones de lempiras, imposible de cumplir, no obstante haberse presentado voluntariamente ante los tribunales, y que su inocencia ha sido demostrada con documentos fehacientes del Banco Central de Honduras y el Tribunal Superior de Cuentas.
Mi comparecencia no es sólo para denunciar estos hechos que avergüenzan a nuestro país y a este gobierno, sino para pronunciarnos ante el pueblo hondureño y la comunidad internacional, en los siguientes términos:
1.- Responsabilizo al Señor Presidente de la República, Porfirio Lobo Sosa, de la integridad física y la vida de mi hijo, Enrique Flores Lanza, porque él regresó del exilio y compareció para juzgamiento ante los Tribunales, confiando en el Acuerdo de Cartagena que usted suscribió y que fue avalado por los Presidentes de Colombia y Venezuela; acuerdo que no ha sido cumplido por usted y por los Magistrados y Jueces del Poder Judicial. Su argumento y el de los Magistrados es que se le debe juzgar de conformidad con la Constitución y las leyes hondureñas. A este respecto las preguntas obligadas son: ¿si se ha de juzgar de acuerdo a estos instrumentos legales, para que sirve entonces el Acuerdo de Cartagena? ¿Se le está juzgando conforme al debido proceso de estas leyes, al establecérsele una fianza o caución que conforme al Código Procesal Penal no debe ser desmesurada o imposible de cumplir, y que debe de tomar en cuenta la condición económica y los antecedentes del imputado?
Con todo respeto, Señor Presidente, usted ha equivocado el camino de la Unidad y la Reconciliación de la familia hondureña. No es distribuyendo Ministerios entre los partidos políticos o platicando con todos ellos y los gremios y grupos empresariales, sin llegar a ninguna solución, porque de hecho ya sabe Usted cual es su pensamiento. No, es dejando de castigar y perseguir a quienes desean una Honduras mejor y más equitativa. Su humanismo cristiano no es tal, ni humano ni cristiano.
2.- Al Presidente de la Corte Suprema y demás Magistrados, varios de ellos mis alumnos en la Facultad de Leyes, les pido que no se sigan escudando en la falsa independencia del Poder Judicial y la libertad de los Jueces, y pongan fin a este cerco político alrededor de mi hijo. Si ya hicieron lo más, al avalar y secundar el Golpe de Estado y exonerar de culpa a los autores del mismo, nada les cuenta hacerle verdadera justicia a mi hijo.
3.- A la Junta de Comandantes de las Fuerzas Armadas: que no sigan mancillando el honor del Instituto Armado. Cuando fui Ministro de Defensa aprendí a respetarlos, porque constantemente se me afirmó que su mayor empeño consistía en lavarle la cara sucia a las Fuerzas Armadas con ocasión de los sucesos y su participación en los años 80. Pero, créanme, con lo del Golpe de Estado del 28 de junio de 2009, necesitarán mucho esfuerzo para rehabilitarse ante el pueblo hondureño, y su estabilidad está en precario.
4.- A la Iglesia y a las instituciones religiosas comprometidas con el golpe y sus consecuencias, les advierto: que han perdido respeto y credibilidad, porque en lugar de haber asumido un papel conciliador y de justicia social acorde con los principios y dogmas que predican, han beneficiado a quienes han apuñalado a la República, uniéndose a los oligarcas y enemigos del pueblo.
5.- Al ex Presidente José Manuel Zelaya Rosales pido: que si dentro de un término prudencial persisten las persecuciones contra los miembros de la Resistencia y, en concreto, la encarcelación de mi hijo, debe denunciar, por incumplimiento del Estado de Honduras, el Acuerdo de Cartagena, que fue el pasaporte para su incorporación a la OEA.
Estas son las palabras de un ciudadano que no obstante presentar una vida de servicio a la Patria en todos los cargos de la Universidad y de la Administración Pública, es relativamente pobre; pero que ya en su vejez se le pretende mancillar su apellido, el de su esposa, hijos, hijas, nietos y nietas. Dios es nuestra única salvación, en El confiamos, y tenemos la firme convicción de que no nos abandonará.
Por último, a los golpistas y operadores de la injusticia, enfática y contundentemente les expreso: que están anclados en la Edad Media, cuando se creía que la tierra era cuadrada. No se han percatado todavía que la tierra es redonda, que da vueltas y que en Honduras, que no es la excepción, las cosas cambiarán, y más temprano que tarde han de pagar por los crímenes, las vejaciones y persecuciones que han perpetrado contra la Nación y su Pueblo.
Tegucigalpa, M.D.C., 13 de julio de 2011.
Enrique Flores Valeriano
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