viernes, 4 de septiembre de 2020

Rebelión en la Granja, literatura para comprender la Guerra Fría


Rebelión

Por Juanjo Andrés Cuervo 

La obra escrita por George Orwell ilustra, de manera satírica, una alegoría centrada en la Unión Soviética, y en contra de los regímenes totalitarios. Pero debido a la alianza entre el Reino Unido y el país gobernado por Stalin durante la Segunda Guerra Mundial, se rechazó su publicación hasta el final del conflicto.

Finalmente el 17 de agosto de 1945, tras la conclusión de la Segunda Guerra Mundial, se publicóRebelión en la Granja. Pese a que George Orwell había finalizado la obra en 1944, la premisa en el Reino Unido era no publicar nada que pudiese comprometer el pacto de los Aliados.

Habiendo reconocido que la obra se hizo con la intención de ofrecer “una representación satírica de la Revolución Rusa”, el escritor británico advirtió que la analogía es adaptable a cualquier tipo de régimen totalitario.  

Aunque era muy evidente el paralelismo que existía entre la fábula, y la opresión ejecutada por Stalin de manera sistemática, para eliminar de manera gradual los ideales sociales de la Revolución Rusa. De hecho, los tres cerdos de la novela, Viejo Mayor, Snowball y Napoleón, muestra una similitud ineludible con Lenin, Trotsky y Stalin, respectivamente.

Según T S Eliot, uno de los editores que no permitió que la novela fuese publicada, la obra no tenía “el punto de vista adecuado para criticar la situación política actual.”

De manera irónica, un resignado George Orwell resumió la coyuntura que tuvo que vivir durante ese período en Inglaterra: “Stalin es sacrosanto y muchos aspectos de su política están por encima de toda discusión.”

“La ortodoxia dominante exige una admiración hacia Rusia sin asomo de crítica. Todo el mundo actúa en consonancia. Cualquier crítica seria al régimen soviético, cualquier revelación de hechos que el gobierno ruso prefiera mantener ocultos, no saldrá a la luz.”

George Orwell remarcó continuamente, que su crítica a la Revolución Rusa no se debía a sus premisas socialistas que impulsaron el movimiento, sino a la degeneración de unos ideales que terminaron plasmándose en un régimen autoritario.

En consonancia con esta idea, aseguró que su interés radicaba en “mostrar el carácter opresivo de la organización soviética y separarlo del movimiento libertario socialista.”

El problema, según George Orwell, es que “una y otra vez, el movimiento proletario es canalizado y traicionado por gente astuta a la cabeza, y entonces surge una nueva clase gobernante. La única cosa que nunca llega es la igualdad.”

Para él, “las revoluciones pueden ser efectivas cuando las masas están alertas, y son capaces de juzgar a sus líderes mientras hacen su trabajo.”

Es por ello, que, en su opinión, el punto clave de ‘Rebelión en la Granja’, se produce cuando los cerdos deciden guardar la leche y las manzanas para ellos. En ese momento, “si los otros animales les hubiesen enfrentado, habría sido lo correcto”.

No sucedió así con el régimen estalinista, que llevó a cabo numerosas ejecuciones, obviadas de manera evidente por los periodistas británicos.

Sin embargo, el escritor británico quiso dejar muy claro que estaba en contra de cualquier sistema que oprimiese a las masas. “Si alguien se piensa que defiendo el Status quo, es porque han asumido que no hay alternativa a la dictadura o al sistema capitalista.”

La alegoría del aplastamiento revolucionario

Rebelión en la Granja es una fábula en la que se narra la historia de una revolución perpetrada por los animales de una granja, contra los humanos que les oprimen. Liderados por tres cerdos, Viejo Mayor, Snowball y Napoleón, los animales expulsan a sus amos, y comienzan un periplo infundido por promesas en formas de mandamientos, donde inicialmente se estipula que ‘Todos los animales son iguales’.

Sin embargo, el espíritu solidario y social del nuevo gobierno va desapareciendo de manera gradual. Viejo Mayor muere tras instigar los ideales revolucionarios, mientras que Snowball tiene que huir, tras sufrir una extenuante persecución a través de una campaña propagandística provocada por Napoleón, quién termina siendo el único líder de la granja.

Gradualmente, el régimen socialista va transformándose en un sistema autoritario, y esta conversión desde una revolución igualitaria hasta una dictadura, queda ilustrada de manera sagaz en el cambio del mandamiento principal. La ley que rige los principios fundamentales de la granja desaparece, y se establece una nueva premisa: ‘Todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros’.

Para rechazar cualquiera de los ideales iniciales, uno de los mecanismos represivos que utiliza Napoleón tiene mucha resonancia en la actualidad: la prohibición de la memoria histórica, con el fin de ejercer un control total sobre la población. Cada referencia a Snowball es castigada, y el régimen totalitario hace todo lo posible para que su legado quede en el olvido.

Esa importancia esencial de la historia también ha sido resaltada por George Orwell en numerosas obras, como ‘Subir a por aire’ y ‘1984’, donde la frase acuñada por los líderes del Partido, que gobierna de manera autoritaria en la novela distópica, es absolutamente explícita en ese sentido:

‘Quien controla el presente controla el pasado y quien controla el pasado controlará el futuro’.

Fin de la Segunda Guerra Mundial y del pacto de los Aliados

Una vez que terminó el conflicto armado, y con el cambio del paradigma en las relaciones políticas, finalmente se publicó Rebelión en la Granja. Apenas unos días después del lanzamiento de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, Stalin, que había sido afablemente calificado como “Uncle Joe” por la prensa británica, y alabado por Churchill, debido al rol esencial de los soviéticos frente al ejército alemán, se convirtió en el enemigo principal de Estados Unidos y el Reino Unido.

A raíz de ahí, el objetivo de los países de Occidente fue atacar el régimen estalinista, y para ello, se utilizó la obra de George Orwell, entre otras piezas literarias, como forma de propaganda. Desde 1952 hasta 1957, millones de globos que contenían ejemplares de Rebelión en la Granja en su interior, atravesaron el Telón de Acero. Lanzados por la CIA desde Alemania Occidental, el objetivo era que los libros cayesen en países ocupados por la Unión Soviética, como Polonia, Checoslovaquia o Hungría.

La metáfora se expresó de manera tan explícita que su objetivo era incuestionable. George Orwell había fallecido en 1950, y no fue consciente de ello, ni tampoco de que se creó una película animada basada en Rebelión en la Granja, que fue financiada por la CIA y publicada en 1954, para vilipendiar el régimen soviético.

No obstante, a Estados Unidos no le interesaba plasmar la enseñanza final que George Orwell plasmó en su novela, y que evidenciaba el pacto entre el Reino Unido, Estados Unidos y la Unión Soviética.

Es por ello que, de manera muy elocuente, la escena con la cual concluye el libro, en la que aparecen los cerdos, que simbolizan a los bolcheviques, y los humanos, que representan a los capitalistas, para establecer una alianza, fue omitida en esta producción.

Porque la última frase de Rebelión en la Granja,que ilustra de manera impecable la moraleja de la obra, no ofrece dudas:

“Doce voces gritaban enfurecidas, y eran todas iguales. No había duda de la transformación ocurrida, en la cara de los cerdos los animales, asombrados, pasaron su mirada del cerdo al hombre, y del hombre al cerdo; y nuevamente, del cerdo al hombre: pero ya era imposible distinguir quién era uno y quién era otro.”

Irónicamente, la manipulación que George Orwell denunciaba a través de la fábula, estaba teniendo lugar, a través de su propia novela. Como expresó de manera elocuente Harry Rositzke, antiguo colaborador de la CIA: “Se trataba de utilizar a cualquier hijo de puta siempre que fuera anticomunista”.

George Orwell y la Guerra Fría

La Guerra Fría, término que había sido acuñado por el propio George Orwell, había empezado, y la hostilidad entre las naciones fue aumentando con el paso de los años. Si el escritor británico hubiese vivido durante más tiempo, probablemente no le habría sorprendido en absoluto el nuevo paradigma político, en el cual las grandes potencias no se atacaban físicamente, sino que trataban de menoscabar la reputación de sus rivales a través de la propaganda mediática.

De hecho, el 19 de octubre de 1945, George Orwell publicó “Usted y la Bomba Atómica”, un ensayo el que, por primera vez, se utilizó el término Guerra Fría para referirse a la etapa posterior a la Segunda Guerra Mundial. El escritor inglés mencionó las consecuencias del armamento nuclear, y las implicaciones sociales y políticas que tendría “un Estado que ya no podría ser conquistado”, y en “un período permanente de Guerra Fría con los países vecinos.”

En el ensayo, George Orwell analizó el impacto que causaría un conflicto armado que, debido a la hecatombe que podría producirse con el uso de las bombas atómicas, era prácticamente imposible que se diese.

Haciendo una clara referencia a Estados Unidos y la Unión Soviética, escribió la realidad de “dos o tres monstruosos súper estados que poseen un arma con la que millones de personas pueden ser borradas de la faz de la tierra en unos pocos segundos, y que se dividen el mundo entre ellos”.

Aparte de la extraordinaria capacidad devastadora de las bombas atómicas, el tema del coste fue esencial, en su opinión, para la no utilización de este armamento:

 “Si la bomba atómica se hubiese convertido en algo tan barato y fácil de fabricar como una bicicleta o un reloj despertador, podría habernos hundido de nuevo en la edad oscura”.

Pero al ser un “producto escaso y costoso, tan difícil de construir como un acorazado, es más probable que ponga fin a las guerras a gran escala, a costa de prolongar indefinidamente una paz sin paz”

Esa expresión tiene resonancia con el famoso lema implementado por el Partido, en el libro ‘1984’,que será escrito años después:

‘La guerra es la paz. La libertad es la esclavitud. La ignorancia es la fuerza’.

‘La Libertad de Prensa’

A modo de prólogo de Rebelión en la Granja, George Orwell escribió un ensayo titulado ‘La Libertad de Prensa’, que fue hallado en 1971, y donde muestra las censuras que tuvieron lugar en esos años, y que él mismo experimentó durante su etapa durante la Guerra Civil de España.

El escritor británico advirtió que, “mientras no se tratase de comprometer el prestigio de la Unión Soviética, el principio de libertad de expresión ha podido mantenerse vigorosamente.”

“Publicación tras publicación, sin controversia alguna, se han ido aceptando y divulgando los puntos de vista soviéticos con un desprecio absoluto hacia la verdad histórica y hacia la seriedad intelectual. Por citar sólo un ejemplo: la BBC celebró el XXV aniversario de la creación del Ejército Rojo sin citar para nada a Trotsky, lo cual fue algo así como conmemorar la batalla de Trafalgar sin hablar de Nelson.”

También mencionó una biografía que Trotsky había escrito sobre Stalin, que había sido publicada en prensa. No obstante, “cuando la Unión Soviética entró en la guerra mundial, el libro fue inmediatamente retirado. Del asunto no se dijo ni una sola palabra en la prensa británica.”

Se sintió muy decepcionado con la mayor parte de los intelectuales británicos, que “habían estimulado una lealtad de tipo nacionalista hacia la Unión Soviética y, llevados por su devoción hacia ella, sentían que sembrar la duda sobre la sabiduría de Stalin era casi una blasfemia.”

El propio George Orwell reconoce haber escrito ‘La Libertad de Prensa’ con el objetivo de “llamar la atención sobre los hechos”, añadiendo que, “a diferencia de Francia o Estados Unidos, en Inglaterra los liberales le tienen miedo a la libertad y los intelectuales no vacilan en mancillar la inteligencia”.

A través de este ensayo, el escritor británico redactó perfectamente el proceso de transición entre la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría, y el título muestra de manera cínica, la dificultad que existía para relatar lo que acontecía. “Si la libertad significa algo, es el derecho de decirles a los demás lo que no quieren oír,” resumió George Orwell.

Aunque no estaba prohibido escribir en contra de las políticas soviéticas, el escritor inglés explica que “hacerlo equivalía a condenarse a ser ignorado por la mayoría de los periódicos importantes.”

“Tanto pública como privadamente se vivía consciente de que aquello ‘no debía’ hacerse y, aunque se arguyera que lo que se decía era cierto, la respuesta era tildarlo de ‘inoportuno’ y ‘al servicio de’ intereses reaccionarios.

“El hecho más lamentable en relación con la censura literaria en nuestro país es que ha sido principalmente de carácter voluntario. Las ideas impopulares, según se ha visto, pueden ser silenciadas y los hechos desagradables ocultarse sin necesidad de ninguna prohibición oficial.”

La Guerra Civil Española y ‘Homenaje a Cataluña’

“Hechos muy similares ocurrieron en España durante la Guerra Civil. También entonces los grupos republicanos a quienes los rusos habían decidido eliminar fueron acusados entre la indiferencia de nuestra prensa de izquierdas; y cualquier escrito en su defensa, aunque fuera una simple carta al director, vio rechazada su publicación.”

En 1936, George Orwell fue a España para combatir en la Guerra Civil, en el bando republicano. Se unió a las Brigadas Internacionales, un grupo formado por mujeres y hombres de más de 60 países, que combatió en la Guerra Civil Española para derrotar a las tropas franquistas. Sus experiencias están recogidas en la novela ‘Homenaje a Cataluña’, publicada en 1938, y donde explica que, al llegar a Barcelona el 26 de diciembre de 1936, empezó a comprender la magnitud del movimiento revolucionario.

«Era la primera vez que yo pisaba una ciudad donde estaban al mando los obreros», cuenta en la obra, y reconoce que “la atmósfera revolucionaria de Barcelona me atrajo profundamente”.

Le sorprendió gratamente el cambio en la actitud de los sectores de la sociedad.  «Los camareros y los dependientes de los comercios te miraban a los ojos y te trataban de igual a igual. Las formas de tratamiento serviles o ceremoniosas habían desaparecido temporalmente. Nadie decía señor, ni don, ni siquiera usted, sino que todos se llamaban camarada, se tuteaban y se decían salud en lugar de buenos días».

Poco después de marchó a luchar en el frente de Aragón, junto a las milicias POUM, el Partido Obrero de Unificación Marxista, y la situación era similar. “En el frente de batalla no había jerarquías, todo el mundo se tuteaba y todos los soldados, del rango que fueran, cobraban lo mismo.”

Su objetivo era terminar con el fascismo, como él mismo reconoció en una de sus frases más célebres:

“Si me hubiesen preguntado por qué me había enrolado en la milicia, habría respondido: ‘Para luchar contra el fascismo’; y si me hubiesen preguntado por qué causa estaba luchando, habría respondido: ‘Simplemente, por decencia’”.

Fue precisamente durante su experiencia en la Guerra Civil de España, donde entendió la realidad de la Unión Soviética y su deriva totalitaria, y la propaganda incesante ejecutada por el régimen estalinista. A pesar de haber luchado en el bando republicano contra el ejército de Franco, fue acusado de traidor por los que eran supuestamente sus aliados al inicio del conflicto. Fue perseguido y tuvo que huir del país.

 “Comenzamos siendo unos defensores heroicos de la democracia, y terminamos huyendo a través de la frontera, con la policía pisándonos los talones,” admitió tristemente el escritor británico.

La propaganda estalinista acabó con las esperanzas de la revolución, y eventualmente con las opciones del bando republicano de frenar a los sublevados.

Precisamente, Albert Camus, hizo un análisis del desenlace del conflicto:

“Fue en España donde mi generación aprendió que uno puede tener razón y ser derrotado, que la fuerza puede destruir el alma, y que a veces el coraje no obtiene recompensa. Esto es, sin duda, lo que explica por qué tantas personas en el mundo consideran el drama español como una tragedia personal.”

Para George Orwell, sus vivencias en España fueron esenciales para comprender el maquiavélico poder que podían ejercer los medios de comunicación: “Cualquiera que haya vivido largo tiempo en país extranjero podrá contar casos de noticias sensacionalistas que ocupaban titulares y acaparaban espacios incluso excesivos para sus méritos.”

Su experiencia fue estremecedora e instructiva, y esencial para escribir sus obras, cómo el mismo reconoció en 1946: “La Guerra Civil de España y otros eventos en los años 1936 y 1937 me ayudaron a entender sobre qué debía luchar. Cualquier trabajo serio que he escrito desde 1936 ha sido, de manera directa o indirecta, contra el totalitarismo, y en favor de un socialismo democrático, como yo lo entiendo”.

Legado cultural de Rebelión en la Granja

Mientras que los soviéticos y sus seguidores criticaron el texto por considerarlo difamador, las sociedades conservadoras, intentaron usar la novela para desprestigiar la revolución socialista.

En el caso de Inglaterra, la tendencia contra los movimientos de izquierda estaba muy arraigada, incluso en la época anterior a la Segunda Guerra Mundial. El propio George Orwell fue uno de los escritos que plasmó de manera más certera la realidad británica en la década de 1930.

A través de ‘El Camino de Wigan Pier’, ilustra la pobreza y el sistema de clases tan desigual y que, según su perspectiva, impedía el triunfo del socialismo. Mientras que en ‘Sin blanca en París y Londres’, cuenta sus experiencias viviendo como vagabundo en Londres.

En esta novela, narra la anécdota que le contó un artista callejero llamado Bozo, que realizaba dibujos en las aceras de Embankment, al lado del Támesis. “Es posible realizar dibujos sobre cualquier partido político, pero no se debe hacer nada en favor del socialismo, porque la policía no lo permite. Una vez dibujé una serpiente con las letras Capital en ella, tragándose a un conejo donde ponía Trabajo”. Le obligaron a borrar el dibujo, porque según el propio Bozo, “la policía tiene el derecho a expulsarte por vagabundeo, y no es buena idea hacerles frente.”

En otros ámbitos culturales, ‘Rebelión en la Granja’ también ha servido de inspiración. La canción‘Piggies’ de los Beatles, escrita por George Harrison, es una crítica al capitalismo basada en la novela de George Orwell, al igual que ‘Animals’, el álbum de Pink Floyd lanzado en 1977.

Siendo uno de los autores más influyentes del siglo XX, George Orwell alertó continuamente, a través de sus escritos, de lo frágil y efímera que es la libertad, y de la sutileza con la que puede cercenarse, para dar a gobiernos represores.

Esta idea está perfectamente expresada a través de la metáfora de la bañera, escrita en “El Cuento de la Criada”, la novela de Margaret Atwood: “Nada cambia de golpe. Si estuvieras en una bañera que se calienta poco a poco, morirías hervida sin darte cuenta”.

La escritora ha reconocido que, habiendo leído ‘Rebelión en la Granja’ con 9 años, George Orwell fue un modelo a seguir. No es casualidad que ‘El Cuento de la Criada’, que versa sobre una distopía en la que domina un gobierno autoritario, empezase a ser escrita en 1984.


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