Rebelión
Por Aram Aharonian *
Es hora de dejar paso a nuevas generaciones, al nuevo pensamiento crítico. El foro -virtual o presencial- debiera ser el hogar de nuestros movimientos, nuestros jóvenes, nuestras mujeres, de aquellos que todavía juegan a diario su vida por un nuevo mundo para todos.
Es loable el intento de un grupo de facilitadores, entre ellos varios de sus fundadores, de celebrar un nuevo Foro Social Mundial, quizá en México, pandemia mediante, como espacio abierto para la coordinación de acciones en la lucha común por otro mundo, a casi dos décadas de la celebración del primero, en 2001 en Porto Alegre.
Sin dudas el mundo ya no es el mismo. Y tampoco será el mismo de los últimos cuatro meses, Dos décadas atrás, una carta de principios fijaba las reglas de juego, buscando que el encuentro fuera un espacio de convivencia, debate, intercambio de ideas, y no de confrontación dogmática y/o fratricida.
Los convocantes a este nuevo FSM tienen conciencia de que las reglas del espacio abierto sirvieron para diversas interpretaciones -muchas de ellas dogmáticas, otras ancladas en un pasado que ya no existe-, impidiendo que se convirtiera en un sujeto político global, con capacidad de interactuar con el mundo.
El reciente llamamiento fue para crear un ‘espacio de acción’ a un colectivo diverso y variopinto, no para proponer programas de alcance global ni de imponer posiciones políticas. Lamentablemente, algunas respuestas al llamamiento han sido la autorreflexion inmovilizadora
Nuevas realidaders, nueva agenda
A casi dos décadas del primer foro, la lucha por otro mundo posible, debe tener una nueva agenda. Este mundo está en medio de una crisis del fascismo emergente del capitalismo financiarizado, cuyo objetivo sigue siendo la apropiación de los recursos naturales y financieros de los pueblos y naciones emergentes, en general por medios de bloqueos, guerras, invasiones, genocidios.
La seguridad del capital sobre la propiedad, que garantice las condiciones de su reproducción es uno de los ejes de la estrategia capitalista, junto a la seguridad frente a la pérdida irremediable de la cohesión social, lo que implica domesticar a los oprimidos, proclives a la protesta, la rebeldía, la resistencia.
Un mundo que está al borde del colapso ambiental, donde ha crecido el racismo, el patriarcado y, sobre todo, la desigualdad, que provoca los grandes movimientos migratorios
Para remodelar el instrumento, la herramienta política, debemos cambiar primero la cultura política de la izquierda y/o del progresismo y su visión de la política, que no puede reducirse a discursos, consignas, tuits, disputas por el control de un parlamento, ganar un proyecto de ley o unas elecciones.
La política no puede limitarse al arte de lo posible, sino de hacer lo imposible, factible e imprescindible, o sea construir fuerza social y política capaz de cambiar la correlación de fuerzas a favor del movimiento popular.
Las organizaciones políticas deben respetar el desarrollo autónomo de la fuerza popular, abdicando de toda pretensión de manipulación o imposición, conductas hegemónicas que generalmente intentan imponer soberbios académicos e intelectuales, cada uno tomando la partitura de sus intereses.
Hoy las demandas del campo popular no se expresan en un foro (que, por demás, no existe). Trabajadores, desempleados, campesinos, jóvenes, mujeres toman las calles en demanda de algo más que pan, paz y trabajo: justicia y futuro.
Democratización
Si la meta es lograr reanimarlo, sin lugar a dudas es necesario democratizar las estructuras y gobernanza del Foro, a través de la discusión abierta y participativa, con una nuevo hoja de ruta (o Carta de Principios) y eso lo comprenden aquellos que hacen el nuevo llamamiento.
En lugar de un foro, varios foros temáticos, regionales, Con una nueva gobernanza que tenga en cuenta a los nuevos actores. También debiera ser una oportunidad para que nuevas generaciones pudieran opinar sobre la hoja de ruta, colectivizar, socializar su discusión y no dejarla sólo en manos de un comité de notables.
Estamos viviendo la pandemia. Cuando finalice, el mundo será diferente. Es hora de nuevos enfoques, nuevas ideas, nuevas soluciones, pero sobre todo nuevo pensamiento crítico, sin ataduras con los añejos dogmatismos.
¿Cuáles son los verdaderos actores sociales? ¿Cuál será el sujeto social de la pospandemia? ¿Se podrá decolonizar el temario muchas veces anclado en una mirada europeizada o oenegeizada?
El llamamiento de los facilitadores y fundadores no debe quedar sólo en la organización de otro foro. ¿Un revival para nostálgicos o una herramienta para el debate y la coordinación para la acción (o las acciones)?
Es hora de dejar paso a nuevas generaciones, al nuevo pensamiento crítico. El foro -virtual o presencial- debiera ser el hogar de nuestros movimientos, nuestros jóvenes, nuestras mujeres, de aquellos que todavía juegan a diario su vida por un nuevo mundo para todos.
Lo primero que debemos democratizar y ciudadanizar es nuestra propia cabeza, reformatear nuestro disco duro. El primer territorio a ser liberado debe ser los 1.400 centímetros cúbicos de nuestro cerebro. Quizá aprender a desaprender, para poder comenzar la reconstrucción. Dijera Simón Rodríguez, maestro de Bolívar: O inventamos o erramos.
* Aram Aharonian: Periodista y comunicólogo, nacido en Uruguay, con vasta experiencia en América latina. Magister en Integración. Creador y fundador de Telesur, preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Observatorio en Comunicación y Democracia y el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
No hay comentarios:
Publicar un comentario