Radio Progreso
La socióloga e investigadora, Leticia Salomón, expresas sus dudas sobre la forma cómo el gobierno de Honduras maneja la pandemia del Codvid-19 a tal grado de preguntarse qué hay detrás de la apatía gubernamental.
“En todas partes, y también este gobierno, tratan de justificar esa lentitud y ese retardo diciendo que nadie estaba preparado para enfrentar una pandemia de esta naturaleza, y eso es cierto, pero cuando pasan varios meses y no se nota ningún arranque, entonces uno empieza a preguntarse qué otras coas hay si no es una visión deformada que ve la pandemia como una posibilidad de enriquecimiento ilícito, de hacer movimientos políticos, de contrarrestar la movilización social. Uno se queda pensando qué hay detrás de la apatía del gobierno”, manifestó
A propósito del mes de septiembre, la licenciada Salomón destaca que Honduras tiene a verdaderos patriotas, unos ciudadanos que han respondido en momentos coyunturales con la fuerza y la beligerancia que se esperaba de ellos. Su preocupación es por la crisis de liderazgos políticos y sociales que enfrenta el país.
En momentos en que en Honduras se habla de patria, Radio Progreso (RP) dialogó con la socióloga y analista hondureña Leticia Salomón (LS).
RP. ¿Cómo la trata la pandemia?
LS. Pues fíjese que este aislamiento le sirve a uno para reflexionar un poco o demasiado sobre el país que tenemos, sobre el sistema político, sobre el gobierno, sobre las perspectivas de país que tenemos, y es indudable que eso lo deja más preocupado que la pandemia.
RP. ¿Ésa es su principal conclusión en este aislamiento?
LS. Si por lo complejo. En otros países están solamente pensando en cuáles van a ser los movimientos y las iniciativas de políticas que van a tomar los gobiernos, y en el caso nuestro vemos que hay demasiada incapacidad, deformación, manipulación, y todo esto en un contexto político, social, sanitario, económico muy complejo que definitivamente esto sirve para luchar en contra de cualquier esperanza que uno pueda tener en el país.
RP. ¿Por qué será que no se toman decisiones a la altura de las circunstancias?
LS. Creo que un punto fundamental en esto es la capacidad, es decir, la capacidad para reaccionar ante una eventualidad. En todas partes, y también este gobierno, tratan de justificar esa lentitud y ese retardo diciendo que nadie estaba preparado para enfrentar una pandemia de esta naturaleza, y eso es cierto, pero cuando pasan varios meses y no se nota ningún arranque, entonces uno empieza a preguntarse qué otras cosas hay si no es una visión deformada que ve la pandemia como una posibilidad de enriquecimiento ilícito, de hacer movimientos políticos, de contrarrestar la movilización social. Uno se queda pensando qué hay detrás de la apatía del gobierno.
RP. A un paso del bicentenario, ¿con qué patria contamos?
LS. Bueno ya eso es demasiado pedir. Si de por sí antes de la pandemia estábamos preocupados que no teníamos un país a la altura del siglo XXI, ya con la pandemia han aflorado el montón de debilidades y de ineficiencias que antes eran del conocimiento de especialistas y estudiosos pero que hoy es del común denominador de la ciudadanía. Todos están percibiendo que el país anda mal.
RP. ¿Cuál es la independencia por la que se debe luchar?
LS. Ese concepto de independencia en la actualidad es totalmente diferente al concepto de dependencia que teníamos con respecto a la corona española. Es indudable que ahora los niveles de dependencia son mucho más altos, tenemos un nivel de dependencia política, de dependencia militar que hace que el país subordine los intereses nacionales a los intereses de una potencia como Estados Unidos.
RP. ¿Eso compromete la soberanía?
LS. Total, y absolutamente porque cualquier decisión de cualquier tipo que se tome en nuestro país debe atender inmediatamente los intereses nacionales y no los intereses de otros países, aunque es evidente que puede haber una coincidencia de intereses o de preocupaciones con cualquier otro país a nivel de la región o a nivel del mundo, pero lo que debe privarse siempre es el interés del país.
RP. ¿Quiénes serían los próceres de nuestro tiempo?
LS. Fíjese que esa idea que nos inculcaron a nosotros en la escuela, sobre todo en la primaria y secundaria, en donde nos enseñaron a respetar a los próceres de la independencia, a destacar a aquellos que lucharon por nuestro país o por la región, o aquellos que demostraron ser incorruptos, que manejaron con transparencias las arcas nacionales, todo ese concepto se fue diluyendo en el pasado, y da la impresión que eso es parte de la historia y no de la realidad actual.
RP. ¿Qué riesgos se corren al tener dificultades para identificar a héroes o próceres en nuestra realidad?
LS. Eso nos coloca a todos nosotros en una situación complicada porque una vez que desaparecen las figuras dignas de ser héroes, de ser imitadas y de ser ejemplo, todo el país entra en una crisis de valores que nos puede llevar a identificar como líderes a cualquiera que aparece como un chispazo o como un show demostrando algún tipo de beligerancia visible dentro de la sociedad.
RP. ¿Cómo convertirse en verdaderos patriotas?
LS. Fíjese usted que la ciudadanía hondureña ha respondido en momentos coyunturales con la fuerza y la beligerancia que se esperaba de ellos. Me preocupa cuando las personas comienzan a hablar mal del país, mal de los ciudadanos, mal de los diferentes grupos sociales, hablando de que este es un país de cobardes, es un país de gente que no reacciona, que se merece el gobernante que tiene y todos los picaros que pueda venir. Eso me parece una visión bastante negativa pero también bastante cómoda. La ciudadanía se mueve cuando siente que hay un líder, un acontecimiento o un fenómeno que lo mueva.
RP. ¿Hay crisis de liderazgo sociales en estos tiempos?
LS. Definitivamente la situación de los liderazgos políticos y sociales está en crisis en nuestro país. De tal manera que muchas personas sienten indignación y cólera, pero cuando ven quien está convocando a una movilización no salen para no tener que coincidir con diferentes personas, es decir, es el síndrome de la coincidencia con las personas con las cuales no coincidimos. Esto se convierte en una especie de ruleta: qué va a pasar, qué acontecimiento va ser capaz de sacar a la gente a las calles. Esta es una situación que depende no sólo de las personas sino de los liderazgos y de las fuerzas de los acontecimientos sociales.
RP. ¿Con qué país debemos soñar?
LS. Como soñar no cuesta nada, yo soñaría con un país en donde funcionara el Estado de Derecho, y eso significa que no sólo haya leyes, sino que las leyes se respeten y se apliquen a todos por igual, un país donde se respeten los derechos de los ciudadanos, el derecho de la gente a protestar y a evidenciar que no está de acuerdo con los métodos o las formas que utiliza un gobierno. Un país en donde se respete el derecho a ser crítico, cuestionador y oponente.
Un país donde las Fuerzas Armadas se reduzcan a su papel de defensa de las fronteras externas, que se reduzcan en sus dimensiones y presupuestos, que salgan del escenario político en donde están en la actualidad. Una Policía que realmente funcione con eficiencia, que esté bien controlada desde adentro y desde afuera. Un Ministerio Público totalmente independiente. Un Tribunal Superior de Cuentas que infunda terror a los funcionarios y a los miembros de los otros poderes del Estado. Y por supuesto, un país donde haya libertad de expresión.
RP. ¿Se puede avanzar en esa ruta sin el aporte protagónico de las mujeres?
LS. Es indudable que en las últimas décadas se ha producido un verdadero movimiento no sólo para dar visibilidad sino para empoderar y rescatar el papel de las mujeres, el papel de los jóvenes, el papel de todas las personas que, de una u otra manera, permanecieron en el anonimato en una sociedad que por excelencia ha sido machistas, una sociedad de hombres. Entonces, el aparecimiento de las mujeres con fuerza para proponer, para cuestionar o para criticar, le da un hálito esperanzador para el país de que algo está pasando y que nos permite ver que algo puede estarse dando vuelta.
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