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Por Stuart A. Newman *
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
La modificación de genes se muestra prometedora para curar afecciones médicas en personas enfermas. ¿Debería utilizarse para realizar cambios irreversibles en personas que aún no existen? La investigación actual sugiere que esto sería un gran error.
Los estudios llevados a cabo en animales, incluido uno descrito recientemente en Wired, muestran que la técnica de manipulación genética CRISPR tiene el hábito de insertar ADN bacteriano junto con las secuencias deseadas en varios sitios de los cromosomas con consecuencias desconocidas. Aún más alarmante fue un artículo publicado el mes pasado en la revista científica Nature que llevaba el título “La edición de genes CRISPR en embriones humanos provoca un caos cromosómico”. Informaba de los resultados descritos en tres preimpresiones (estudios listos para ser publicados) por varios investigadores prominentes en ese campo que intentaron realizar cambios específicos y dirigidos en el ADN de los embriones, el tipo de alteraciones que podrían intentarse para impedir que un recién nacido heredara un gen asociado con una discapacidad física. Los científicos no tenían la intención de hacer nacer estos embriones. Solo se estaban utilizando experimentalmente para ver si la técnica funcionaba. Pero no fue así.
Por lo tanto, aunque el método de modificación fuera perfecto, la variabilidad de la biología humana significa que no sabríamos cuál sería el resultado. Sin embargo, los nuevos resultados arrojan serias dudas sobre la propia técnica CRISPR. En las palabras de la noticia ofrecida por Nature: “El proceso puede generar grandes cambios no deseados en el genoma en el sitio clave o cerca de él”.
La modificación genética tanto de animales como de humanos puede ser somática o embrionaria. La modificación somática afecta tejidos u órganos limitados en una persona ya existente que está enferma. Ciertas formas de ceguera, de enfermedades de células falciformes y algunas otras afecciones son actualmente el objetivo de dichos tratamientos. No tenemos ningún problema con la modificación somática siempre que se controle cuidadosamente en cuanto a su necesidad médica y a los intereses comerciales en conflicto.
Sin embargo, con la ingeniería de embriones los cambios realizados, incluidos los errores, se transmitirán a las generaciones futuras a través de las células reproductoras (o línea germinal). De hecho, todas las células del cuerpo del nuevo individuo se ven afectadas, lo que hace que esa persona sea algo diferente de lo que hubiera sido sin la intervención. Esto se puede hacer, al menos inicialmente, para prevenir la transmisión de genes asociados a enfermedades. Pero con resultados tan inciertos, ¿cuál será el destino de los niños que resulten de tales experimentos?
Los científicos emprendedores facilitaron el camino a la aceptación de la edición embrionaria al restar importancia a los problemas técnicos y emitir vagas garantías de que no llegarían demasiado lejos ni demasiado rápido. No obstante, nunca explicaron qué es lo que querían decir con esto. Los miembros de las comunidades científicas y biotecnológicas de EE. UU. sabían del trabajo de su colega en China, pero no dijeron nada públicamente, y estaban dispuestos a permitir que la investigación con embriones humanos avanzara en la medida permitida en los EE. UU. y en otros lugares. En ausencia de una verdadera prohibición de modificación de embriones, cualquier avance técnico se utilizará para promover la aceptación pública de lo que es, de hecho, una forma de experimentación humana.
Cualquier línea existente alguna vez entre la investigación académica y el comercio está desaparecida. Los investigadores de universidades e institutos que alguna vez estuvieron relativamente protegidos de los intereses comerciales, forman parte ahora de los consejos de administración y poseen acciones en empresas de biotecnología que son fuentes importantes de financiación e infraestructura científica. Los científicos que traspasan las normas culturales o las restricciones federales rara vez sufren consecuencias más allá de la pérdida de sus fondos federales. En EE. UU., las corporaciones privadas o incluso los estados son quienes definirán sus propias prácticas aceptables con respecto a la ingeniería de embriones. Que estas entidades lleguen demasiado lejos o demasiado rápido a la hora de definirlas es algo subjetivo: una receta para el desastre humano.
Se ha demostrado que las técnicas de ingeniería de embriones son defectuosas. Los embriones son demasiado complejos para poder diseñarlos. Debemos prohibir, no simplemente detener, la edición de genes de embriones humanos antes de que los emprendedores biomédicos comiencen a ofrecer a los clientes la oportunidad de modificar su descendencia, amenazando su salud y secuestrando sus identidades incluso antes de que nazcan.
Este artículo se escribió conjuntamente con M. L. Tina Stevens, coautora, con Newman, deBiotech Juggernaut: Hope, Hype and Hidden Agendas of Entrepreneurial Bioscience -Routledge-.
* Stuart A. Newman es biólogo y crítico tecnológico.
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