viernes, 3 de enero de 2020

Alicia en el país de la corrupción



Esta semana mientras pueblos y gobiernos del mundo hicieron recuento de la lucha contra la corrupción, en Honduras reafirmaron el pacto de corruptos que están presionando por la salida de Maccih. Ven como amenaza a quien tibiamente rozó a los obreros del crimen organizado institucional.

Lo más perverso de los honorables criminales que conducen el Estado es que tiene un gran discurso en contra de la corrupción y la impunidad, al tiempo que pide la salida de la Maccih, porque a través de ella hay “violaciones a derechos humanos, garantías y principio constitucionales, manifiesto irrespeto de la ley y convenios internacionales”. No por gusto en la encuesta del ERIC 8 de cada 10 hondureños y hondureñas ubica al Congreso Nacional y gobierno central como los grandes tiburones de la corrupción en las maravillas de Alicia.

La corrupción siempre ha existido en nuestros gobernantes, pero en la última década se han saltado la tranca. No solo están saqueando las instituciones públicas, sino que están usando la función pública para borrar las evidencias de sus corrupciones, están usando la función pública para matar a quienes los denuncian y han puesto gran parte de la institucionalidad al servicio de la narcoactividad y del crimen organizado.

Se sienten tan dueños de los asuntos públicos y de la institucionalidad que no soportan que hablen mal de ellos, aunque no puedan demostrar ni una pinche actividad que no esté mediodía por la corrupción. La corrupción es el sistema como opera el gobierno desde la elección de autoridades, contratación de servidores públicos, en las concesiones o compras del Estado, hasta el relacionamiento con la comunidad internacional. Esa lógica de corrupción es la base para que se pierdan cerca de 50 mil millones de Lempiras del presupuesto anual que sirven como lubricante del crimen organizado institucional.

Pero la corrupción también tiene su pata en los asuntos privados, con frecuencia los principales corruptores están bien situados entre las familias más honorables y más ricas del país, ocultando que gran parte de su fortuna proviene de saqueos de los bienes del estado.

Parafraseando los versos de “Canción Alicia en el país” del argentino Charly García, Quién sabe, Alicia, este país no estuvo hecho porque sí… aquí sabes el trabalenguas, el asesino te asesina y es mucho para ti. Estamos en la tierra de todos y de nadie. ¡Así son las dictaduras, querida Alicia!

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