sábado, 7 de enero de 2017

El equipo de campaña de Clinton creó noticias falsas que usó el canal "MSNBC" para desacreditar documentos de WikiLeaks

The Intercept

Por Glenn Greenwald

Traducido por Silvia Arana

Desde las elecciones hubo un boom en el uso de la frase “noticias falsas”, pero el término, al igual que otros rótulos políticos como “terrorismo” y “discurso de odio”, carece de una definición clara; es esencialmente inútil, excepto como instrumento de propaganda y censura.

Uno de los ejemplos más ofensivos fue un artículo reciente del Washington Post promocionando un nuevo grupo anónimo y su repulsiva “lista negra” de medios supuestamente pro-Rusia. Fue una nota infame, difundida por varios periodistas de esos a quienes les gusta gritar “noticias falsas” mientras propagan un artículo basado en noticias falsas. (El Post finalmente esta semana agregó una tibia nota del Editor reconociendo estas críticas; los editores del Post absurdamente dijeron que no quisieron “respaldar la validez” de la lista negra, incluso cuando los puntos centrales del artículo hacían exactamente eso.)

Ahora tenemos un ejemplo incluso más contundente. En octubre pasado, cuando WikiLeaks publicó los e-mails del archivo de John Podesta [1] , representantes oficiales del equipo de campaña de Clinton, incluido el encargado de medios, adoptaron la estrategia de mentirle al público de manera descarada, diciendo -sin aportar ninguna prueba- en que los e-mails habían sido fabricados y por tanto debían ser ignorados. Esa mentira descarada -y es exactamente lo que era: una denuncia hecha con el conocimiento de que era falsa y con total falta de respeto por la verdad- fue agresivamente amplificada por personalidades de la cadena televisiva MSNBC como Joy Ann Reid y Malcolm Nance, por David Frum de The Atlantic y Kurt Eichenwald de Newsweek.

Al decir que los e-mails del archivo de WikiLeaks eran falsos o manipulados, y que por lo tanto debían ser descartados, se fabricó una clásica “noticia falsa”, difundida no por adolescentes de Macedonia u operativos del Kremlin sino por medios de prensa convencionales como MSNBC, The Atlantic y Newsweek. Y, de manera previsible, esta noticia falsa se propagó como incendio en un bosque por todo el internet, y fue ansiosamente leída y compartida por decenas de miles de personas deseosas de creer que esto era verdad. Como resultado de esta campaña de desinformación deliberada, a cualquiera que intentara reportar sobre el contenido de los mensajes se le respondía que los documentos eran falsos.

El más perjudicial de estos argumentos provino de Malcolm Nance, analista del inteligencia de MSNBC. Este analista, como lo documenté el 11 de octubre, envió un tuit que tenía el extraño rótulo de “Alerta oficial”. Aseguraba: Se ha probado que los #PodestaEmails están llenos de falsificaciones obvias & #blackpropaganda no han sido ni siquiera profesionales” (“#PodestaEmails are already proving to be riddled with obvious forgeries & #blackpropaganda not even professionally done”). Este tuit fue reenviado por más de cuatro mil personas. Fue respaldado con la credibilidad adicional de dos periodistas pro-Clinton, Reid y Frum (“expertos de seriedad”).

Todo esto, a su vez, fue el material en el que se basó un artículo publicado en algo llamado “The Daily News Bin” con el titular “Experto de inteligencia de MSNBC: WikiLeaks ha publicado e-mails falsos que no son de Hillary Clinton”. Esta clásica noticia falsa -citando a Nance y Reid entre otros- fue compartida más de 40.000 veces en Facebook.

Desde un principio fue obvio que el fraude no eran los documentos de WikiLeaks sino la acusación emitida por los defensores de Clinton, cuyo objetivo era desinformar al público. Respecto a la versión de que los correos de Podesta eran falsos, ahora sabemos que fue difundida por un fanático de Clinton.

Cuando Nance -el “analista de inteligencia” de MSNBC- emitió su “Alerta oficial” lo conectó a un tuit que decía: “Por favor sean escépticos de los supuestos #PodestaEmails. Los trumpistas están ensuciando documentos.” Ese tuit, a su vez, estaba conectado a otro tuit de una cuenta anónima “The Omnivore”, donde había una obviamente falsa transcripción de un supuesto discurso de Hillary Clinton ante Goldman Sachs. Aunque el falso documento nunca sido publicado por WikiLeaks, constituía la base de toda la denuncia originada en MSNBC de que los documentos de WikiLeaks eran adulterados.

Sin embargo la persona que había falsificado la transcripción del discurso ante Goldman Sachs era un devoto seguidor de Hillary Clinton, y no un “trumpista”. En el Daily Beast, la persona que usaba la cuenta “The Omnivore” se desenmascaró como “Marco Chacon”, un auto-proclamado creador de “noticias falsas virales”, cuyos blancos de ataque era los seguidores de Sanders y de Trump (se especializaba en fraudes anti-Clinton, que fueran ostensiblemente falsos con el objetivo de tenderles una trampa a los oponentes de la candidata, para que de esa manera quedaran mal parados). Cuando no posteaba noticias falsas inventadas con el fin de hacer quedar mal a los opositores de Clinton, su cuenta se parecía a cualquier otra cuenta pro-Clinton: numerosos artículos negativos contra Sanders, y luego, contra Trump; y enlaces a artículos favorables a Clinton.

En el artículo de Daily Beast publicado el 21 de noviembre, Chacon describe cómo fabricó el falso discurso de Clinton ante Goldman Sachs. Dice que lo hizo antes de saber que entre los correos electrónicos de Podesta se hallaban fragmentos de los discursos de Clinton ante los banqueros de Wall Street. Pero, una vez que se dio cuenta de que WikiLeaks había publicado las transcripciones, Chacon trató de persuadir a los críticos de Clinton de que creyeran que sus falsificaciones eran reales, para así poder demostrar que estos (los anti-Clinton) eran unos tontos crédulos.

Sin embargo, para desgracia de Chacon, la gente que terminó siendo engañada por sus noticias falsas fueron los más prominentes seguidores de Clinton en la nación, incluyendo supuestos expertos y periodistas de MSNBC que usaron las burdas falsificaciones de Chacon para convencer al mundo de que el archivo de WikiLeaks había sido adulterado y por tanto debía ser ignorado. Que fueran periodistas pro-Clinton los que hayan difundido las noticias falsas como reales ahora le resulta aterrador hasta al mismo Chacon:

“Los tuits se hicieron súper-virales. Casi llegaron a ser trending -y siguen hasta ahora- el hashtag #buckeoflosers. Un tuit que decía que eran una mala falsificación fue reenviado entre otros por Malcolm Nance, un analista de inteligencia de MSNBC, que tuiteó diciendo que había que desconfiar de las publicaciones de WikiLeaks…

Nance, quien tiene una sólida formación en inteligencia, debería haber distinguido rápidamente que esto era falso al ver ‘(chaos)’ escrito en el margen y ‘((makes air quotes))” escrito antes de ‘bucket of losers’ en la cómica supuesta transcripción, y nunca debería haberla usado como referencia diciendo que los documentos revelados por WikiLeaks de Podesta eran una falsificación…

Al final, ¿esto cambió algo? No lo sé. Creo que sin querer perjudiqué a WikiLeaks, no estoy orgulloso de ello, pero tampoco arrepentido. Sospecho que algunos se dieron cuenta que estaba creyendo en noticias falsas.”

La última oración -que como resultado del fraude de Chacon “algunos se dieron cuenta que estaba creyendo en noticias falsas”- no es cierta, al menos para gente como Eichenwald, Frum, Nance y Reid. Incluso cuando estaba en claro desde el principio para cualquier persona racional y honesta que no había ninguna prueba de que los documentos difundidos por WikiLeaks fueran adulterados, e incluso cuando (como lo dice el mismo Chacon) nadie mínimamente informado (mucho menos supuestos “expertos de inteligencia”) debería haber creído en esta noticia falsa tan evidente. Ninguno de los periodistas que le mintieron al público sobre los documentos de WikiLeaks lo reconocieron ni una sola vez.

No retiraron sus tuits de noticias falsas -alertándole a la gente que los documentos de WikiLeaks eran falsificados- ni se retractaron ni reconocieron las falsedades que habían diseminado. Esto incluye los segmentos de MSNBC que difundieron la acusación.

En efecto, no solo era muy obvio que los documentos publicados por Chacon no impugnaban los archivos de WikiLeaks, sino que una mínima investigación hubiera revelado que la persona que adulteró documentos no era ni un agente del Kremlin ni un seguidor de Trump, sino de Clinton. En efecto, esto le quedó muy en claro al periodista de Vice Michael Tracey, que reconoció de inmediato que el fabricante de la noticia falsa era pro- Clinton. Pero, como este hecho no era conveniente para la agenda política de MSNBC/Newsweek, fue ignorado y en cambio, los periodistas de estos medios eligieron creer la mentira de que el archivo de WikiLeaks había sido adulterado.

Me sorprendería enormemente si alguno de ellos lo admitiera incluso confrontados con la confesión de Chacon. Esto se debe a que MSNBC ha demostrado en repetidas oportunidades que acepta las noticias falsas y las mentiras descaradas de sus personalidades siempre y cuando estas mentiras estén al servicio del candidato correcto (cuando los demócratas difamaron a Jill Stein como una “títere del Kremlin”, en el programa de Reid se presentó la mentira de Nance de que Stein había tenido su propio programa en Russia Today: una total fabricación queMSNBC, hasta el día de hoy, no ha corregido y ni siquiera ha reconocido a pesar de los múltiples pedidos de FAIR ( http://fair.org/home/stoking-russia-panic-for-partisan-gain-will-have-a-long-term-price-for-peace/ )

MSNBC , literalmente a diario, presenta diversas personas que lamentan, con actitud de superioridad moral, la difusión de “noticias falsas”. Sin embargo, la misma cadena MSNBC no solo difunde noticias falsas sino que se niega a corregirse cuando se la descubre. ¿Pueden tener ni siquiera una pizca de credibilidad para denunciar noticias falsas? No, no la tienen.

El hecho de que los periodistas y “expertos” mintieran descaradamente al público para ayudar a su candidata favorita es obviamente peligroso. Esto fue señalado -irónicamente por Marty Baron, editor ejecutivo del Washington Post- quien en conversación con Jim Rutenberg del New York Times dijo: “Si en una sociedad la gente no puede ponerse de acuerdo en hechos básicos, ¿cómo podría haber una democracia que funcione?”

Exactamente: si tienes periodistas destacados que le dicen al público que crea en un grupo anónimo con una lista macartista [2] falsa, o que le dice que ignore documentos informativos argumentando que son falsos cuando no existe ninguna razón para creer que son falsos, esto es una amenaza directa contra la democracia. En el caso de los correos de Podesta, las mentiras fueron fabricadas por los mismos sectores que se autoproclaman a los gritos como víctimas de las noticias falsas.

Pero el problema va más allá de un mero asunto de hipocresía. Las quejas sobre las noticias falsas van típicamente acompañadas de “soluciones”, que involucran censura y supresión, ya sea por parte del gobierno o de las grandes corporaciones tecnológicas, como Facebook. Pero sin una definición clara de “noticias falsas”, y hasta que se reconozca que las noticias falsas son agresivamente propagadas por la misma gente que se queja de ellas, los peligros representados por las soluciones propuestas serán tan, o más, grandes que el problema.

* Glenn Greenwald : Abogado y periodista investigativo es cofundador de The Intercept. Anteriormente trabajó en Salon (EE.UU.) y The Guardian (Gran Bretaña). Fue el primero en reportar las revelaciones realizadas por el denunciante de conciencia Edward Snowden sobre el sistema de vigilancia masivo implementado por la NSA (National Security Agency) en EE.UU. y en el extranjero. Recibió los más prestigiosos premios periodísticos, como el Pulitzer (2014) y el George Polk (2013).


[1] Nota de la traductora: John Podesta fue el jefe de la campaña electoral de Hillary Clinton a la presidencia de EE.UU. El archivo de John Podesta publicado por WikiLeaks contenía cientos de miles de correos internos, al igual que numerosos e-mails intercambiados entre la campaña de Clinton y personalidades de los medios de prensa acordando cómo beneficiar a la candidata, en detrimento del socialista Sanders durante las primarias, y luego de Trump en la elección presidencial.

[2] Nota de la traductora: El término macartismo fue acuñado en la década de 1950, cuando el senador Joseph McCarthy se convirtió en la figura líder de la campaña anticomunista en Estados Unidos. Esta campaña era una cacería de brujas contra cualquier disidente político en todos los ámbitos, desde el cine hasta la administración pública. La acusación de "rojo", "comunista" o "agente de Rusia" se esgrimía sin aportar pruebas, con el propósito de eliminar a los oponentes políticos, encarcelándolos, echándolos de sus trabajos, convirtiéndolos en parias.

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