martes, 18 de octubre de 2011

Libre ¿Más de lo mismo o algo distinto?


Vos el Soberano

Por Sergio Suazo

“… una organización de nuevo tipo (más democrática, más ofensiva,
más popular) con un programa de crítica al ultraliberalismo, estructu-
-rarse y ganar las elecciones para ir a una constituyente. Es posible.”
Ignacio Ramonet

Rara avis
En las Ciencias Sociales el tema de la identidad política sobre todo de los partidos, viene dada desde tres fuentes: la primera, tiene que ver con el ambiente en el que nacen sea éste en circunstancias de lucha, de crisis o de estabilidad social, la segunda, por la cultura política del sistema que puede ser democrática, tolerante o autoritaria y por último, por la influencia de sus líderes como ha sucedido en varios países latinoamericanos, uno de los más emblemáticos que se puede citar es el del APRA en Perú con Haya de la Torre.

Debido al descrédito que se observa en los partidos políticos desde hace ya varias décadas, y al desaparecimiento de los llamados partidos tradicionales que surgieron a partir de comienzos del siglo pasado, en América Latina ya no es posible observar la construcción de partidos estructurados como los que surgieron a la luz de las grandes corrientes de pensamiento político internacionales como el liberalismo, socialismo y el social cristianismo con todas sus variantes.

Hoy, en lugar de ello, la organicidad política adquiere forma de conglomerados, coaliciones, alianzas o frentes instrumentales alrededor de un programa o simplemente alianzas electorales; la región está llena de ejemplos. En parte, porque la complejidad y variedad de problemas que afrontan las sociedades modernas, hacen que no exista una fuerza que por sí sola tenga la capacidad de resolverlos.

En Honduras contra toda lógica política -y como un producto no deseado y menos esperado por las fuerzas que perpetraron el rompimiento constitucional el 28J- ha comenzado el surgimiento de una nueva fuerza de carácter nacional que representa un desafío para el obtuso sistema político, que desafía a las clases dominantes pero que a la vez, significa un desafío para sí misma en términos de concebirse como una alternativa real de poder, no solamente por el apoyo que pueda concitar en el pueblo, sino, por su capacidad creativa de presentarse como algo distinto a los existente.

El primer desafío del partido en formación denominado Libertad y Refundación (LIBRE), es asimilarse como una verdadera alternativa de poder porque en política como en otros aspectos, no hay nada más seductor que ver a otro político con poder. Los inicios de LIBRE no han sido los mejores si nos atenemos a lo azaroso de su fundación y lo que ya se sabe sobre el nombre, que si nos fijamos bien, su identidad es más bien difusa porque no es producto del ambiente de La Resistencia, tampoco de la cultura política del país y menos de la influencia de las ideas de su liderazgo sino, del marketing comercial extrapolado a la política. Hey! ¿Estás con migo? Claro, Estoy Con Tigo! Y como somos Libres, toma Coca Cola la chispa de la vida!

En la política tradicional el peso de lo simbólico no existe porque no es parte de la comprensión que se tiene de los fenómenos sociales, da lo mismo llamarse rana que iguana, es más importante el papel celofán que el producto y según algunos, seguimos teniendo añoranzas por caudillos del pasado que “sabían mandar” y tenían “autoridad”, desconociendo los cambios y la complejidades de las sociedades actuales en las que la “autoridad” adquiere la forma de acuerdo, consenso, diálogo y no autoritarismo.

Acuerdo Programático: la verdadera radicalidad política
Desde el golpe de Estado militar, hemos asistido a un despertar no solo de las conciencias también del pensamiento, hasta de los “teoricismos” y “academicismos” como señalan algunos, lo que de ser cierto, representaría un avance del pensamiento sobre todo, del pensamiento crítico ausente por mucho tiempo también en quienes hacen dichos señalamientos.

También en el contexto de La Resistencia han surgido momentos de exaltación en forma de virus y en otras ocasiones, con “barras bravas” a la usanza de la derecha más reaccionaria, además “discusiones” tóxicas sobre la “revolución”, la “refundación”, la “insurrección”, la “autoconvocatoria”, el socialismo y todos los maximalismos del pasado. Pero en todas las discusiones, la gran ausente ha sido la política siendo que solo ella cambia las cosas ya que sin la política, lo demás es pura aventura.

Resulta que casi siempre, la lógica del poder termina imponiéndose sobre los que tienden únicamente a hacerse notar y la experiencia ha demostrado hasta el cansancio, que la exaltación política no se corresponde con las mayorías electorales o dicho de otra manera, no siempre la voz de la calle coincide con la voluntad mayoritaria en la urnas. Al final, las manifestaciones y asambleas multitudinarias terminan siendo influenciadas por ideas rígidas y mecánicas que impiden el logro de los objetivos de la lucha política. ¿A quién le importa esto? A los que participan en política!

Ahora bien, una vez cumplido el ritual de los formalismos jurídico-políticos de la inscripción de LIBRE como nueva fuerza política nacional, se impone el verdadero trabajo: Un Acuerdo Programático alrededor del cual aglutinar a los movimientos y tendencias internas, cualquier arreglo interno debería pasar por consensuar un acuerdo que contenga la visión de un país distinto, un “Acuerdo Programático” alternativo y al mismo tiempo diferenciador, que contemple un Estado diferente al constituido por las fuerzas oligárquicas, que marque un punto de inflexión y que si bien es cierto, sobreviven modos tradicionales de hacer política como producto de una cultura basada en el caudillismo y el clientelismo, sea un proceso de cambio social dirigido por actores políticos nuevos. El sentido común del pueblo ya superó muchas de las viejas nociones políticas que hablaban de un único camino para las transformaciones sociales, con la aparición de La Resistencia se fractura la continuidad de un modelo socialmente excluyente y comienza a perfilarse un proyecto político que apunta directamente al corazón del sistema que margina y empobrece a las mayorías.

Sin embargo, y para amargura de los que creen más en el papel celofán, LIBRE está libre de un análisis crítico, cuya ausencia, debe ser superada cuanto antes. La crítica pasa primero por las capacidades de idear y administrar el acuerdo al que se ha hecho mención aquí, es cierto que la política moderna se basa en liderazgos carismáticos, en marketing político y en encuestas, pero no se puede aspirar al poder desde una alternativa distinta sin disponer de grupos dedicados a pensar, estudiar, discutir y proponer. Esta es una de las grandes y más notorias debilidades que los partidos tradicionales han exhibido a lo largo de su historia, se han limitado a elaborar planes de gobierno que nadie lee y cuando llegan al gobierno, se deshacen de ellos porque inmediatamente comienza a funcionar el plan de los poderes fácticos.

Ante la ausencia de think tanks en el país, LIBRE necesita disponer de un grupo crítico de pensamiento capaz de suplir esa debilidad y de explicar al pueblo de manera sencilla, en qué consiste el proyecto político que representa y que necesita ser acompañado. Hacerlo o no hacerlo, superar en la medida de lo posible las prácticas políticas tradicionales, servirá para darnos cuenta si se trata de algo distinto o más de lo mismo.

No faltará quien contradiga que de LIBRE no puede salir algo nuevo porque son las mismas personas de los grupos sociales y de los partidos políticos tradicionales, llevaría mucha razón, pero en éste caso no se trataría de las personas sino más bien de la ideas. Al igual que la actualización y modernización de un partido político, no pasa por la edad de las personas, en este caso tampoco se trata de personas sino de propuestas como lo exige el diseño de un proyecto político rupturista.

Por último, LIBRE requiere convertirse en una convergencia opositora y ser percibida de esa manera por el pueblo, pero además, necesita de una construcción política innovadora, lúcida, progresista, con un perfilamiento de centro izquierda en el que las diferencias convergen en una nueva especificidad y cultivando la cultura de la deliberación. Institucionalizar el modelo de coalición, sus prácticas, la toma de decisiones debe ser parte de la identidad de un proyecto político que representa una opción de transformación social para Honduras.

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