miércoles, 12 de octubre de 2011

Frantz Fanon, la alianza de la palabra y la acción


La Jiribilla

Por Camila Valdés León

Suele ser usual que, al enfrentarse el lector a un escrito teórico, su concentración se dirija hacia el análisis de la textualidad, las relaciones internas de las ideas, los postulados principales. Mucho de temor tiene ese atrincherarse en lo textual y no mirar demasiado hacia las redes dentro de las cuales todo escrito está inmerso. Hay que reconocer que no es tarea para nada sencilla estar pendiente de los vasos comunicantes múltiples que unen al autor con sus palabras, a estas con las dichas antes, durante y posterior a ellas; y a las siempre cambiantes concretizaciones que en el acto de lectura se realizan.
Vista de esta manera, la estructura textual se nos presentaría entonces como un cuerpo vivo que se comba y se ramifica, y que no debe nunca reducirse a la simple lectura de sus conexiones internas, puesto que es parte conformante de un río mayor: el de las palabras y el de los hombres anclados, de manera irremediable, a ellas y a sus procesos históricos reales.
Esta serie de artículos son un intento por entender la trayectoria de acción y de pensamiento de un autor caribeño de influencia grande sobre el pensamiento tanto latinoamericano como africano y europeo: Frantz Fanon. Al igual que otros, como C.L.R. James o Aimé Césaire, sus escritos forman una unidad con su praxis. Su labor teórica no es, pues, solo propuestas en papel y tinta; sino necesidad sanguínea de preguntarse a sí y a los otros por aquello que le conforma vital y dolorosamente.
La condición de colonialidad de los pueblos otrora sujetos a metrópolis europeas no es elucubración de laboratorio sino realidad que ha precisado de ser pensada y en correspondencia ha conducido a la acción. La teoría pensada y actuada es la marca de autores como Fanon, en quien la toma de conciencia crítica lo arrastró de la profesión de psiquiatra a la entrega del hombre revolucionario.
Frantz Fanon, nacido en la isla de Martinica el 20 de julio de 1925, murió de leucemia en Túnez el 6 de diciembre de 1961. Formado como psiquiatra, fue enviado en 1953 por el gobierno francés a la colonia de Argelia para fungir como director de una institución mental en Blida- Jonville. Sin embargo, desde su llegada se afilió al Frente de Liberación Nacional argelino, motivo por el cual fue expulsado del país. No se retiró de África, sino que, comprometido con las luchas de liberación argelina se refugió en la vecina Túnez, para desde allí trabajar como miembro de los servicios de prensa del recién comenzado El Moudjahid, boletín oficial del FLN.
Hasta el momento de su muerte, con solo 36 años, ya había publicado dos libros, terminado uno y escrito lo suficiente como para compilar un cuarto: Peau noire, masques blancs (1952) y L'an V de la révolution algériènne (1959, reeditado bajo el título Sociologie d’une révolution en 1966), Les damnés de la terre (1961) y Pour la révolution africaine (1964). Es en la línea marcada por estos trabajos donde se aprecia la radicalización de su pensamiento, o, mejor, la universalización de sus primeras ideas.
En Peau noire, masques blancs, la preocupación yace en explorar las distintas formas de “blanqueamiento” de la subjetividad del negro caribeño, una vez que se parte de comprender que las patologías psíquicas en las sociedades colonizadas no se deben a una “incapacidad natural” frente al impacto que implica la modernización; sino que son resultado de la misma configuración cultural del colonialismo, puesto que la colonialidad es la cara oculta e inseparable de la modernidad.
Estas primeras tesis con respecto a la psicología del negro caribeño se extenderán, en Les damnés de la terre, hacia consideraciones mayores sobre los distintos momentos de la conciencia y la práctica del colonizado en general. En este libro se evidencian los años ya consagrados a la causa argelina: el compromiso que Fanon como intelectual asumió con la lucha por la descolonización de Argelia que para él no fue solo un proyecto político sino, además, la posibilidad de proyectar e implementar una nueva concepción del ser humano dentro de formas de organización que así lo afirmaran para todos en igualdad.
Les damnés de la terre ?que fue uno de sus más influyentes libros? previene también a los revolucionarios contra los riesgos de terminar reproduciendo el eurocentrismo y de permitir a una élite tomar el poder y realizar acuerdos neocoloniales con el primer mundo. Tales advertencias no pueden ser desligadas del duro golpe que significó para Fanon el asesinato de Patrice Lumumba por fuerzas de su propio país recién independizado, el Congo, apoyadas por los gobiernos occidentales (belga, portugués y norteamericano).[1]
Entre ambos libros se ubican los escritos en relación con la guerra en Argelia, recogidos en L'an V de la révolution algériènne. Allí Fanon desarrolló la idea de que si la sociedad colonial es una sociedad enferma, es el proceso de la revolución quien puede curarla. Como expondrá luego en Les damnés de la terre esto solo será posible a partir del establecimiento de nuevas relaciones humanas que sean capaces de superar el deseo de asimilación cultural a la otrora metrópoli, el resentimiento colonial y todas las formas del conservadurismo.
Como una serie de textos circundantes a todos estos libros pueden verse los recogidos en Pour la revolution africaine, la edición póstuma, que, gracias a la ayuda de la viuda, cuenta con los numerosos artículos que Frantz Fanon publicara no solo en El Moudjahid (de manera anónima) sino también en Afrique Action, y en la revista francesa Esprit; así como la intervención «Racismo y cultura» en el 1er Congreso de Escritores y Artistas Negros, celebrado en París en 1956, y la carta de renuncia presentada al hospital psiquiátrico de Blide-Joinville en el mismo año. En estos, en su mayoría, breves textos también puede rastrearse, de manera paralela a la lectura de los libros, los vínculos entre su pensamiento y su acción.
Señala Nelson Maldonado-Torres que, junto con Discours sur le colonialism (1950) de Césaire, Peau noire, masques blancs y Les damnés de la terre son escritos representativos de lo que él denomina el “segundo momento del giro descolonial”.
Si el primer momento de giro se evidencia en los trabajos de autores norteamericanos como W.E.B. Du Bois, siendo sus referentes históricos de mayor peso, la Revolución Haitiana, la Guerra de Secesión norteamericana y los Congresos Panafricanos; en el caso del segundo momento es de notar la crisis de legitimidad que sufre Europa, a raíz de la Segunda Guerra Mundial que implica una crisis en la conciencia del colonizado, quien «dividido y fragmentado tiene que plantear su devenir pero ya no puede contar simplemente con una tradición autóctona de antaño o con las promesas de Europa».[2]
A ello se ha de sumar también el peso de las luchas por la liberación de las colonias en África, Asia y el Caribe, y la Conferencia de Bandung, en Indondesia, 1955, donde se condenaron todas las formas posibles de colonialismo y neocolonialismo, incluidas aquellas encabezadas por el, en aquel momento, mayor estado socialista: la URSS.
Los escritos de Fanon son ancla en su tiempo; más allá de la palabra escrita son voz que se alza con la cadencia del habla y de la memoria ancestral, con la fuerza del grito de los excluidos. Tal alianza suya con la palabra reniega de la contemplación pasiva; se lanza a la acción, a la lucha. Y por más que en estos tiempos de descreimiento y desilusión de la teoría y de la praxis se proclame la muerte de las utopías, la vida escasa de Fanon nos muestra la valentía de proclamar su compromiso con los condenados de la tierra.
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Notas:
1.- Al respecto ver «La muerte de Lumumba: ¿podíamos actuar de otra manera?», artículo publicado en Afrique Action, núm. 19, 20 de febrero de 1961, recogido en Por la revolución africana, Fondo de Cultura Económica, México, 1965, pp. 216-223.
2.- Nelson Maldonado-Torres, «El pensamiento filosófico del “giro descolonizador”», en Enrique Dussel, Historia del pensamiento filosófico latinoamericano, del Caribe y «latino» (1300-2000), CREFAL/ Siglo XXI Editores, México, 2009, p. 692.

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