sábado, 26 de marzo de 2011
Cuando el “Humanismo Cristiano” reprime, San Romero de Abya Ayala habla
Revistazo.com
Por Ollantay Itzamná
A 20 meses del golpe de Estado en Honduras, la brutal represión siguió y sigue sin pausa y de prisa. Mientras los demócratas occidentales bombardean al pueblo de Muamar Gadafi (para apropiarse de sus reservas financieras internacionales y de los yacimientos petrolíferos), en nombre de la liberación del pueblo libio, en Honduras prohíjan un régimen de gobierno represor y asesino insaciable.
Mientras el sistema neoliberal, por sus estrepitosos fracasos, fue frenado en varios países de la región latinoamericana, en Honduras, todos los bienes naturales y los servicios sociales, progresivamente, están siendo transferidos a las empresas privadas. Los derechos sociolaborales ya son historia. ¡El derecho a tener derechos está en entredicho en la tierra de Morazán!
Hasta los ángeles del cielo lloran de indignación ante la brutalidad del régimen del “Humanismo Cristiano” (así se autodenomina el gobierno actual) en Honduras. Aquí, está prohibido tener derechos. Está prohibido pensar, informar, organizar y manifestarse. Si lo que creías que eran tus derechos son conculcados. Te callas o te callan. Si el hambre carcome el estómago de tus hijos, y la inseguridad te inunda. Te aguantas o te matan. Si el analfabetismo y la desinformación mediática te envenenan el alma. Tienes que agradecer por el veneno dosificado y encomendarte a la providencia divina, porque nada viene sino es de Dios, te dicen.
El gobierno del “Humanismo Cristiano” impone la obediencia cadavérica como virtud, bajo el argumento de voluntad divina. En pleno siglo XXI, este régimen, legitimado por las altas jerarquías católicas y evangélicas concubinos, persiste en su ilusión de instaurar la perversa cristiandad del siglo XIV. Perversidad que ni al Papa, ni a los actuales señores cruzados les conmueve.
Desaparecidos, muertos, heridos, huérfanos y exiliados siguen sumando día que pasa. Pero el régimen del “Humanismo Cristiano” continúa implacable, cual si fuera un hambriento Lobo rapaz. Demandando más vidas humanas de un pueblo cuyo único “delito” fue y es soñar/demandar otra Honduras para todas y todos.
A éste régimen represor del “Humanismo Cristiano”, instaurado en Honduras con el golpe de Estado, San Oscar Romero de Abya Ayala, les dice:
“Si lo que pretenden es decapitar la organización del pueblo, y estorbar el proceso que el pueblo quiere, no puede progresar otro proceso sin las raíces en el pueblo. Ningún gobierno puede tener eficacia, mucho menos cuando quiere implantarlo a fuerza de sangre y de dolor. Yo quisiera hacer un llamamiento, de manera especial, a los hombres del ejército. Y en concreto, a las bases de la Guardia Nacional, de la policía, de los cuarteles (...) Hermanos, son de nuestro mismo pueblo. Matan a sus mismos hermanos (…) Y ante una orden de matar que dé un hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice: ‘No matar’.
De nada sirven las reformas si van teñidas de tanta sangre. En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: Cese la represión”. (Homilía dominical, 23 de marzo de 1980, www.servicioskoinonia.org/romero)
El régimen represor del “Humanismo Cristiano” de Honduras y sus promotores internacionales y eclesiales tienen que escuchar este llamado ético. La historia de los pueblos vecinos, en los últimos años, nos enseña que la represión, lejos de amedrentar, enerva la indignación popular, obligando incluso a los “mancos” y “ciegos” a salir al encuentro de sus verdugos.
Por Ollantay Itzamná
A 20 meses del golpe de Estado en Honduras, la brutal represión siguió y sigue sin pausa y de prisa. Mientras los demócratas occidentales bombardean al pueblo de Muamar Gadafi (para apropiarse de sus reservas financieras internacionales y de los yacimientos petrolíferos), en nombre de la liberación del pueblo libio, en Honduras prohíjan un régimen de gobierno represor y asesino insaciable.
Mientras el sistema neoliberal, por sus estrepitosos fracasos, fue frenado en varios países de la región latinoamericana, en Honduras, todos los bienes naturales y los servicios sociales, progresivamente, están siendo transferidos a las empresas privadas. Los derechos sociolaborales ya son historia. ¡El derecho a tener derechos está en entredicho en la tierra de Morazán!
Hasta los ángeles del cielo lloran de indignación ante la brutalidad del régimen del “Humanismo Cristiano” (así se autodenomina el gobierno actual) en Honduras. Aquí, está prohibido tener derechos. Está prohibido pensar, informar, organizar y manifestarse. Si lo que creías que eran tus derechos son conculcados. Te callas o te callan. Si el hambre carcome el estómago de tus hijos, y la inseguridad te inunda. Te aguantas o te matan. Si el analfabetismo y la desinformación mediática te envenenan el alma. Tienes que agradecer por el veneno dosificado y encomendarte a la providencia divina, porque nada viene sino es de Dios, te dicen.
El gobierno del “Humanismo Cristiano” impone la obediencia cadavérica como virtud, bajo el argumento de voluntad divina. En pleno siglo XXI, este régimen, legitimado por las altas jerarquías católicas y evangélicas concubinos, persiste en su ilusión de instaurar la perversa cristiandad del siglo XIV. Perversidad que ni al Papa, ni a los actuales señores cruzados les conmueve.
Desaparecidos, muertos, heridos, huérfanos y exiliados siguen sumando día que pasa. Pero el régimen del “Humanismo Cristiano” continúa implacable, cual si fuera un hambriento Lobo rapaz. Demandando más vidas humanas de un pueblo cuyo único “delito” fue y es soñar/demandar otra Honduras para todas y todos.
A éste régimen represor del “Humanismo Cristiano”, instaurado en Honduras con el golpe de Estado, San Oscar Romero de Abya Ayala, les dice:
“Si lo que pretenden es decapitar la organización del pueblo, y estorbar el proceso que el pueblo quiere, no puede progresar otro proceso sin las raíces en el pueblo. Ningún gobierno puede tener eficacia, mucho menos cuando quiere implantarlo a fuerza de sangre y de dolor. Yo quisiera hacer un llamamiento, de manera especial, a los hombres del ejército. Y en concreto, a las bases de la Guardia Nacional, de la policía, de los cuarteles (...) Hermanos, son de nuestro mismo pueblo. Matan a sus mismos hermanos (…) Y ante una orden de matar que dé un hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice: ‘No matar’.
De nada sirven las reformas si van teñidas de tanta sangre. En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: Cese la represión”. (Homilía dominical, 23 de marzo de 1980, www.servicioskoinonia.org/romero)
El régimen represor del “Humanismo Cristiano” de Honduras y sus promotores internacionales y eclesiales tienen que escuchar este llamado ético. La historia de los pueblos vecinos, en los últimos años, nos enseña que la represión, lejos de amedrentar, enerva la indignación popular, obligando incluso a los “mancos” y “ciegos” a salir al encuentro de sus verdugos.
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