martes, 2 de noviembre de 2010

El sustento de los cambios

Radio Progreso 

La ebullición en la que estamos inmersos tiene de base a mucha gente que se afana en sobrevivir cotidianamente, arañando por donde puede para arrancarle un respiro a una vida que le resulta muy cuesta arriba; y también tiene de base una tenaz lucha entre aquellos sectores comprometidos por transformar el rumbo del país, y los que se resisten al mismo y se aferran a su vida de privilegios.

En los últimos meses esta lucha ha sido más evidente. Muchos sectores organizados han demandado desde todos los foros posibles, pero especialmente desde las calles, nuevas y radicales reglas del juego, demandando en definitiva un cambio de rumbo, un nuevo modelo que rompa con la exclusión social. En esa dinámica de cambio, el golpe de estado fue una verdadera dinamita: removió las estructuras sociales, desenterró el espíritu rebelde de muchos jóvenes, y convirtió todas las demandas y todos los descontentos acumulados en una sola consigna: refundar Honduras, es decir, hacer cambios profundos en las relaciones humanas, sociales, políticas, jurídicas e institucionales, desde la perspectiva de los más oprimidos y excluidos de la sociedad.

Tan fuerte es la demanda por el cambio, y tan fuertes son quienes sostienen esta demanda, que los sectores elitistas, se han visto en la necesidad de salir al paso con propuestas que, como el diálogo de Lobo Sosa, buscan capitalizar a su favor y desde la defensa de sus intereses, el llamado de diversos sectores de la sociedad por una Asamblea Nacional Constituyente.

Muchas cosas alimentan los vientos de cambio, unos vientos vienen de las experiencias de lucha popular de América del Sur, pero el motor principal del cambio está en un sector importante del pueblo que ha crecido en conciencia para luchar por trascender el modelo bipartidista en la lucha por hacer frente a la exclusión social. En este marco, todos los sectores sociales que hemos apostado por las transformaciones profundas desde las movilizaciones y manifestaciones pacíficas y ciudadanas, estamos llamados al debate, la reflexión, el análisis que contribuyan a fortalecernos tanto en conciencia como en contenidos y en ética para saber conducir estos cambios sin cálculos, sin ventajas particulares, y con la plena claridad que los cambios sólo serán auténticos si se sustentan en el testimonio personal de los dirigentes y si se tiene a los pobres y excluidos como centro y motor tanto en el proceso como en el final del camino.

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