viernes, 12 de noviembre de 2010

José Luis Patrola: ‘Haití tiene que ser parte de Latinoamérica’

Prensa de Frente *
Adital 

Por Tamara Roselló y Miriela Fernández

El brasileño José Luis Patrola coordina la Brigada de La Vía Campesina en Haití. Ellos no llegaron con la noticia del terremoto, ya estaban en suelo haitiano para compartir experiencias con el campesinado. Tras el desastre natural de enero pasado, sus labores se han intensificado. Ahora es mucho más pertinente la ayuda. Esta brigada actúa y brinda su solidaridad en ocho departamentos o provincias del pequeño país caribeño.

Cuéntanos ¿cómo es una jornada intensa, de esas que cotidianamente viven?, le pregunto. "Un día intenso es subir y bajar montañas por tres o cuatro horas, comer una vez al día y dormir en la casa de un campesino pobre que te ofrece la mejor cama o la mejor colchoneta para descansar tranquilamente".

Por ese vínculo con el pueblo, por esas ganas de cambiar la suerte de haitianas y haitianos, quisimos saber sus consideraciones sobre la situación actual de Haití. La militarización de la ayuda humanitaria, la soberanía de ese pueblo, el papel de los movimientos sociales y el apoyo solidario de otras naciones, como Cuba, fueron parte del cuestionario que le enviamos por correo electrónico, y al que le siguió de inmediato, estas respuestas de Patrola.

"La problemática haitiana no es algo reciente que se instaló con el terremoto. De hecho, el evento del 12 de enero puso a las claras los problemas históricos de ese país: la urbanización desordenada, la soberanía alimentaria, la educación, la salud, la agricultura, las fuentes de energía y otros que se han agravado en los últimos 20 años.

"Por un lado, la catástrofe abre la posibilidad para que el país se reconstruya de manera sólida y sostenible; por otro, asoma la disputa de intereses económicos y militares. Esa dicotomía se ha instalado desde la misma noche del sismo y sigue hasta hoy. Dos ejemplos: la ocupación del país por más de 13 000 marines y la coordinación de la Comisión Interina para la reconstrucción de Haití por una autoridad norteamericana.

"En Haití son pocos los países que no militarizan la ayuda humanitaria como Cuba, Venezuela y La Vía Campesina de Brasil.

"La última ocupación militar, a través de la MINUSTAH (Misión de las Naciones Unidas para la estabilización de Haití), -que lleva aquí seis años obedeciendo a una estrategia política de Naciones Unidas que nunca ha presentado un plan de reconstrucción estructural del país-, se encuentra en un momento decisivo, sobre todo después del terremoto, que ha hecho más evidente la existencia de graves problemas de seguridad, y si no los enfrentamos, tendremos 10 años más de ocupación y de mayor profundidad".

-¿Cómo aprecia el proceso de reconstrucción de Haití? ¿Qué peligros identifica para la soberanía de los haitianos y las haitianas?
Es evidente que Haití necesita de la ayuda internacional, incluso por factores geográficos. Después del terremoto se ha conformado la Comisión Interina para la Reconstrucción de Haití (CIRH) que tiene como coordinador provisorio al ex presidente norteamericano Bill Clinton.
Existe un plan de reconstrucción que plantea, en primer lugar, la construcción de los centros administrativos y polos industriales en determinadas zonas. De hecho se va hacer algo, pero nada se habla de viviendas para más de un millón de siniestrados que viven en campamentos. Además, son pocas la iniciativas para fortalecer la agricultura que es una de las bases fundamentales de le economía nacional.

El proceso de reconstrucción, de la forma que se está llevando a cabo, coordinado de arriba hacia abajo, con la colaboración de un sector de la sociedad y del gobierno, puede provocar dos fenómenos lamentables: el aumento del éxodo rural, debido a la oferta de empleos temporales en la zona metropolitana para la reconstrucción de los centros administrativos y de algunas industrias que serán instaladas; y en segundo lugar, el aumento de la concentración urbana a través de los "bidonville" (favelas en portugués). De manera espontánea la población haitiana afectada por el terremoto organizó sus campamentos en plazas públicas y en zonas deshabitadas. Hoy existen centenares de esos campamentos que se trasformarán en "bidonville".

-¿Cuál ha sido la contribución de los movimientos sociales latinoamericanos al pueblo haitiano? ¿Cómo el resto de los pueblos del continente pueden seguir acompañando a Haití?
Haití vive bajo tres formas de ocupación: una militar, una económica y otra política. Las disputas internacionales se dan en esa última esfera. Internamente la población se da cuenta de todo ese proceso y muchas veces no tiene capacidad de reacción mediante la ausencia de soberanía nacional.

Nosotros, como movimientos sociales, debemos, primero, entender lo que realmente pasa en Haití, y después convencer a nuestros países a que ayuden a esta nación con medidas de apoyo solidario en problemas estructurales, que fortalezcan la construcción de la soberanía y de la autonomía nacional haitianas. Por otro lado, debemos ayudar con envío de brigadas solidarias; y acoger brigadas haitianas en nuestros países en un amplio proceso de intercambio latinoamericano y caribeño. Haití tiene que ser parte de Latinoamérica y debemos romper las barreras del idioma para unirnos como pueblos.

-¿Con qué movimientos nacionales se está trabajando para hacer que la población haitiana sea verdaderamente protagonista de la reconstrucción?
Los movimientos sociales haitianos han sido duramente azotados por los golpes de estados ocurridos en el país, además de que han sufrido fuertes divisiones internas. También las grandes ONGs se mezclan en las comunidades, introduciendo otra cultura organizativa, y debilitan las organizaciones sociales locales.

A nivel del campesinado se está impulsando desde hace algunos años una importante plataforma nacional que se llama "kat je kontre", que articula cuatro importantes movimientos campesinos nacionales y otros regionales. El sector campesino es muy importante en la sociedad pues congrega a más del 65% del total de la población.

El principal desafío de los movimientos sociales haitianos es construir la unidad interna o en las plataformas sectoriales para que busquen la construcción de una unidad nacional y, a partir de ahí, plantear políticas de conjunto.

-¿Qué le ha impresionado más en esta hora difícil junto al pueblo haitiano?
De hecho el pueblo haitiano es muy fuerte en los momentos difíciles. Aquí las catástrofes naturales han golpeado duramente a la población más pobre. Los ciclones han sido muy destructivos y el terremoto ha sido el desastre más grave en toda la historia del país. Sin embargo, la población ha tratado de resolver sus problemas de maneras increíbles.

El sector rural es el más pobre. Las campesinas, de forma general, organizan el comercio de la producción agrícola a través de las ferias, que son verdaderos huracanes de gente existentes en todos los cantos del país. No hay un haitiano que no tenga vínculo con las ferias en el día a día. Es parte de su cultura, de la economía agrícola, de la vida del campesinado.

-¿Qué referencias o vínculos han tenido con las brigadas médicas cubanas o el personal formado en la Isla? ¿Cómo valoran esa ayuda y la de otros países/pueblos amigos?
Los médicos cubanos hacen un trabajo extraordinario junto al pueblo pobre haitiano. Apoyados por Venezuela, organizan hospitales en todo el país. Se trata de la ayuda más solidaria y eficiente que hemos percibido.

La cooperación solidaria desarrollada por Cuba en Haití comprueba que los problemas estructurales del país en el tema de salud deben ser tratados seriamente con la participación del pueblo haitiano como protagonista. Todo lo que se plantee fuera de esta lógica impedirá que sea el pueblo el que construya su soberanía y autonomía nacionales.

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* Noticias de los movimientos populares por el cambio social

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