sábado, 13 de noviembre de 2010
La SIP hizo su asamblea en Mérida y siguió atacando al Gobierno argentino
Por Emilio Marín
La SIP escogió a Mérida, estado de Yucatán, para su 66ª Asamblea Anual, que comenzó oficialmente el 8 de noviembre. La burocracia de la entidad y el resto de los socios se citan dos veces al año, y suelen elegir bellos lugares. En hermosas ciudades como Mérida cocinan feos planes políticos, con cuestionamientos y mentiras contra gobiernos progresistas de la región.
La entidad tiene una afinidad absoluta con el Departamento de Estado: si Hillary Clinton critica al presidente venezolano, inmediatamente la SIP presentará cuentas sobre los ataques que supuestamente Hugo Chávez ha lanzado contra “la prensa libre”.
Como el grupo tiene su sede en Miami, de recalcitrantes anticastristas, es obvio que el bloqueo continuado por Barack Obama contra Cuba cuenta con miles de páginas diarias encomiando ese castigo. Dicen que allí se encarcela, tortura y persigue a “periodistas libres”, en verdad pagados por la Sección de Intereses de Norteamérica (SINA).
Uno de esos, Raúl Rivero, que ahora vive en España, fue designado directivo por la SIP.
En cierto modo la Web de la SIP confirma esa línea proestadounidense, pues cuenta que hubo intentos de crearla en 1926 y luego de un paréntesis se retomaron las reuniones en México en 1942, y posteriormente en Caracas, Bogotá y Quito. En esa época fundacional hubo una cita en La Habana durante la dictadura de Fulgencio Batista, antecedente que fue borrado de su Web. Se dice allí: “al inicio fue una organización latinoamericana. En 1946 varios editores y directores fundaron un grupo en Estados Unidos”. Está claro. Los yanquis pasaron a dominar completamente la SIP, como se verifica con dos datos.
Uno es el de las campañas que encara, totalmente sesgadas en política para atacar a los gobiernos populares de América Latina y el Caribe. Su temprana obsesión fue denigrar a Cuba; ahora tienen un poco más de trabajo porque hay varios presidentes que defienden sus recursos naturales, adoptan medidas de contenido social y se insubordinan a las órdenes del imperio.
El otro dato surge de la nómina de autoridades de la SIP. Su Presidente Honorario Vitalicio es Scout C. Schurz, del Herald-Times de Bloomington, Indiana; su presidente es Alejandro Aguirre, del Diario Las Americas, Miami, Florida; su 2do. Vicepresidente es Milton Coleman, The Washington Post, de Washington DC; y la tesorera es Elizabeht Ballantine, The Durango Herald, de Durango, Colorado. Las excepciones de nacionalidad -no de ideología-, son el 1er. Vicepresidente, Gonzalo Marroquín, de Prensa Libre, Guatemala; y la Secretaría de Jaime Mantilla, de Diario Hoy, de Quito, Ecuador. Este último es férreo opositor al presidente Rafael Correa y alentó la sublevación del 30 de setiembre que casi termina matándolo.
Una joyita esas Autoridades. Lo mismo su Comité Ejecutivo, donde figura Bartolomé Mitre por La Nación, alias “Gaceta Ganadera”. Otro asociado es La Nueva Provincia de Bahía Blanca, alias “Gaceta Marinera”, que despidió con elogios al genocida Emilio Massera.
Atacan lo nacional y popular
En la 66ª Asamblea se enfilaron como siempre los cañones contra los presidentes que, aún con sus limitaciones, tratan de defender los intereses nacionales de los países que les toca gobernar.
Al ecuatoriano Correa lo retaron por la utilización de cadenas nacionales de radio y TV que empleó el 30 de setiembre pasado. ¿Acaso el presidente es un parlanchín o dictador que quiere abusar de los medios? En absoluto, en una emergencia, provocada por el intento de golpe de Estado, la víctima de ese putsch que casi le cuesta la vida, cometió un delito. Según la SIP: “ordenó a los medios suspender sus transmisiones y reproducir sólo la señal oficial en el marco de la rebelión policial”. De esta manera, indirecta, la entidad mostraba su simpatía por los golpistas de Quito.
La SIP dijo estar muy preocupada por la situación de Bolivia, y cuestionó la reciente ley contra el racismo y la discriminación impulsada por Evo Morales. ¿Acaso el lobby proestadounidense tiene miedo que el gobierno de La Paz sancione a diarios que proclaman en tapa su racismo? Otra vez defiende a los sectores oligárquicos y xenófobos de la “Media Luna”, como antes apoyó al gobierno neoliberal de Gonzalo Sánchez de Lozada, profugado a EE UU.
Como Washington tiene una inquina total contra Chávez, la SIP procura morderle los talones al bolivariano. En la cita de Buenos Aires, en noviembre del año pasado, había acusado a Chávez de haber realizado 107 ataques a la prensa durante 2009. Era el peor de todos los “autoritarios”.
Ahora lo volvió a sentar en el banquillo y le reclamó "tomar medidas inmediatas para restaurar el pleno derecho del pueblo venezolano a informarse y transmitir información en todo su pluralismo”.
La verdad es otra. Esos medios privados fueron parte del intento de golpe en 2002 en Caracas, que sigue bajo nuevas formas hasta hoy. En las pantallas de TV de Miami hubo programas que alentaron matar a Chávez, sin que la SIP se diera por enterada. Les molesta Telesur y la empujan fuera de la grilla televisiva en la región, un objetivo compartido aquí por el Clarín-Cablevisión.
Y no podía faltar una batería de críticas contra Cuba, a la que se reprochó que ha liberado a 16 “periodistas independientes” desde julio pasado pero “aún permanecen en prisión ocho comunicadores”. ¿Independientes de qué? La entidad hizo mutis por el foro ante la denuncia del canciller cubano en la ONU, el 26 de octubre pasado, cuando afirmó: “un alto funcionario de la USAID confirmó ayer al periodista Tracey Eaton que, en el último período, han hecho llegar 15,6 millones de dólares a ´individuos en el terreno en Cuba´. Así llaman a sus mercenarios”.
Tiran contra Cristina
Bartolo Mitre adujo no poder asistir a Mérida por cuestiones de salud y envió una Carta que puede leerse en “La Nación” (8/11). Allí cuestiona todas las iniciativas del gobierno nacional en materia de Papel Prensa, la ley de medios y la publicidad oficial, así como las supuestas campañas del kirchnerismo contra “la libertad de prensa”. Bartolo escribió que eso constituye “una nube tóxica” contra “el periodismo libre”.
La entidad ya venía tomando posiciones públicas en la exacta dirección que pidió Mitre y su socio Héctor Magnetto en esos tres temas. En la 65ª Asamblea hecha en Buenos Aires, en noviembre de 2009, cargaron las tintas contra la flamante ley de medios. Luego, el 26 de octubre de 2010, la SIP deploró el proyecto oficial referido a Papel Prensa, las denuncias contra la dupla monopólica y el intento de declarar el papel de diarios un asunto de interés público.
La Asamblea de Mérida tomó tres resoluciones respecto de la Argentina: sobre la publicidad oficial y la ley de medios; sobre Papel Prensa, y sobre los supuestos ataques a medios y periodistas. Como si Buenos Aires fuera el narcotizado Golfo de México o la golpista capital de Honduras, los empresarios de la SIP denunciaron que en el semestre “siguieron recrudeciendo en la Argentina las agresiones a periodistas y editores de medios de comunicación por parte de funcionarios, referentes y militantes afines al poder político”.
La actitud canallesca de Aguirre y demás directivos se visualiza en el terreno político con meridana claridad, porque al mismo tiempo que repartían estas acusaciones sin fundamento, daban la bienvenida a la 66ª Asamblea a tres presidentes a los que sí deberían haber reprochado muertes y desapariciones.
A Mérida llegaron como invitados especiales Juan Manuel Santos, de Colombia; Porfirio Lobo, de Honduras, y el mexicano Felipe Calderón. Se los mimó y se les dio trato preferencial, pese a que la estadística de la SIP revela que en el último semestre hubo 16 crímenes de periodistas, de los que 7 eran mexicanos, 5 hondureños, 2 brasileños y 2 colombianos (Rodolfo Maya Aricape y Clodomiro Castillo).
Ninguno de esos asesinados era periodista de Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia ni Argentina. Pero la Sociedad con asiento en Miami, que dice defender al periodismo, ¡atacó a Castro, Chávez, Correa, Evo y Cristina Fernández! Y lo hizo en la misma reunión donde agasajó a tres presidentes que tendrían que rendir cuentas de crímenes de comunicadores: Santos, Lobo y Calderón. Eso por no hablar de la gran cantidad de periodistas asesinados por los invasores norteamericanos en Irak; de esos muertos tampoco se ocuparán los empresarios amigos de George Bush y Obama.
La SIP escogió a Mérida, estado de Yucatán, para su 66ª Asamblea Anual, que comenzó oficialmente el 8 de noviembre. La burocracia de la entidad y el resto de los socios se citan dos veces al año, y suelen elegir bellos lugares. En hermosas ciudades como Mérida cocinan feos planes políticos, con cuestionamientos y mentiras contra gobiernos progresistas de la región.
La entidad tiene una afinidad absoluta con el Departamento de Estado: si Hillary Clinton critica al presidente venezolano, inmediatamente la SIP presentará cuentas sobre los ataques que supuestamente Hugo Chávez ha lanzado contra “la prensa libre”.
Como el grupo tiene su sede en Miami, de recalcitrantes anticastristas, es obvio que el bloqueo continuado por Barack Obama contra Cuba cuenta con miles de páginas diarias encomiando ese castigo. Dicen que allí se encarcela, tortura y persigue a “periodistas libres”, en verdad pagados por la Sección de Intereses de Norteamérica (SINA).
Uno de esos, Raúl Rivero, que ahora vive en España, fue designado directivo por la SIP.
En cierto modo la Web de la SIP confirma esa línea proestadounidense, pues cuenta que hubo intentos de crearla en 1926 y luego de un paréntesis se retomaron las reuniones en México en 1942, y posteriormente en Caracas, Bogotá y Quito. En esa época fundacional hubo una cita en La Habana durante la dictadura de Fulgencio Batista, antecedente que fue borrado de su Web. Se dice allí: “al inicio fue una organización latinoamericana. En 1946 varios editores y directores fundaron un grupo en Estados Unidos”. Está claro. Los yanquis pasaron a dominar completamente la SIP, como se verifica con dos datos.
Uno es el de las campañas que encara, totalmente sesgadas en política para atacar a los gobiernos populares de América Latina y el Caribe. Su temprana obsesión fue denigrar a Cuba; ahora tienen un poco más de trabajo porque hay varios presidentes que defienden sus recursos naturales, adoptan medidas de contenido social y se insubordinan a las órdenes del imperio.
El otro dato surge de la nómina de autoridades de la SIP. Su Presidente Honorario Vitalicio es Scout C. Schurz, del Herald-Times de Bloomington, Indiana; su presidente es Alejandro Aguirre, del Diario Las Americas, Miami, Florida; su 2do. Vicepresidente es Milton Coleman, The Washington Post, de Washington DC; y la tesorera es Elizabeht Ballantine, The Durango Herald, de Durango, Colorado. Las excepciones de nacionalidad -no de ideología-, son el 1er. Vicepresidente, Gonzalo Marroquín, de Prensa Libre, Guatemala; y la Secretaría de Jaime Mantilla, de Diario Hoy, de Quito, Ecuador. Este último es férreo opositor al presidente Rafael Correa y alentó la sublevación del 30 de setiembre que casi termina matándolo.
Una joyita esas Autoridades. Lo mismo su Comité Ejecutivo, donde figura Bartolomé Mitre por La Nación, alias “Gaceta Ganadera”. Otro asociado es La Nueva Provincia de Bahía Blanca, alias “Gaceta Marinera”, que despidió con elogios al genocida Emilio Massera.
Atacan lo nacional y popular
En la 66ª Asamblea se enfilaron como siempre los cañones contra los presidentes que, aún con sus limitaciones, tratan de defender los intereses nacionales de los países que les toca gobernar.
Al ecuatoriano Correa lo retaron por la utilización de cadenas nacionales de radio y TV que empleó el 30 de setiembre pasado. ¿Acaso el presidente es un parlanchín o dictador que quiere abusar de los medios? En absoluto, en una emergencia, provocada por el intento de golpe de Estado, la víctima de ese putsch que casi le cuesta la vida, cometió un delito. Según la SIP: “ordenó a los medios suspender sus transmisiones y reproducir sólo la señal oficial en el marco de la rebelión policial”. De esta manera, indirecta, la entidad mostraba su simpatía por los golpistas de Quito.
La SIP dijo estar muy preocupada por la situación de Bolivia, y cuestionó la reciente ley contra el racismo y la discriminación impulsada por Evo Morales. ¿Acaso el lobby proestadounidense tiene miedo que el gobierno de La Paz sancione a diarios que proclaman en tapa su racismo? Otra vez defiende a los sectores oligárquicos y xenófobos de la “Media Luna”, como antes apoyó al gobierno neoliberal de Gonzalo Sánchez de Lozada, profugado a EE UU.
Como Washington tiene una inquina total contra Chávez, la SIP procura morderle los talones al bolivariano. En la cita de Buenos Aires, en noviembre del año pasado, había acusado a Chávez de haber realizado 107 ataques a la prensa durante 2009. Era el peor de todos los “autoritarios”.
Ahora lo volvió a sentar en el banquillo y le reclamó "tomar medidas inmediatas para restaurar el pleno derecho del pueblo venezolano a informarse y transmitir información en todo su pluralismo”.
La verdad es otra. Esos medios privados fueron parte del intento de golpe en 2002 en Caracas, que sigue bajo nuevas formas hasta hoy. En las pantallas de TV de Miami hubo programas que alentaron matar a Chávez, sin que la SIP se diera por enterada. Les molesta Telesur y la empujan fuera de la grilla televisiva en la región, un objetivo compartido aquí por el Clarín-Cablevisión.
Y no podía faltar una batería de críticas contra Cuba, a la que se reprochó que ha liberado a 16 “periodistas independientes” desde julio pasado pero “aún permanecen en prisión ocho comunicadores”. ¿Independientes de qué? La entidad hizo mutis por el foro ante la denuncia del canciller cubano en la ONU, el 26 de octubre pasado, cuando afirmó: “un alto funcionario de la USAID confirmó ayer al periodista Tracey Eaton que, en el último período, han hecho llegar 15,6 millones de dólares a ´individuos en el terreno en Cuba´. Así llaman a sus mercenarios”.
Tiran contra Cristina
Bartolo Mitre adujo no poder asistir a Mérida por cuestiones de salud y envió una Carta que puede leerse en “La Nación” (8/11). Allí cuestiona todas las iniciativas del gobierno nacional en materia de Papel Prensa, la ley de medios y la publicidad oficial, así como las supuestas campañas del kirchnerismo contra “la libertad de prensa”. Bartolo escribió que eso constituye “una nube tóxica” contra “el periodismo libre”.
La entidad ya venía tomando posiciones públicas en la exacta dirección que pidió Mitre y su socio Héctor Magnetto en esos tres temas. En la 65ª Asamblea hecha en Buenos Aires, en noviembre de 2009, cargaron las tintas contra la flamante ley de medios. Luego, el 26 de octubre de 2010, la SIP deploró el proyecto oficial referido a Papel Prensa, las denuncias contra la dupla monopólica y el intento de declarar el papel de diarios un asunto de interés público.
La Asamblea de Mérida tomó tres resoluciones respecto de la Argentina: sobre la publicidad oficial y la ley de medios; sobre Papel Prensa, y sobre los supuestos ataques a medios y periodistas. Como si Buenos Aires fuera el narcotizado Golfo de México o la golpista capital de Honduras, los empresarios de la SIP denunciaron que en el semestre “siguieron recrudeciendo en la Argentina las agresiones a periodistas y editores de medios de comunicación por parte de funcionarios, referentes y militantes afines al poder político”.
La actitud canallesca de Aguirre y demás directivos se visualiza en el terreno político con meridana claridad, porque al mismo tiempo que repartían estas acusaciones sin fundamento, daban la bienvenida a la 66ª Asamblea a tres presidentes a los que sí deberían haber reprochado muertes y desapariciones.
A Mérida llegaron como invitados especiales Juan Manuel Santos, de Colombia; Porfirio Lobo, de Honduras, y el mexicano Felipe Calderón. Se los mimó y se les dio trato preferencial, pese a que la estadística de la SIP revela que en el último semestre hubo 16 crímenes de periodistas, de los que 7 eran mexicanos, 5 hondureños, 2 brasileños y 2 colombianos (Rodolfo Maya Aricape y Clodomiro Castillo).
Ninguno de esos asesinados era periodista de Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia ni Argentina. Pero la Sociedad con asiento en Miami, que dice defender al periodismo, ¡atacó a Castro, Chávez, Correa, Evo y Cristina Fernández! Y lo hizo en la misma reunión donde agasajó a tres presidentes que tendrían que rendir cuentas de crímenes de comunicadores: Santos, Lobo y Calderón. Eso por no hablar de la gran cantidad de periodistas asesinados por los invasores norteamericanos en Irak; de esos muertos tampoco se ocuparán los empresarios amigos de George Bush y Obama.
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