martes, 4 de junio de 2013
El ADN autoritario del nacionalismo
Por Carlos Méndez
Mucha gente está observando desde hace rato, cómo el país se está manipulando violentamente para “encaminarlo hacia una dictadura” ¡Y quedarse 50 años-dicen algunos-, derramando “progreso y felicidad al pueblo hondureño”!
Estas voces vienen de todas partes. Los empresarios están asustados y no menos otros sectores de la sociedad.
“Hay un desmedido control, del Congreso que luego interviene a la Corte Suprema de Justicia destituyendo a cuatro magistrados, después el Ministerio Público, etc. etc., La idea, ha dicho el controversial Adolfo Facussé de la ANDI, es “perpetuarse en el poder”. (Ver medios de difusión escritos).
Sectores de la sociedad civil, denuncian por su parte, vestigios de este autoritarismo cuando con desplante abusivo, se imponen leyes, como la de las ciudades modelos, lo mismo que las indebidas concesiones mineras que negocian bajo la mesa, para obtener, sabe Dios, jugosas y millonarias canonjías y, terminar de rematar la soberanía del país.
La mentalidad autoritaria es antidemocrática y se incuba desde el hogar, con el jefe patriarcal machista de familia, represivo con sus hijos y mujer, quienes se amoldan o se “educan” en un modelo disciplinario violento, aún con las pinceladas de ternura y sobre protección con que lo embadurnan.
La personalidad autoritaria se proyecta e interioriza cotidianamente primero en casa, calle y más tarde, en las esferas públicas del poder. El autoritarismo se cultiva también desde la Escuela en donde el profesor escolástico se encarga de adiestrar a su alumnado para el vasallaje político e ideológico del futuro. Una persona autoritaria es proclive a la intolerancia, y la descalificación, inclusive, en extremo, a la eliminación física de los que no piensan igual que ellos.
Los partidos tradicionales son proclives al autoritarismo. Su cordón umbilical se ubica en el revoltijo político de las guerras civiles y montoneras de finales del siglo ante pasado y con la dictadura de 16 años de Tiburcio Carías Andino, calificada como una de las más crueles y sanguinarias de América Latina.
Así, el nacionalismo tiene en el autoritarismo el ADN maravilloso que siempre tuvieron. Esto los hace profesionales de conspiraciones fascistoides y artífices de múltiples golpes de Estado, como el de junio 2009, del cual, el actual Presidente del Congreso, Juan Orlando Hernández, se siente orgulloso por su disciplina espartana, al dar un paso al frente para apoyarlo y ejecutarlo.
La personalidad autoritaria no solamente está arraigada en la alta dirigencia liberal-cachureca, sino también y lo que es peor, en millones de personas capaces de suicidarse en las urnas por cualquier orate que despierte en ellas las actitudes anti democráticas que llevan en la sangre y el subconsciente.
Sus líderes tienen material abultado para manipular, como el miedo y el alto grado de violencia impune que vivimos para mover a cualquier hitleriano del patio y emprender una cruzada de gatillo para “redimir” al país.
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