sábado, 5 de diciembre de 2020

La elección de Rusia y China en estos momentos de crisis en EE.UU.


Asia Times

Por Pepe Escobar 

Independientemente del resultado de las elecciones, el choque entre EE.UU. y China-Rusia está destinado a convertirse en cada vez más incandescente.

Independientemente de las consecuencias geopolíticas y geoeconómicas de la espectacular distopía estadounidense, la asociación estratégica Rusia-China –con sus propios escrutinios ligeramente diferentes– ya han elegido su camino a seguir.

El «secreto» no tan oculto del plan quinquenal 2021-2025 de China, que el Global Times describió como «autosuficiencia económica», es basar la creciente influencia geopolítica del “estado civilizador” en los avances tecnológicos.

De manera concluyente, China se encuentra en un camino «autónomo» que depende de poca o nada de la contribución extranjera. Incluso se ha fijado un horizonte claro y “pragmático” para 2035 (a mitad de camino entre ahora y 2049). En ese año China debería estar a la par o incluso superar a Estados Unidos en poder geopolítico, geoeconómico y tecnológico.

Esa es la razón por la que el liderazgo chino estudia activamente la convergencia de la física cuántica y las ciencias de la información, que considera la columna vertebral del movimiento Made in China hacia la Cuarta Revolución Industrial.

El plan de cinco años deja bastante claro que los dos vectores clave son la inteligencia artificial y la robótica, donde la investigación china ya está bastante avanzada. Las innovaciones en estos campos producirán una matriz de aplicaciones en todas las áreas, desde el transporte hasta la medicina, sin mencionar las armas.

Huawei es esencial en este proceso, ya que no es un simple gigante de los datos, sino un proveedor de hardware que crea plataformas e infraestructura física para que una gran cantidad de empresas desarrollen sus propias versiones de ciudades inteligentes, seguras y medicamentos entre otras muchas derivados.

Parte de los capitales de Oriente y Occidente, tienen claro que este proceso también implica a los ejes centrales de las Nuevas Rutas de la Seda. En este siglo los capitales se moverán cada vez más hacia China y Asia Oriental.

Esta nueva matriz geoeconómica se basará principalmente en los “derivados” de la estrategia Made in China 2025. Esta es una opción clara para la mayor parte del planeta: “ganar o ganar”

Los fracasos del neoliberalismo

Después de observar el poderoso choque, potenciado por Covid-19, entre el paradigma neoliberal y el “socialismo con características chinas”, el Sur Global comienza a sacar las necesarias conclusiones económicas. Ningún tsunami de propaganda occidental puede esconder el colapso ideológico del neoliberalismo. Su escandaloso fracaso al tratar con la Covid-19 es manifiestamente evidente en todo Occidente.

La distopía electoral estadounidense está sellando ahora la ruina de la «democracia» liberal occidental: ¿qué tipo de «elección verdadera» ofrece el espectáculo electoral Trump-Biden?

Esto está sucediendo justo cuando el super-eficiente (e implacablemente demonizado) Partido Comunista Chino despliega la hoja de ruta para los próximos cinco años. Washington ni siquiera puede planificar lo que sucederá el día siguiente.

El proyecto original de Trump –propuesto por Henry Kissinger en enero de 2017- era dividir para gobernar, seducir a Rusia contra China.

Esto era una reprobación para el Estado Profundo y sus secuaces dentro del Partido Demócrata. De ahí la subsiguiente e implacable demonización de Trump, con el Russiagate. Pero, luego Trump decidió unilateralmente sancionar y demonizar a China.

Asumiendo una hipotética victoria demócrata, el escenario se desviará hacia una nueva campaña de demonización de Rusia, incluso si la histérica guerra híbrida contra China persista en todos los frentes: uigures, Tíbet, Hong Kong, Mar de China Meridional, Taiwán.

Ahora compare todo lo anterior con la hoja de ruta rusa.

En las recientes discusiones del Valdai Club el canciller Sergei Lavrov y del presidente Putin han hecho declaraciones decisivas. Ambos enfatizaron la necesidad de “abandonar el consumo desenfrenado e ilimitado” en favor de una suficiencia juiciosa y razonable, “cuando no se vive sólo para el hoy sino también se piensa en el mañana».

Putin, aclaró una vez más la importancia del papel del estado: «El estado es un elemento imprescindible, no hay forma de prescindir del apoyo estatal».

Y, en concierto con la experiencia china, agregó que no hay reglas económicas grabadas en piedra: “Ningún modelo es puro o rígido, ni la economía de mercado ni la economía dirigida. Hoy simplemente tenemos que determinar el nivel de la participación del estado en la economía. ¿Qué debemos usar como base para esta decisión? La conveniencia. Debemos evitar el uso de plantillas y, hasta ahora, lo hemos logrado «.

El pragmático Putin definió el papel de un estado regulador como una «una forma de arte». Y ofreció como ejemplo, “mantener la inflación un poco alta facilitará que los consumidores y las empresas rusas devuelvan sus préstamos. Esto es económicamente más saludable que las políticas deflacionarias de las sociedades occidentales”.

Como consecuencia directa de las políticas pragmáticas de Putin (que incluyen amplios programas sociales y vastos proyectos nacionales) Occidente ignora que Rusia puede estar en camino de superar a Alemania como la quinta economía más grande del mundo.

La conclusión es que, combinada, la asociación estratégica Rusia-China ofrece, especialmente al Sur Global, dos enfoques radicalmente diferentes del dogma neoliberal occidental estándar. Y eso, para todo el establishment estadounidense, es una maldición.

Entonces, sea cual sea el resultado de la «elección» Trump-Biden, el choque entre el hegemón estadounidense y los dos Estados Soberanos Principales está destinado a volverse más incandescente.


No hay comentarios: