Radio Progreso
Por Rodolfo Pastor Fasquelle
El gobierno ha nombrado un nuevo Consejo Consultivo para enfrentar a la catástrofe sin precedentes que vive Honduras. El núcleo de la idea no es descabellado. Con varios amigos en El Movimiento Patria habíamos propuesto al inicio de la Cuarentena una Comisión de Emergencia Nacional, con expertos notables, para asumir el mando del país. Proponíamos para ese fin un puñado de médicos y economistas altamente calificados y moralmente prestigiados, ojalá hondureños, que los hay y comprometidos, apoyados por todos los sectores. No es igual.
Aunque la formación del Consejo es un reconocimiento tácito del régimen, de que no puede gobernar ya, de la atonía critica del aparato de estado y la parálisis del gobierno ante la crisis abismal. Sanitaria, económica, de infraestructura y estructura productiva.
No es lo mismo y no me mueve un ánimo negativo, solo el realismo. Necesitamos unir y transformar al país. Reestructurar al estado casi fallido. Descentralizarlo, para ordenar el caos. Restaurar lo devastado es decir reforestar las cuencas altas. Reformar al gobierno hoy perfectamente disfuncional, para emprender las obras y convertir al pueblo lucido en constructor de su propia salvación. JOH con su Consejo proponen reconstruir lo que había, la valla de concreto que condujo a la catástrofe, aumentando a la burocracia para complacer la hueste. Necesitábamos una Comisión de Emergencia Nacional, ejecutiva, autónoma, con conocimiento de los problemas y del país, que tomara las riendas ante la multicrisis. Nos dan un Consejo Consultivo multitudinario (ya no caben) de burócratas capitalinos y técnicos, a ser coordinados por el gobierno para procurarle alguna legitimidad imaginada, ya imposible.
El antecedente histórico claro (y Alfaro fue miembro) es aquel Gabinete de reconstrucción que formó Flores cuando el Mitch. Con dos fundamentales diferencias. Aquel se formaba -compacto y autónomo- al inicio de una gestión gubernamental ampliamente aceptada, y tenía carácter ejecutivo, para abordar puntualmente los destrozos del huracán, más simple. Este de hoy se forma en una administración paralizada, casi universalmente repudiada, salvo por Daniel Facusse y los tres mil soldados con que cuentan Ponce y Moreno, luego de una pandemia de diez meses con su cuarentena y posteriormente dos huracanes que han devastado a la población y a la producción del país y amenazan su sobrevivencia no puede hacer nada. Porque es consultivo, va a servir solo para platicar y aliviar la inmensa soledad del presidente aislado, sin decir nada de utilidad, en un teatro de sombras.
El gobierno confiesa así que, para seguir adelante y especialmente para administrar la crisis, necesita de accesoria externa a su círculo interno, que solo sirve para la mandracada. Fue a pedirle cacao al Partido Nacional, al que había dado la espalda y en concreto a R. Maduro (Pereyra). Buscó a su socio en el Lado Oscuro Liberal para renovar su pauto antes que se le disolviera en la inundación. Y consiguió que le prestaran un economista de la Kennedy, para taparle el ojo al macho de la ignorancia con que se ha manejado todo, desde la cuarentena hasta la evacuación fallida.
En efecto, el novel Consejo es una expresión clara del cogobierno de JOH y del colaboracionismo de Carlos Flores Facusse, con un demócrata cristiano simbólico y un apolítico (que es como aquí le dicen a quién -por conveniencia- rehúye la integridad de tomar partido) y un burócrata suelto de la empresa privada. La Batichica y Juan Bendeck son protegidos de Facusse, cuyo alter ego es Gustavo Alfaro, a quien reconozco como artista consumado maestro de eso que él llama entenderle al trámite. Milton es de Tito que también, y ha hecho bien en aclarar que no de LIBRE, en el cual no cree ni participa. No hay felizmente en esa designación nadie de LIBRE, como tampoco del Lado Claro Liberal ni del Partido de Nasrala. Es decir, ¡no hay representante de la oposición! (Los historiadores averiguaran mañana si, porque el ilegitimo ni siquiera procuró esa inclusión, o porque sus interlocutores ahí lo mandaron a volar.) Pero justamente lo que hubiera sido indispensable era sumar a los opuestos, convocar la unidad. El principal problema del país y es lo que no entienden en Palacio es que ante el reto mayor de nuestra historia estamos más divididos que nunca. Lo único que nos congrega es la repulsa contra el podrido régimen del colaboracionismo corrupto. Que se refleja y retrata en esta manotada de ahogado.
No voy a hablar mal de mis amigos consejeros, aquí se abusa de la maledicencia. Son mucha gente común y corriente. Varios son honestos, un par, brillantes, otros, más bien astutos, y los demás acomodados, que no es delito. Con su nombramiento, se quiere comunicar, una aspiración de honestidad, recurriendo a figuras que, si bien no pudieron con el paquete, no se mancharon las manos y son conocedoras de las finanzas públicas y de la cooperación internacional, que es para donde tira el Consejo, a ver como consigue dar suficiente lastima, para no desfalcar.
Ese fin también procura el nombramiento del Ricardo Hausemann G., único economista con formación superior en su compañía, calificado director de investigación, quien fue otrora -un año- ministro de planificación de Carlos A Pérez y renunció el año pasado a seguir representando a la Venezuela de Guaidó en el Banco Mundial. (Todo el mundo tiene derecho a cometer un error como ese en la vida) A quien se designa como asesor de asesores. Ojalá consiga si le dan mando, resguardarlos del ridículo. No podrán ayudarle los consejeros a conocer rápidamente a Honduras. (El conoce Guatemala y Belice, pero no nuestro país.) Porque ellos tampoco conocen Honduras ni los problemas en su profundidad, ni tienen las destrezas que se ocupa para ser un equipo para su metamorfosis en un país que crece, sano y libre.
Y entonces duele, pero es fácil anticipar que el novel órgano del Consejo va a fracasar. No ha sido formado para el reto, que es de acción lucida inmediata, no está a la altura del reto. Peor cuando cae en un vacío. JOH hace rato ya no es un gobernante, es un activista del juanorlandismo, además de un reo internacional. Si no pudo antes administrar el subdesarrollo, la burocracia de siempre no va a poder con una tragedia de esta magnitud tan extraordinaria, cuando el gobierno del que dependen carece de toda legitimidad y credibilidad, interna o externa. No digamos de los recursos inmensos que requerirá la tarea. Seamos realistas, solo un órgano autónomo de capacidad y liderazgo extraordinarios podría asumir la conducción con esperanza.
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