martes, 7 de noviembre de 2017
Apuntes de una Historia contra el olvido
Por Félix Cesario -Poeta, periodista e histórico defensor de DDHH
Recordarán las actuales y futuras generaciones que la historia del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH), temblorosa gota de rocío sobre los pétalos de la crónica del suspenso, surgió con la narración del espanto del primer desaparecido. Cuando el Pentágono y los serviles militares hondureños personificados en el sanguinario Gustavo Álvarez Martínez, Billy Joya, Alexander Hernández y Roberto Suazo Córdova, implementaron, con la asesoría argentina-chilena e israelita, la Doctrina de la Seguridad Nacional (DSN), en Honduras, país que es la estampa de la espera y del suspenso.
Recordaremos que, organizaciones como el COFADEH fue organizado por mujeres, madres, esposas y familiares de compatriotas que secuestraron y asesinaron en aquellos y presentes años del terror. En estas mujeres imperó más el dolor que el miedo; y colocándose una pañoleta blanca sobre la cabeza cual alas de paz, pintaron una manta con los rostros de las y los primeros desaparecidos en que se plasmó el lema ¡Vivos se los llevaron, Vivos los queremos!
De igual manera recordarán que, tenían una pieza pequeña en el segundo piso en donde un día funcionó la farmacia “Santa Bárbara”, ahí, por el mercado Los Dolores en el centro de Tegucigalpa. Desde ese lugar salían las madres y familiares de los detenidos- desaparecidos y asesinados, rumbo a la Plaza Los Desaparecidos, en el parque La Merced a inmediaciones del Congreso Nacional y antigua Casa Presidencial.
Allí extendían la pequeña manta que les digo, y se paraban impávidas, ante el acoso permanente de “los orejas” de la Dirección Nacional de Investigación (DNI), asesinos a tiempo completo de los y las que luchaban por un respeto a la Soberanía Nacional, mientras estos seres abominables, mantenían un sistema brutal, injusto e inhumano imperante en aquellos años, vigente y más enrabiado hoy.
La historia registra a estas mujeres, sus nombres están en la memoria, ellas aguantaron el acoso brutal militar y el hostigamiento de los miembros del fatídico escuadro de la muerte 3-16, y por más seguridad, buscaron ubicarse en la plazoleta del Parque “La Merced”. Con este acto de memoria en exigencia de justicia, arribarán a 35 años de estar el primer viernes de cada mes, a la misma hora, lloviera o relampagueara; es decir a sol y agua ellas, ellas, las culpables de la esperanza y de la perseverancia contra la impunidad. Continúan con los años ahí, imponentes en actitud de espera.
De igual manera y gracias a Dios, estas oraciones de la espera, padre nuestro de la espera, ese que me fue enseñado para perderle el respeto al miedo. Así que las acompañaba con mis poemas a grito partido. También llegaba aquel flaco musical y tierno, Daniel González “Jerónimo” con su guitarra a entonar a todo pulmón y amor sus canciones contestatarias y testimoniales, Juana Pavón y tantos y tantas.
En estos plantones conocí a compañeras como Mery Agurcia, a una niña Nohemí Pérez que exigía justicia por su hermano Samuel (desaparecido en 1981), a Ninoska Benítez siempre al frente contra el miedo, a Liduvina Hernández (actual presidenta del COFADEH), Gertrudis Lanza, Fidelina Borjas, y una Berta Oliva de contextura delgada pero mirada firme, decisiva, pero con una prudencia, herencia de sus ancestros olanchanos. y a tantas que hoy son honorables y patriotas mujeres bellas en la pelea, en defensa de los perseguidos… Detenidos y desaparecidos.
Hoy, COFADEH es a diferencia de aquellos años duros en que apenas era conocido por los sicarios y orejas del terror, hoy digo, COFADEH es una globalizada familia con un prestigio de dignidad y respeto ganado a pulso, y de una lucha tenaz de la cual soy hijo moto, que suele acudir cada viernes de cada mes al plantón a reclamar justicia, misma que más temprano que tarde llegará.
Aquí dejo estos apuntes para cuando, plumas más afiladas y con más conciencia social, inscriban la historia de COFADEH, con la esperanza de no olvidar, que a decir de César Vallejo “hay golpes en la vida tan fuertes…yo no sé”.
La historia arreglará cuentas allá, porque si estamos en vuestra memoria, somos parte de esta historia.
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