martes, 8 de marzo de 2016
“La crisis ha aumentado la precariedad de muchos periodistas”
Rebelión
Por Enric Llopis
Plantear preguntas, contar lo que ocurre en algún lugar, elaborar análisis, interpretaciones y opiniones. Pese a la potente irrupción de las nuevas tecnologías, “el periodismo no ha cambiado en lo esencial”, sostiene el director de “Berria”, Martxelo Otamendi, periódico nacido en 2003 y publicado íntegramente en euskera, que vende 13.000 ejemplares diarios y cuenta con diferentes delegaciones en Euskal Herria. El periodista dirigió anteriormente, desde 1993 y durante una década, el diario “Egunkaria”, justo hasta el momento en que fue clausurado por orden judicial con una rocambolesca acusación: formar parte de un entramado empresarial controlado por ETA. La trayectoria periodística de Martxelo Otamendi se inició en 1984 con las colaboraciones en el diario “Egin”. Tres años después se estrenó en Euskal Telebista (ETB), aunque este periodista tolosarra procede del sector de la educación, en concreto, las euskaltegi (escuelas en euskera para adultos). Una de las tendencias de los últimos años, reforzada por la crisis, es “la precariedad en la que están trabajando muchos periodistas; hay mucha gente en la calle”, afirma.
- Tras el cierre de “Egunkaria” en 2003, Martxelo Otamendi denunció haber sufrido torturas en dependencias de la Guardia Civil durante los cinco días que permaneció detenido. Una década después el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) obligó al estado español a indemnizarle por no haberse investigado de modo efectivo las denuncias de vejaciones y malos tratos. ¿Cómo se vive en carne propia la “razón de estado”?
- Sientes sobre todo la tranquilidad absoluta con que castigan aquello que quieren. Trabajan con la garantía absoluta de que no va a pasarles nada, que no se van a poder investigar las torturas por mucho que las denuncies. Sientes, además, que trabajan con una total normalidad. Es un trabajo, una profesión… No es una cosa de paranoicos: les toca hacerlo y lo hacen. Y trabajan con impunidad porque quienes dirigen el estado les dicen: “hagan lo que tengan que hacer, que nosotros ya les cubriremos”. No te llevan de noche, a escondidas de sus jefes, ni te sacan del “cuartelillo” mientras los jefes duermen. Actúan con la misma tranquilidad con la que uno en su casa pela una patata. No descubrimos nada, esto ya lo sabíamos, la diferencia es que en “Egunkaria” y “Berria” publicábamos las denuncias de otros. Entonces nos tocó a nosotros vivirlo.
- Pasaste del mundo de la educación –en la Euskaltegi (centros de educación en euskera para adultos) de Tolosa- a dirigir un diario, “Egunkaria”, durante diez años. Actualmente eres director de otro periódico, “Berria”. ¿Qué cambios has observado en los últimos años en el mundo de la comunicación?
- Tradicionalmente ha sido un club privado y reservado a las elites económicas, en el que sólo unos cuantos con mucho dinero podían organizar un periódico. Comprar una rotativa, unos locales y contratar a 200 personas es muy caro, por tanto, el ejercicio de la libertad de expresión ha sido tradicionalmente muy exclusivo. Esto ha cambiado gracias a Internet y la digitalización. Ya no se depende tanto del dinero, aunque los recursos económicos también sean importantes para un periódico digital. Pero ya no hace falta una rotativa o pagar la distribución a los quioscos y que estos vendan el diario. Los costes se reducen mucho. Hoy, la capacidad de llegar a la gente depende un poco más de ti que del dinero que tenga tu empresa. Por ejemplo, si eres un buen analista, puedes tener muchos seguidores en Internet sin necesidad de formar parte de una estructura empresarial.
- ¿Cuál ha sido tradicionalmente la relación entre los periódicos vascos que podían aspirar a mercados similares, por ejemplo, entre “Egunkaria” y “Egin”, y después entre “Berria” y “Gara”?
- Siempre hemos tenido una relación exquisita con todos los medios. Cada uno trabaja en su campo, y nos tenemos respeto. La relación con “Egin” siempre fue muy buena. Yo antes había colaborado en este periódico, nos conocíamos y coincidíamos mucho. Incluso algunos asuntos los trabajábamos conjuntamente. La relación entre los medios ha sido, en general, buena en el País Vasco. Después, cuando ETA empezó a amenazar y matar periodistas, hubo una mayor tensión. Y los golpes que dio en el estado, en el caso del cierre de “Egin” (1998) o “Egunkaria” (2003), tuvieron una diferente respuesta.
- ¿Cuál fue la diferencia?
- En el caso de “Egin” hubo una criminalización previa por parte de alguna prensa española y de columnistas. También por parte del entonces consejero de Interior del Gobierno Vasco, Juan María Atutxa, que tuvo una actitud durísima con “Egin”. Decía barbaridades en público contra el periódico. La respuesta de solidaridad con “Egunkaria” fue mucho mayor, a lo mejor porque se trataba del único periódico en euskera; o porque las acusaciones gravísimas de ser miembros de ETA, que también se plantearon contra “Egin”. Todos sabemos que Xabier Salutregui, director de “Egin”, Teresa Toda, subdirectora, o Jesús Mari Zalacaín, miembro del consejo de administración del periódico, no pertenecían a ETA. Lo sabíamos todos. Por cierto, quiero recordar que todavía hoy está en la cárcel Carlos Trenor.
- ¿Hallas puntos en común entre el tratamiento mediático del conflicto vasco y la manera en que hoy se aborda la “cuestión” catalana?
- Hay de todo, pero en relación con Catalunya abunda sobre todo la prensa “frentista”. Hay muchos insultos y faltas de respeto. Creo que algunos directores deberían mirarse un poco más los libros de estilo, y no permitir insultos que se están publicando en contra de los derechos de los catalanes a decidir, la inmersión lingüística o contra algunos políticos. Creo que sería mucho más interesante, desde su punto de vista, la seducción e intentar convencer a los catalanes de que transitan por un camino sin futuro. Lo único que hacen los insultos es crear más independentistas.
- A partir de tu experiencia de muchos años como director de periódico, ¿qué queda actualmente del viejo oficio de periodista?
- Básicamente hacemos lo mismo que siempre. Planteamos una pregunta a alguien, vamos a algún sitio, contamos lo que pasa, elaboramos un análisis de aquello que hemos visto, interpretamos unos hechos o damos una opinión. En lo fundamental el oficio no ha cambiado. La diferencia radica en que antes la grabadora funcionaba con una cinta, mientras que hoy es digital, de manera que los audios pueden archivarse o difundir “on-line”. Lo que sí ha cambiado mucho, por la crisis, es la precariedad con la que están trabajando muchos periodistas. En todos los medios hemos tenido que reducir paginación y plantilla. Hay mucha gente en la calle. Además, hay sueldos en algunos medios de comunicación que me parecen muy muy bajos.
- ¿Y en el diario “Berria”?
- Tenemos sueldos bajos, pero no muy muy bajos, porque la prensa en euskera nunca ha sido fuente de dinero, igual que ocurre con la prensa en catalán si uno conoce el mercado de medios como “El Punt Avui” o “Ara”. Existe mucha precariedad en la profesión, pero creo asimismo que se incorpora a las redacciones gente con ilusión y ganas de trabajar. De coger el teléfono y llamar a alguien para preguntar, oye, “¿por qué esto es así?”, o salir a la calle y contar uno lo que está viendo. Por otro lado, trabajamos más rápido. La radio siempre ha operado con esta inmediatez, pero antiguamente en un periódico informabas a lo largo del día, con tranquilidad. No digamos en los semanarios o los mensuales. La prensa tiene hoy sus páginas informativas en Internet, procuramos hacer cosas interesantes, contarlas al minuto desde el mismo lugar en que ocurren, además con un vídeo y una foto.
- ¿Pueden dar lugar estas tendencias a la precipitación y los errores?
- A veces sí. El pasado 20 de enero, día de la “Tamborrada”, una persona apareció muerta en el jardín central del Bulevar de Donostia. Todos los medios contamos que se trataba de un transeúnte sin hogar, cuando realmente era un señor que se atragantó y falleció mientras se comía un bocadillo. Quienes se acercaron a atenderle eran personas que habitualmente se ubican en esa zona del jardín, gente sin hogar y a veces con problemas de salud o alcoholismo. Como “cayó” junto a ellos, y fueron ellos quienes le atendieron, todos titulamos: “Una persona sin hogar muere en Donostia”. Son noticias que se dan con precipitación… Las hemos hecho gordas…
- Por otro lado, ¿existe hoy en las redacciones una especialización excesiva?
- Creo que no. Es inevitable, si trabajas en la sección de “Economía” y “Finanzas”, y tienes que explicarte a los lectores qué es el Euribor, cubrir una huelga en una empresa o analizar un informe sobre la situación de la economía… Sobre todo, nuestro oficio es muy pasional. Hay oficios que lo son, y otros en los que me cuesta encontrar esa pasión. Si uno se lo toma en serio, siempre puede hacer una labor interesante.
- Diriges un medio, “Berria”, cuyos contenidos se publican íntegramente en euskera. ¿Implica ello un determinado enfoque a la hora de dar las noticias?
- Sí, decimos “Clinton ha ido a Madrid”, y no “Clinton ha venido a Madrid”. Para nosotros el verbo “venir” implica un marco de referencia, en este caso, España. El entrenador de la selección española de fútbol no es “nuestro” seleccionador. Es más, las informaciones del estado español figuran en la sección de “Mundo”, donde pelean con las de Polonia o Italia. Ahora bien, sabemos dónde vivimos, y que las decisiones del gobierno español tienen una influencia muy grande sobre nosotros. En la sección Internacional, tenemos una atención especial por las naciones sin estado. Seguimos con particular interés las noticias de Catalunya, Escocia o Quebec, donde un redactor del periódico cubrió el referéndum de 1995. Además, una periodista de “Berria” estuvo hace poco en el Kurdistán, donde escribió una serie de cinco “entregas”. Prestamos atención, por otro lado, a los cambios de gobierno que se han producido en Suramérica y hemos entrevistado recientemente al expresidente de Uruguay, José Mujica.
- ¿Cómo se posiciona “Berria” ante el conflicto político que se dirime en Venezuela?
- No apoyamos ciegamente al gobierno, ni tampoco estamos en la “trinchera” contra el ejecutivo venezolano. Si la policía de este país mata a manifestantes, lo decimos; y si tenemos una “pieza” interesante sobre un boicot por parte de los grandes distribuidores de alimentos para derrocar al gobierno de Venezuela, como intentaron en su día con el gobierno chileno mediante la huelga de transportistas, también lo contamos. Tenemos una especial sensibilidad hacia los gobiernos populares surgidos los últimos años en Suramérica. Personalmente cubrí durante 10 días las elecciones que en octubre de 2012 enfrentaron a Chávez y Capriles. Seguíamos los mítines y publicábamos reportajes de los dos candidatos, ahora bien, también seguimos con interés las elecciones estadounidenses.
- ¿Es el periódico militante en la defensa de la lengua y la cultura vascas?
- No somos militantes, porque esto puede entenderse de muchas maneras y a alguno incluso le podría obcecar e impedir la observación de la realidad. Pero sí mantenemos una línea editorial muy clara: somos un diario en euskera, que defiende todo lo que tenga que ver con la normalización lingüística, el derecho a decidir o de todos los partidos a presentarse a las elecciones. Tenemos un amplio consenso en la redacción sobre cómo informar, aunque no estemos todos de acuerdo al 100% en todas las informaciones que salen en el diario. Tampoco el director, pero no pasa nada, si eres un director que consensúa las cosas con tu gente. A veces las cosas salen como a ti te gusta, y otras no.
- ¿Estos mecanismos de consenso obedecen a la voluntad del director o se establecen en los Estatutos de Redacción?
- No figuran en estatutos, es una manera de hacer las cosas. Yo tengo un grupo de colaboradores que no tiene precio en el mercado internacional, por lo que no voy a ser tan pedante como para no hacerles caso. A veces se equivocan ellos, otras veces yo. Siempre les digo, en broma, que el 10% de las decisiones son mías, aunque yo pecho, como director, con la responsabilidad por todas las decisiones. Tenemos una redacción muy de consenso.
- ¿Es el diario “Berria” un medio de izquierdas? ¿Y un medio popular?
- Somos un periódico progresista, solidario, que se lleva mejor con los sindicatos que con las asociaciones de empresarios. Aunque también nos relacionamos con éstos. Además, nos llevamos mejor con los partidos de izquierda que con los de derecha. En los últimos años hemos hecho mucho hincapié en la violencia de género. Por ejemplo, los hombres del periódico hemos hecho un curso sobre “nuevas masculinidades”. Las mujeres del diario nos han enseñado mucho… “Berria” es un medio popular, que nace de la iniciativa social. Posiblemente seamos uno de los diarios del mundo con más accionistas, 24.000 personas, que en su día realizaron aportaciones. Nos constituimos con un capital social de 4,8 millones de euros, una suma muy importante para un país, Euskal Herria, de tres millones de habitantes, aunque también hubo gente de Catalunya y América que aportó dinero. Somos, además, en cierto modo, la “niña mimada” del mundo que trabaja en la promoción del euskera. “Berria” vende hoy 13.000 ejemplares diarios, dirigidos a un mercado en euskera.
- Por último, ¿este origen popular se aprecia también en los contenidos?
- Procuramos no editorializar mucho en los titulares, sino sobre todo ser honrados. La objetividad no existe. En periodismo hay un concepto que me gusta mucho, que es el de la “subjetividad honrada”, es decir, no engañarnos a nosotros mismos ni a la gente. Somos un diario sin editoriales. En las informaciones, los periodistas tampoco tienen libertad para introducir muchas opiniones, aunque después puedan elaborarse análisis. Procuramos además que en la información no se muestre sólo un punto de vista.
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