sábado, 5 de marzo de 2016

El drama de la migración sigue latente



Honduras sigue expulsando a su población. En estos momentos hay muchos hondureños y hondureñas, sobre todo jóvenes, que están alistando su mochila con un poco de ropa, despidiéndose de sus seres queridos porque han tomado una decisión difícil y muy valiente: salir del país en busca de oportunidades. Salen alrededor de 100 mil cada año según el Foro Nacional de Migraciones en Honduras, Fonamih.

Y es que la realidad del país no ha cambiado, es más ha ido de mal en peor. Los políticos no se han dado cuenta o no quieren darse cuenta que sus recetas lejos de beneficiar a la gente, los perjudica porque les roba el derecho a una educación gratuita y de calidad, a atención digna en salud y a vivir en un ambiente de paz y de tranquilidad.

Si tan solo se escuchara el clamor del pueblo, las cosas pintaran de diferente forma en esta Honduras violenta a la que le han llevado los politiqueros que buscan hacer su capital por medio de la corrupción en el robo de los fondos públicos. Basta con revisar los resultados del Sondeo de Opinión Pública del Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación, Eric, porque allí están plasmadas no solo las demandas ciudadanas sino también hay hasta propuestas de salidas a la crisis.

La población hondureña aplaza la gestión del ciudadano presidente Juan Orlando Hernández justamente por los graves problemas de inseguridad ciudadana y de violencia que impera en el país. Aunque el gobierno diga que los índices de violencia han bajado y encuentre resonancia a su discurso oficial en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, el ciudadano y la ciudadana de a pie, piensa todo lo contrario.

Ya lo dijo en la visita reciente a México el Papa Francisco, “los migrantes son hermanos y hermanas que salen expulsados por la pobreza y la violencia, el narcotráfico y el crimen organizado”. Lamentó Francisco que los más vulnerables sean los jóvenes convertidos en “carne de cañón” y quienes son “perseguidos y amenazados cuando tratan de salir de la espiral de la violencia y del infierno de las drogas”.

Lo dijo el Papa en México pero para que también se escuchara en Centroamérica. Pero como muchas veces ha pasado, una persona con altura moral como El Papa Francisco, no ha logrado, con sus contundentes mensajes, romper con los oscuros intereses de las clases políticas gobernantes, y las posibilidades de éxito se reducen cuando las jerarquías católicas de cada uno de los países caen rendidos ante el dios dinero y poder que ofrecen los políticos y empresarios.

La realidad es cruda, no hay empleo y mucho menos salud y educación de calidad. La inseguridad y la violencia merodea nuestras comunidades, y las cosas a futuro no pintan nada bien, por lo que el drama de la migración forzada sigue latente.

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