Por Ismael Moreno
El 20 de octubre Karla Rivas, coordinadora de comunicación de Radio Progreso y del Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación (ERIC) de los Jesuitas en Honduras, recibió en Washington el premio que la Fundación Peter Mackler otorga anualmente a un periodista del mundo que se haya destacado por su compromiso y valentía en la defensa de la libertad de expresión, en ambientes políticos y sociales que la hacen muy difícil. Este premio lo estableció la familia del periodista Mackler, de origen francés, quien se destacó como corresponsal de guerra y por trabajar con jóvenes en la defensa de la libertad de expresión.
Honduras en la mira
En 2011, cuando el jurado pensó en la premiación, Honduras quedó en la mira por las secuelas de violaciones a los derechos humanos provocadas por el golpe de Estado de 2009, y porque desde entonces la actividad de los periodistas independientes se ha visto hostigada y cercenada por un sólido cerco informativo. Con Honduras en la mira y buscando a quién premiar, identificaron a Karla Rivas, integrante del equipo de Radio Progreso, una emisora que en los últimos años ha dado claras señales de realizar su misión periodística desafiando una realidad violenta y agresiva. Una emisora que en medio del vendaval político provocado por el golpe de Estado mantuvo una palabra crítica, cuestionadora, propositiva y reveladora de verdades, de mentiras y de medias verdades.
Una apuesta difícil
A raíz de este premio hemos reflexionado en Radio Progreso de nuestro camino de varias décadas, construyendo espacios donde practicar y luchar por la libertad de expresión, de modo muy especial en los más de dos años que han seguido tras el golpe de Estado del 28 de junio de 2009.
La apuesta por la libertad de expresión es, sin duda, una de las aventuras más incómodas y contraculturales con las que una persona se puede topar. En un país como el nuestro significa aceptar convivir con la zozobra, la inseguridad, la sospecha, la desconfianza, la amenaza, las advertencias y los reclamos. Y cuando advertencias y reclamos provienen de quienes debían ser nuestros amigos, la libertad de expresión se convierte en un aguijón difícil de aguantar, tentados de suprimirlo si así nos garantizamos elogios, reconocimientos y alguno que otro privilegio.
Un compromiso a fondo con la decisión de ejercer la libertad de expresión es casi como nadar contra la propia naturaleza humana, que nos aconseja quedar bien con todo mundo, especialmente con quienes tienen poder, dinero y privilegios. La naturaleza humana siempre nos advierte que lo más sano para no padecer estrés es quedar bien con los amigos, aunque le jueguen sucio a la sociedad, y mantener un máximo de prudencia en cualquier situación. El consejo frecuente para cualquier comunicador es que mantenga el equilibrio, aunque la sociedad viva en el mayor de los desequilibrios. La apuesta por la libertad de expresión es una ruptura con las prudencias.
El reto más difícil en un medio confesional
En estos andares nunca se sabe hasta dónde se van a mantener las compañías, las alianzas, los acuerdos y desacuerdos, los encuentros y desencuentros, porque en esta apuesta hasta las amistades más nobles e inocentes se ponen a prueba. La cuesta arriba que significa la apuesta por la libertad de expresión comienza siempre en casa. ¿Cómo expresar libremente opiniones, difundir noticias e informaciones, compartir análisis, si quienes tienen la responsabilidad última de un medio no suelen pertenecer a estructuras democráticas, donde domine la pluralidad, la transparencia y la participación? ¿Cómo apostar por la libertad de expresión en un medio de una institución confesional, en donde se hace apología de esa confesionalidad?
Éste es el caso de Radio Progreso: a lo largo de su historia ha debido abrir espacios a la libertad de expresión causando desconcierto en sectores fundamentalistas, con frecuencia bonachones y piadosos de la Iglesia católica, los que ante una programación abierta a toda la sociedad demandan que nos ciñamos a la identidad confesional. En esos casos la libertad de expresión se entiende como adhesión a una determinada confesión religiosa como si fuera una militancia partidaria.
Abrir paso a la libertad de expresión en una radio o en un medio inserto en una estructura confesional ha sido y sigue siendo la primera prueba a superar. Al equipo le toca moverse entre los llamados a la prudencia y a las lealtades religiosas institucionales y la fidelidad a aquel que por haber testimoniado que “la verdad nos hace libres” fue torturado y asesinado por los poderes religiosos y políticos de su tiempo.
No siempre solemos salir airosos de este dilema. Con frecuencia nos sometemos a ciertas autocensuras para lograr sobrevivir a las censuras externas o a las descalificaciones que hasta podrían significar el cierre del medio. En los temas de moral sexual resulta especialmente difícil salir airosos debido a las severas, rígidas e intransigentes tradiciones aprendidas.
En estos últimos 30 meses han sido tantas las opiniones, las reflexiones y los datos objetivos que tuvimos que tragarnos, y que seguimos guardando en nuestros pechos, sólo pudiendo desahogarlos en baja voz y en los pasillos, sin poder expresarlos ante los micrófonos porque tocaban a algún personaje conocido que con una sola señal de la cruz podría acabar con toda nuestra historia radial, dejando fuera del aire a muchas voces calladas, humilladas y reprimidas.
Autonomía e Independencia
Luchar por la libertad de expresión resulta una apuesta incómoda e incierta en todas las sociedades. Todavía más dura resulta en una sociedad como la hondureña. Porque la libertad de expresión tiene que ver con la independencia y la autonomía del medio. Todo medio de comunicación alcanza independencia y autonomía en su relación con las diversas fuerzas y poderes de la sociedad. Si las logra, gana condiciones para ejercer la libertad de expresión. Si se subordina a ciertas fuerzas o poderes, por muy nobles que sean, no será libre.
¿Cómo lograr independencia y autonomía ante tan diversos poderes que ejercen presión, chantaje, amenazas y seducción sobre medios y comunicadores? ¿Cómo puede un comunicador social actuar con independencia en un medio que le condiciona sueldo y estabilidad laboral a su lealtad a los intereses de su propietario, particularmente en una sociedad como la nuestra, en donde tener un empleo estable es un lujo? ¿Cómo puede un medio lograr independencia en una sociedad en donde la institucionalidad democrática está subordinada a las decisiones arbitrarias de quienes ejercen la ley del más fuerte? ¿Cómo lograr independencia en un medio sometido a la ley de la oferta y la demanda, si su sostenibilidad depende de la publicidad que proviene de los sectores económicos y políticos que controlan las leyes?
Identificarse como medio “independiente” puede sonar, en Honduras, a estarle haciendo el juego a quienes mantienen el cerco mediático. Porque la principal enseñanza de los medios oficiales y de los de la gran empresa privada es su independencia. La proclaman a diario, con la formalidad con la que, en los septiembres de cada año, nos proclamamos países independientes, aunque aún carguemos tantas cadenas. Cada sector de poder considera que el medio es independiente si habla o escribe criticando a otros, menos a ellos.
No podemos callar
Con alguna frecuencia se han acercado a nuestra emisora sectores pudientes. Muy educados, demandan sutilmente que nos pongamos de su parte. Y más sutilmente, pero con contundencia, nos ofrecen beneficios económicos si guardamos silencio ante ciertos temas. Si no aceptamos, cuando hacemos valoraciones críticas o publicamos noticias que señalan prácticas injustas contra trabajadores o atentan contra el medioambiente, comienzan las acusaciones: dicen que somos enemigos del desarrollo, que ahuyentamos la inversión extranjera y promovemos el caos y la división social. No estamos en contra del empresariado ni de la iniciativa privada, pero no podemos callar sus injusticias, ni las violaciones a los derechos humanos ni dejar de escuchar el clamor de las víctimas. En este diario quehacer se juega la ética periodística. Sí las víctimas no tienen libertad para expresar los atropellos que sufren nuestro medio no es fiel a la libertad de expresión.
Nuestra radio tiene una afinidad natural con los sectores populares, mayoría de la sociedad que carga el peso de la exclusión. Esta afinidad es nuestra identidad y el sello de nuestro andar histórico. Con frecuencia, dirigentes de sectores populares quieren entender que esta afinidad debe significar complicidad con los abusos de poder que cometen desde sus cargos. Piensan que, por el solo hecho de tratarse de organizaciones gremiales populares, la radio debe guardar silencio y apañar todo tipo de actuaciones y decisiones. Algunos nos exigen que la radio se convierta en vocera de las líneas e intereses de las organizaciones populares, sean cuales sean. Esto pone en riesgo la independencia y la autonomía del medio adulterando la libertad de expresión.
Nos acusan de "vendidos"
Actuar con independencia en estas situaciones no agrada a dirigentes y organizaciones populares y saltan sus voces acusándonos de “vendidos”. En los últimos tiempos no han faltado voces que nos dicen que le estamos haciendo el juego a los golpistas. Y cuando criticamos por igual a empresarios y a sectores del movimiento popular, o cuando no respaldamos determinados procesos políticos partidarios, fácilmente nos califican como emisora “gallo-gallina”.
En períodos coyunturales tan tormentosos y polémicos como el actual, es normal que cada sector de la sociedad pretenda que los medios de comunicación expresen su pensamiento, defiendan sus intereses y respalden sus estrategias de lucha. En un clima así, el medio no dice exactamente lo que el grupo quiere que diga, queda descalificado y colocado en el bando contrario.
Bien saben que la palabra crítica, la reflexión y el análisis tienen en Radio Progreso larga data, forma parte de su patrimonio. Son una identidad moldeada a lo largo de muchos años y entre muchas turbulencias. Por eso, nunca han faltado los grupos acaudalados que se ponen en contra nuestra. Y en no pocas ocasiones tampoco han faltado los dirigentes populares o de izquierda incomodados porque no respondemos a sus líneas políticas, mientras las comunidades más pobres y las organizaciones comunitarias se sienten alentadas, acompañadas e identificadas con nuestro trabajo y nuestra programación.
Independencia no es neutralidad
En la relación de corresponsabilidad y respeto que hemos mantenido con los sectores populares y los gremios sindicales, bien saben ellos que nuestras palabras y nuestros análisis no repiten líneas y consignas, sino que buscan aportar elementos para el debate y la búsqueda. Esta misma relación es la que hemos mantenido con otros sectores sociales y eclesiales del país. Tanto nos ha costado alcanzar independencia y autonomía frente al pensamiento oficial de la Iglesia católica, que no queremos empeñarla con otros sectores sociales o políticos particulares.
La independencia de Radio Progreso es condición de posibilidad para ejercer la libertad de expresión. Por eso, no es negociable. Sólo independientes podemos servir a la sociedad como conciencia crítica, y sólo así podemos poner la libertad de expresión al servicio de la gente que menos cuenta en los espacios en donde se toman las decisiones. Siempre, y especialmente en coyunturas tan inciertas como la que vivimos actualmente, Radio Progreso necesita fortalecer su independencia ante las dinámicas de poder que provienen del Estado, de sus funcionarios públicos, de los partidos políticos y de los sectores empresariales.
La independencia no es neutralidad ni tibieza ni cobardía. Radio Progreso observa con mucha simpatía, y acompaña con cariño, la irrupción de los diversos sectores que se han organizado en torno al Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP). La respuesta organizada y pacífica, así como la organización de la protesta social, especialmente tras la ruptura constitucional, han estado acompañadas de gestos de entrega, sacrificio y de dignidad. Estas realidades son un aporte ejemplar a la democratización de nuestra sociedad. Por ello, asumimos la responsabilidad de acompañar, analizar, iluminar, debatir y cuestionar estos caminos que se abren. Desde ese reconocimiento situamos nuestra independencia y nuestra palabra crítica.
Cuando el FNRP se convierte en partido político, nuestro medio guarda distancia de sus consignas e intereses partidistas y estrecha su acompañamiento a las diversas organizaciones sociales, comunitarias y territoriales que levantan su dignidad y sus demandas con independencia partidaria.
Acompañando procesos
En nuestra vida de comunicadores hemos venido construyendo el derecho a ejercer la libertad de expresión muchas veces incluso a arañazos. El lugar de Radio Progreso no es la política partidaria ni la confesión religiosa ni los intereses de los poderes establecidos, cualesquiera sean sus expresiones ideológicas. Desde nuestra inspiración cristiana, animamos a la sociedad a organizarse políticamente para canalizar sus demandas y para desde abajo incidir transformadoramente en todas las esferas de la sociedad y del Estado. Acompañamos y vemos con simpatía todo proceso de construcción de una alternativa social y política, desde la riqueza y la novedad que nacen de ese dinamismo que genera la resistencia de las personas y las organizaciones en defensa de su dignidad.
Apostamos a construir una sociedad democrática, inclusiva y participativa, con una institucionalidad que se traduzca en un auténtico Estado de Derecho. Solo así podremos contar con medios que garanticen la libertad de expresión. Mientras no construyamos esas condiciones, la libertad de expresión será siempre una realidad precaria. En esa apuesta, nos situamos desde las comunidades y poblaciones cuyas voces son poco escuchadas en los diversos foros y espacios actualmente existentes. Lo hacemos acompañados del espíritu de Monseñor Romero, quien nos dijo que “en las diversas coyunturas políticas, cualquiera que sean los que ejerzan el poder, lo que importa es el pueblo pobre”.
Un regalo que compartimos
Por entender como entendemos la libertad de expresión, entendemos que reconocimientos y premios no lleguen a nuestra emisora. Cada año, en el día del periodista, llueven invitaciones a comunicadores sociales de todo el país de parte de las distintas instituciones del gobierno y de la empresa privada. Se distribuyen premios y preseas a los periodistas que han sabido ser fieles al cerco mediático. El equipo de Radio Progreso sabe que jamás recibirá una premiación, sabe que el día que eso suceda es porque algo grave nos habría alejado del servicio a la libertad de expresión.
Por eso, fue una reacción natural que cuando Karla Rivas recibió la notificación de que había recibido el Premio Peter Mackler se presentara con cara de espanto a la dirección de la Radio diciendo “¿Y qué hago con esto que nos dan?” Ese mismo día dimos a conocer la noticia en un editorial que titulamos “Un regalo que compartimos”. Esto dijo Radio Progreso: “Los regalos son así, inesperados, sorpresivos y gratos. Si se trata, claro está, de auténticos regalos. A veces se llaman regalos a lo que no lo son. Por ejemplo, en los ambientes de nuestra política hondureña, solemos llamar regalos cuando un funcionario de altura hace entrega de dinero o invita a almuerzos a sus activistas o hace donaciones a particulares, organizaciones o comunidades“.
“Pero ésos no son regalos, porque todo mundo sabe que esas entregas se hacen a cambio de lealtades y obediencias.
En zonas remotas campesinas, todavía se sabe de políticos o ganaderos que “regalan” guaro a los campesinos para mantenerlos embrutecidos o les matan una vaca a cambio de un voto, o en algunos ambientes se sigue llamando regalos cuando se recoge ropa y enseres viejos que estorban para “regalarlo” a los pobres”.
“Ésos no son regalos. Esos son compra conciencias. Un regalo ocurre cuando nadie lo espera, cuando se hace sin esperar nada a cambio, y cuando compromete desde el corazón. Un regalo es una de las más hermosas expresiones en las relaciones humanas, porque no se regala bajo ningún cálculo ni menos puede ser controlado por la oferta y la demanda. Un regalo es eso: un don, algo que se recibe sin haberlo buscado, y deja de serlo cuando quien lo recibe lo ha conquistado, lo ha buscado y lo ha pretendido”.
“Un regalo es una expresión profunda de la vida. Ése es el regalo que el equipo de Radio Progreso hemos recibido por medio de nuestra compañera Karla Rivas, con el otorgamiento del Premio Peter Mackler 2011, anunciado por el Global Media Forum y Reporteros sin Fronteras. La noticia nos ha llenado de alegría por lo inesperado, sorpresivo, y porque sin duda muchas otras personas en nuestro país estarían en mejores condiciones para ser merecedoras de este reconocimiento internacional. Y lo recibimos en nuestro 55 aniversario, que ya estamos comenzando a celebrar, y que culminaremos con la hermosa fiesta popular el día 17 de diciembre”.
“Agradecemos las abundantes muestras de felicitación que hemos recibido. Y esa gratitud nos compromete para seguir siendo una Radio que se regala por entero a su pueblo, en nuestra Honduras, sedienta de verdad, alegría, ternura, justicia, paz y solidaridad. Queremos seguir siendo un regalo a través de nuestro compromiso en la lucha para la democratización de la comunicación, para seguir acompañando la fe, las alegrías y las tristezas de nuestras comunidades. Queremos seguir acompañando las luchas y esperanzas de nuestro pueblo, seguir denunciando las violaciones a los derechos humanos, proseguir con el análisis crítico, propositivo e independiente y seguir construyendo cultura política ciudadana”.
“Recibimos el Premio Peter Mackler 2011 con gratitud y lo compartimos con ustedes, porque la identidad de nuestra Radio Progreso no se podría entender jamás sin el corazón y cercanía que ustedes nos han venido regalando a lo largo de toda nuestra historia”.
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