domingo, 18 de diciembre de 2011
Libertad de expresión
Tiempo
El martes 13 (número de mal agüero) un grupo de periodistas, mujeres por añadidura, convocado por la organización Periodistas por la Vida y la Libertad de Expresión, fue reprimido por la guardia de honor presidencial en su protesta por el asesinato impune de 24 periodistas en los tres últimos años.
Los guardias militares, que bloquearon el acceso al exterior frontal de la casa de gobierno, arremetieron -garrote en mano y gas pimienta- contra los manifestantes, apoyados por militantes de organismos de defensa de la libertad de expresión y de los derechos humanos.
Las agredidas, haciendo honor a la tradición aguerrida de la mujer hondureña, arrebataron a los soldados sus garrotes, devolviéndoles con ellos los golpes, con valor personal y energía justiciera. Un hecho que reafirma el rol reivindicador asumido por el sector femenino de extracción civil.
El presidente Lobo Sosa, para responder a la crítica nacional por esa acción represiva contra el reclamo de libertad de expresión y respeto a la vida en el ejercicio del periodismo, dio la razón a su guardia pretoriana, pues “a los violentos -dijo- hay que controlarlos”.
“Si alguien viene aquí a irrespetar a los miembros de la guardia de honor presidencial (que no al presidente de la República), no importa quien sea -remató el Ejecutivo-: sin son empresarios o de otros sectores, la reacción será igual”. Normalmente los manifestantes, y menos frente a la casa presidencial, no llevan garrotes, ni otro tipo de armas, ni gases lacrimógenos. Sus armas son las pancartas y el galillo.
Al hablar de esa manera, el presidente Lobo Sosa no tuvo en cuenta que cinco días antes del suceso, viernes 9, otro evento similar, convocado por el Colegio de Periodistas, tuvo lugar frente a casa presidencial, con periodistas luciendo sus camisetas blancas (ahora símbolo del golpismo en Honduras) para protestar contra la violencia.
En esa ocasión la guardia de honor presidencial actuó con ejemplar compostura, cuidando a los manifestantes y abriéndoles el paso para no provocar y, a la vez, hacer sentir el beneplácito oficial por la protesta en abono de la imagen gubernamental. Una confirmación de que la protesta, si es de real oposición, se define violenta.
En este caso, la actuación gubernamental puede tener diferentes interpretaciones, según el color del cristal con que se la mire. La prestigiada organización internacional Reporteros sin Frontera, por ejemplo, considera que, “Frente a una situación de lo más dramática en lo que respecta a las libertades públicas y a los derechos humanos, el Estado hondureño tiene como única respuesta la represión”.
“Como recuerda la organización C-Libre, socia de Reporteros sin Frontera, los manifestantes también buscaban denunciar los actos de censura y la persecución sistemática que padecen los medios de comunicación alternativos y comunitarios, así como los defensores de los derechos humanos y los representantes de los movimientos sociales”.
Tenemos en Honduras, por lo que se ve, en materia de defensa de la libertad de expresión, una representación de Las dos caras de Jano con que se simboliza la dualidad de la política y de la naturaleza humana.
El martes 13 (número de mal agüero) un grupo de periodistas, mujeres por añadidura, convocado por la organización Periodistas por la Vida y la Libertad de Expresión, fue reprimido por la guardia de honor presidencial en su protesta por el asesinato impune de 24 periodistas en los tres últimos años.
Los guardias militares, que bloquearon el acceso al exterior frontal de la casa de gobierno, arremetieron -garrote en mano y gas pimienta- contra los manifestantes, apoyados por militantes de organismos de defensa de la libertad de expresión y de los derechos humanos.
Las agredidas, haciendo honor a la tradición aguerrida de la mujer hondureña, arrebataron a los soldados sus garrotes, devolviéndoles con ellos los golpes, con valor personal y energía justiciera. Un hecho que reafirma el rol reivindicador asumido por el sector femenino de extracción civil.
El presidente Lobo Sosa, para responder a la crítica nacional por esa acción represiva contra el reclamo de libertad de expresión y respeto a la vida en el ejercicio del periodismo, dio la razón a su guardia pretoriana, pues “a los violentos -dijo- hay que controlarlos”.
“Si alguien viene aquí a irrespetar a los miembros de la guardia de honor presidencial (que no al presidente de la República), no importa quien sea -remató el Ejecutivo-: sin son empresarios o de otros sectores, la reacción será igual”. Normalmente los manifestantes, y menos frente a la casa presidencial, no llevan garrotes, ni otro tipo de armas, ni gases lacrimógenos. Sus armas son las pancartas y el galillo.
Al hablar de esa manera, el presidente Lobo Sosa no tuvo en cuenta que cinco días antes del suceso, viernes 9, otro evento similar, convocado por el Colegio de Periodistas, tuvo lugar frente a casa presidencial, con periodistas luciendo sus camisetas blancas (ahora símbolo del golpismo en Honduras) para protestar contra la violencia.
En esa ocasión la guardia de honor presidencial actuó con ejemplar compostura, cuidando a los manifestantes y abriéndoles el paso para no provocar y, a la vez, hacer sentir el beneplácito oficial por la protesta en abono de la imagen gubernamental. Una confirmación de que la protesta, si es de real oposición, se define violenta.
En este caso, la actuación gubernamental puede tener diferentes interpretaciones, según el color del cristal con que se la mire. La prestigiada organización internacional Reporteros sin Frontera, por ejemplo, considera que, “Frente a una situación de lo más dramática en lo que respecta a las libertades públicas y a los derechos humanos, el Estado hondureño tiene como única respuesta la represión”.
“Como recuerda la organización C-Libre, socia de Reporteros sin Frontera, los manifestantes también buscaban denunciar los actos de censura y la persecución sistemática que padecen los medios de comunicación alternativos y comunitarios, así como los defensores de los derechos humanos y los representantes de los movimientos sociales”.
Tenemos en Honduras, por lo que se ve, en materia de defensa de la libertad de expresión, una representación de Las dos caras de Jano con que se simboliza la dualidad de la política y de la naturaleza humana.
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