miércoles, 10 de febrero de 2010

Pecado de omisión contra el pueblo haitiano


Por P. Luis Barrios *

¿Qué puedo hacer y no hice? ¿Qué hice mal? Porque soy el primero en reconocer como todo ser limitado, humano, que no todo lo que he hecho, es bueno. Que al decirle a Dios en la misa que me perdone por pecados de omisión, estoy señalando el capítulo más misterioso de la maldad de cada corazón, lo que se pudo hacer y no se hizo. ¡Cuánto vacío en la vida, cuánto bien dejamos de hacer!
(San Romero de Las Américas; Homilía, 31 de diciembre de 1979, VIII p.110)

El viernes 29 de enero estuvimos en una demostración de apoyo solidario con el pueblo de Haití y la verdad que la temperatura estaba fuera de serie. Un frio que era para quedarse en casa. O sea, teníamos claro: no queremos estar aquí, pero solidariamente necesitamos estar aquí.


En esta demostración de amor solidario, el sacramento más importante, nuestra denuncia fue y sigue siendo que la ayuda humanitaria a Haití tiene que estar fundamentada en por un lado denunciar y por otro lado combatir los pecados de violencia por omisión que se cometieron y se siguen cometiendo contra el pueblo de Haití.

Vino a mi mente durante esta demostración la narrativa Bíblica la cual dice que el pecado está en aquella persona que sabiendo hacer lo bueno no lo hace (Santiago 4:17). Por supuesto, esto asimismo se aplica a los pueblos, recuerden que nuestra Diosa es una experiencia de empoderamiento en donde a través de un reencuentro con su creación se restituye la justicia social. De aquí el que sostenga que el pecado por omisión es una acción de violencia en donde existe la abstención de hacer o de decir algo que es necesario. ¡Por lo tanto, no pequemos!

Ahora bien, es sumamente importante tener claro que el pecado de la violencia por omisión, como todo tipo de violencia, tiene un carácter histórico y por consiguiente es imposible entenderla fuera del contexto social en que se produce. De aquí la importancia de Pablo Freire cuando nos dice en su famoso libro, Pedagogía del Oprimido: En verdad, lo que pretenden quienes oprimen es transformar la mentalidad de quienes están siendo oprimidos/as y no la situación que les oprime. A fin de lograr una mejor adaptación a la situación que, a la vez, permita una mejor forma de dominación. En este contexto es que está llegando la ayuda humanitaria a Haití, por lo tanto, hay que romper la fase de quietud y de silencio donde se demande justica y no caridad.

Ahora bien, ¿qué podemos hacer? Primeramente podemos comenzar por decirle al mundo entero en general y a Estados Unidos en particular, que el pueblo haitiano tiene todo el derecho y la capacidad de tomar las riendas de esta situación nacional.

Estas medidas paternalistas de asistencialismo son partes de los estereotipos y prejuicios que mucha gente blanca sin conciencia tiene sobre la gente negra. Por supuesto, este complejo mesiánico también responde a los sentimientos de culpas que tienen que limpiar para sentirse mejor después de haber subdesarrollado a Haití de la manera que lo hicieron y siguen haciendo. Este protagonismo del gobierno de Estados Unidos es parte del pecado por omisión que debemos condenar y combatir.

Podemos continuar por denunciar el pecado de la omisión de la indemnización que nunca Estados Unidos y Francia otorgaron al pueblo de Haití. El empobrecimiento de Haití comenzó inmediatamente en el año 1804 cuando se declararon independientes, y tuvieron que pagar una deuda impagable a Francia por ser un país libre. Quienes saben de números están diciendo que ahora mismo Francia debe de pagar más de $22 billones de dólares. Que quede claro, es una de las razones por las cuales se le dio el golpe de estado al presidente Jean-Bertrand Aristide, quien se atrevió a demandar esta indemnización.

Por otro lado está la limosna de $100 millones de dólares en mendicidad de parte del gobierno de Estados Unidos, pero a cambio hay que permitirles una invasión y colonización militar contra Haití. Mientras tanto este gobierno hipócrita se ha gastado hasta esta fecha más de $1.05 trillones de dólares en las guerras ilegales e inmorales contra los pueblos de Irak y Afganistán. Esto son unos $37,500.000, diarios.

A mí me parece que se hace necesario el poder analizar críticamente la manera tan salvaje en que intencionalmente el Fondo Monetario Internacional a través de sus políticas neoliberales logró, con participación de la obediencia colonial de gobiernos haitianos, por un lado la destrucción de la agricultura sostenible, muy en particular la azúcar y el arroz. Todo esto para implementar un modelo de dependencia que dejara como resultado el poder controlar al pueblo haitiano.

Y por supuesto, en todo este pecado por omisión de violencia que se identifica como institucional y/o estructural/ cultural, hay que mencionar el papel sucio del Banco Mundial el Fondo Monetario Internacional, y las mal llamadas ONG, tres instituciones pecaminosas controladas por Estados Unidos, combatiendo todo proceso revolucionario que se pueda levantar en Haití contra el imperialismo, colonialismo y capitalismo.

Estos son los verdaderos problemas, el resto son solo síntomas. Que no se nos olvide, para las corporaciones estadounidense Haití es una gigantesca maquiladora de pesadillas. Por un lado los salarios son de esclavitud, no invierten en el país que se establecen y contribuyen a la explotación y subordinación de las mujeres, entre otras cosas. A esto se suma su cercanía territorial para transportar las mercancías hacia Estados Unidos, y por supuesto, la estrategia perfecta militar para velar a la revolución cubana.

Asimismo, me parece importantísimo el poder señalar la manera en que los gobiernos de Cuba y de Venezuela han respondido al pueblo de Haití, no dando de lo que le sobra, sino más bien compartiendo lo que tienen. Este modelo de empoderamiento, de solidaridad revolucionaria, sin protagonismo y que a la misma vez se acompaña de la denuncia y combatividad es la que se debe fundamentar en nuestras luchas fraternas. Podemos mencionar el envío de asistencia humanitaria; de alimentos y maquinaria pesada, para iniciar la fase de reconstrucción de Haití, incluyendo la construcción de un aeropuerto.

En asuntos más específicos, Venezuela se comprometió a instalar cuatro centrales eléctricas con una capacidad total de 100 megavatios; y la donación de $57 millones de dólares para modernizar la infraestructura aeroportuaria. Por su parte Cuba, se comprometió, con enviar un nuevo equipo de médicos para atender las necesidades de las comunidades haitianas más apartadas, mientras que 800 estudiantes de Haití serán becados para estudiar medicina en La Habana. Mientras tanto hay un personal médico cubano de 400 doctores/as que se unieron a 544 doctoras/es haitianos/as que se graduaron de la Escuela Latinoamericana de Medicina, en Cuba. Estos/as jamás hubiesen estudiando una carrera de medicina en nuestro sistema capitalista aquí en Estados Unidos.

Como en otras ocasiones hemos dicho, para los países imperialistas como Estados Unidos, Haití es un ejemplo no muy bueno para los pueblos en vía de su descolonización e independencia, como el mío: Puerto Rico. Esta gente sabe muy bien que Haití sigue siendo la cuna de la independencia de Las Américas. ¿Le agrada este título a Estados Unidos con su doctrina Monroe?

De ninguna manera. De aquí la necesidad de silenciar y producir invisibilidad a su historia, esa que lo presenta como pueblo revolucionario que sabe resistir.

Sigamos luchando contra el pecado capital de la violencia por omisión hacia Haití mientras implementamos la paz con justicia.

* Iglesia de Santa María, New York

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