Quienes se han opuesto al acto violento del 28 de junio, no dudan en llamarlo golpe de Estado, y sin pestañear se sienten con orgullo de la Resistencia aunque conozcan sólo de oídas a sus dirigentes, llaman golpistas a quienes corresponde, y no tienen ni la más mínima preocupación en ser tratados como revoltosos por ser de la resistolencia, como lo ha acuñado la célebre Prosilapia Ventura.
Asimismo, quienes están a favor y han apoyado abiertamente lo ocurrido el 28 de junio rechazan con furia que sea un golpe de Estado, y como si tuviesen la verdad en sus manos le llaman con orgullo inventivo “sucesión presidencial”, señalan con dedo acusatorio a la Resistencia omo zelayista y vandálica, llaman democrático y constitucional al régimen de facto, y a su cabecilla lo han elevado a la categoría de héroe y prócer de la patria.
Entre unos y otros están los prudentes, los equilibristas, los llamados NINI, ni con los golpistas ni con la resistencia, y hacen lo posible por estar a la altura de las circunstancias, es decir, por encima del bien y del mal. Los prudentes son los que en el fondo de su corazón están satisfechos con el golpe de Estado y sienten mucha más seguridad que manden los golpistas, aunque les gustaría darles unas cuantas charlas de moral.
A los prudentes, ese asunto de la resistencia les provoca roncha, y todo lo que huela a izquierdas o transformaciones revolucionarias lo asocian con inseguridad y les produce inestabilidad emocional. Pero su oficio de prudentes les lleva a parecer que no toman partido, y hacen un esfuerzo impresionante por ser balanza, haciendo creer a los demás que tanto unos como otros pesan lo mismo, y al final de cuentas se quedan en ese limbo llamado NINI.
Para guardar el equilibrio y hacer creer que los platillos de la balanza pesan lo mismo, los prudentes prefieren evadir las palabras tanto de unos como de otros. En lugar de decir golpe de Estado o sucesión presidencial, prefieren decir “crisis institucional”; en lugar de régimen de facto o régimen constitucional prefieren llamarle “gobierno interino”; en lugar de llamar resistencia al fenómeno surgido en contra del golpe de estado, prefieren llamarle “grupos opositores”.
¡¡Ah los prudentes!! Al decir que no son Ni golpistas Ni resistentes, en un país altamente polarizado como Honduras, acaban siendo ni fu ni fa, no son ni fríos ni calientes, y se quedan en ese raro mundo de los tibios, no los acepta el cielo y el infierno los vomita. Para asegurar su estatura de intachables e inmaculados, los prudentes barnizan su vida de liturgias y piedades y se atrincheran en los anodinos movimientos laicales o comunidades religiosas de un público recto andar, sin querer siquiera compararse con los fariseos. Son los prudentes, y punto.
Y así van los prudentes por la vida, dando charlas de moral para que los corruptos, los narcotraficantes y golpistas no lo sean tanto, y cuidando de que los suyos no se mezclen ni se manchen con quienes manchan la ciudad y alteran el orden público. Y así van los prudentes por la vida, en el eterno cálculo de cuidar las apariencias. Sin pena ni gloria.
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