martes, 23 de febrero de 2010
Constante flujo de haitianos a hospitales públicos
Prensa Latina
Por Enrique Torres
La carencia histórica de servicios salud en Haití se siente con fuerza por estos días, en que los hospitales públicos permanecen abarrotados, poco más de un mes después del terremoto.
El capitalino Hospital Universitario de La Paz, conocido aquí por su ubicación como Delmas 33, no escapa a la afluencia de ciudadanos, quienes aprovechan el plazo de gratuidad ofrecido por el gobierno a raíz del sismo.
Hasta el día 12 de abril estarán exonerados de pago los servicios en instituciones del Estado, según decretaron las autoridades de salud.
Al cuerpo de guardia y las consultas de pediatría y gineco-obstetricia, así como a los servicios de ultrasonido, acuden diariamente cientos de personas. En declaraciones a Prensa Latina, la directora del hospital, Marié Yolaine Muel, precisó que cada día son atendidos unos 500 pacientes.
Según la funcionaria, vienen de todas partes, y no todos son víctimas del terremoto, pues muchos tienen padecimientos no asociados al sismo.
A la sala de terapia intensiva llegó hace pocos días en estado de coma Eliesse Bonet, de 24 años y embarazada. Presentaba un cuadro clínico con convulsiones y se desconocían las causas.
A partir de estudios complementarios, se determinó que padecía una malaria cerebral, acompañada de una hemorragia, provocada quizás por las mismas convulsiones.
Evolucionó satisfactoriamente con el tratamiento médico, pero a causa de su estado crítico perdió la criatura en medio de un parto inducido.
La doctora cubana Maritza Hermosilla ha presenciado muchos casos similares en Haití y asegura que las condiciones imperantes en el país después del terremoto son caldo de cultivo para la proliferación de pasajes trágicos de esa naturaleza.
"Aquí son muy frecuentes los casos de hipertensión en embarazadas, ahora acentuados a causa del stress que conlleva para muchas vivir en la calle, ya que perdieron sus viviendas por el sismo, y la hipertensión en la madre es letal para el feto", considera Hermosilla, especialista en gineco-obstetricia.
En otra sala del hospital, Gabriel Marie Sonié está a al espera de una nueva cirugía en su pierna derecha, parte de la cual le fue amputada como consecuencia del terremoto.
Su casa de tres pisos se derrumbó, y recibió fuertes lesiones en esa extremidad, por lo que fue llevada a Delmas 33. Tres días después del sismo la trasladaron a otro hospital donde le amputaron parte del miembro.
Gabriel tiene seis hijos, de ellos cuatro hembras y dos varones, y su esposo murió a causa del derrumbe de la vivienda.
Su vida dio un giro de 180 grados con el sismo. Había pedido un préstamo de unos mil 200 dólares para iniciar negocios como comerciante, y se lo habían concedido. Todo parecía ir bien.
Ahora, sin embargo, debe compartir la comida que le dan en el hospital con sus hijos, que duermen casi a la intemperie en una plaza de Petion Ville.
En el hospital la persiguen los documentos del acreedor, quien le exige devolver el dinero aunque en sus actuales condiciones ella no tiene la menor idea de cómo pagar.
"Estoy preocupada porque la pierna no cicatriza, y tendré que ir de nuevo al quirófano, no sé cuándo voy a salir de aquí", expresó Gabriel, quien también ya escucha hablar del cobro de los servicio de salud.
Antes del terremoto, las autoridades haitianas habían reconocido que del presupuesto destinado a este sector, solo el 14 por ciento era financiado por el Gobierno, pues el resto proviene de donaciones internacionales y del cobro de los servicios, cifras insuficientes para las necesidades apremiantes de la población.
En los Centros de Diagnóstico Integral (CDI), construidos a partir de la colaboración entre Cuba, Venezuela y Haití, los servicios a la población son gratuitos.
Ya están en funcionamiento ocho de los 10 CDI con que contará el país, y operan cinco hospitales de campaña establecidos por la misión médica de la isla en varios puntos de la nación.
Por Enrique Torres
La carencia histórica de servicios salud en Haití se siente con fuerza por estos días, en que los hospitales públicos permanecen abarrotados, poco más de un mes después del terremoto.
El capitalino Hospital Universitario de La Paz, conocido aquí por su ubicación como Delmas 33, no escapa a la afluencia de ciudadanos, quienes aprovechan el plazo de gratuidad ofrecido por el gobierno a raíz del sismo.
Hasta el día 12 de abril estarán exonerados de pago los servicios en instituciones del Estado, según decretaron las autoridades de salud.
Al cuerpo de guardia y las consultas de pediatría y gineco-obstetricia, así como a los servicios de ultrasonido, acuden diariamente cientos de personas. En declaraciones a Prensa Latina, la directora del hospital, Marié Yolaine Muel, precisó que cada día son atendidos unos 500 pacientes.
Según la funcionaria, vienen de todas partes, y no todos son víctimas del terremoto, pues muchos tienen padecimientos no asociados al sismo.
A la sala de terapia intensiva llegó hace pocos días en estado de coma Eliesse Bonet, de 24 años y embarazada. Presentaba un cuadro clínico con convulsiones y se desconocían las causas.
A partir de estudios complementarios, se determinó que padecía una malaria cerebral, acompañada de una hemorragia, provocada quizás por las mismas convulsiones.
Evolucionó satisfactoriamente con el tratamiento médico, pero a causa de su estado crítico perdió la criatura en medio de un parto inducido.
La doctora cubana Maritza Hermosilla ha presenciado muchos casos similares en Haití y asegura que las condiciones imperantes en el país después del terremoto son caldo de cultivo para la proliferación de pasajes trágicos de esa naturaleza.
"Aquí son muy frecuentes los casos de hipertensión en embarazadas, ahora acentuados a causa del stress que conlleva para muchas vivir en la calle, ya que perdieron sus viviendas por el sismo, y la hipertensión en la madre es letal para el feto", considera Hermosilla, especialista en gineco-obstetricia.
En otra sala del hospital, Gabriel Marie Sonié está a al espera de una nueva cirugía en su pierna derecha, parte de la cual le fue amputada como consecuencia del terremoto.
Su casa de tres pisos se derrumbó, y recibió fuertes lesiones en esa extremidad, por lo que fue llevada a Delmas 33. Tres días después del sismo la trasladaron a otro hospital donde le amputaron parte del miembro.
Gabriel tiene seis hijos, de ellos cuatro hembras y dos varones, y su esposo murió a causa del derrumbe de la vivienda.
Su vida dio un giro de 180 grados con el sismo. Había pedido un préstamo de unos mil 200 dólares para iniciar negocios como comerciante, y se lo habían concedido. Todo parecía ir bien.
Ahora, sin embargo, debe compartir la comida que le dan en el hospital con sus hijos, que duermen casi a la intemperie en una plaza de Petion Ville.
En el hospital la persiguen los documentos del acreedor, quien le exige devolver el dinero aunque en sus actuales condiciones ella no tiene la menor idea de cómo pagar.
"Estoy preocupada porque la pierna no cicatriza, y tendré que ir de nuevo al quirófano, no sé cuándo voy a salir de aquí", expresó Gabriel, quien también ya escucha hablar del cobro de los servicio de salud.
Antes del terremoto, las autoridades haitianas habían reconocido que del presupuesto destinado a este sector, solo el 14 por ciento era financiado por el Gobierno, pues el resto proviene de donaciones internacionales y del cobro de los servicios, cifras insuficientes para las necesidades apremiantes de la población.
En los Centros de Diagnóstico Integral (CDI), construidos a partir de la colaboración entre Cuba, Venezuela y Haití, los servicios a la población son gratuitos.
Ya están en funcionamiento ocho de los 10 CDI con que contará el país, y operan cinco hospitales de campaña establecidos por la misión médica de la isla en varios puntos de la nación.
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