martes, 6 de abril de 2021

Vergüenza contra dinero


Rebelión

Por David Urra Arias

Recientemente salió a la luz un artículo en el NYT titulado: “Cuba se acerca a un logro científico: la producción masiva de una vacuna contra la COVID-19”.

Si bien su título aparenta, en momentos en que la humanidad corre desesperada en busca de una solución para la pandemia que ya se ha cobrado cientos de miles de vidas, una intención que pretende reconocer el esfuerzo cubano en muy difíciles condiciones de lograr una vacuna que permita salvar vidas, su contenido apunta a otro lugar más relacionados con la campaña que hace más de 60 años hace el gigante norteamericano por tratar de demeritar, desprestigiar y manipular cualquier acción que haga la isla, por muy sobresaliente que sea.

El manual del ABC del periodismo establece, entre otras cosas, que en todo artículo de prensa los primeros párrafos deben expresar la esencia del mensaje que se pretende hacer llegar al lector. Igualmente se establece que para ser interpretado por el público objetivo se deben tener en cuenta las características, percepciones y cultura de quienes recibirán el mensaje.

El NYT publica fundamentalmente para el público norteamericano, no para el cubano, esto hace que su mensaje responda a los patrones que tienen los norteamericanos sobre el tema.

En el caso que nos ocupa, el titulo se utiliza evidentemente como un gancho para llamar la atención del lector y de esta forma enviar el mensaje deseado.

El primer párrafo es evidentemente una señal de que el objetivo no es resaltar el evidente logro de la isla asediada, sino tratar de tergiversar el hecho cuando se expresa: “En medio de escasez de pan, la isla entrará pronto en la fase final de pruebas de Soberana 02, una vacuna contra el coronavirus creada por científicos cubanos. Según los planes del gobierno, podrían inocular a toda su población y a los turistas”.

La intención inicial es evidente, primero tratar de dar una imagen de crisis insostenible y hambruna, para después rematar con la idea manipulada de la vacunación de los turistas. Ambas intenciones son reforzadas durante el articulo con el objetivo de cuestionar la actitud del gobierno, que emplea recursos en una vacuna cuando su pueblo se está muriendo de hambre y por otro lado, deslizar una idea que después trata de reforzarse con el mensaje que pretende destruir la carga de humanidad que hay en el esfuerzo cubano por resolver un problema que atañe no solo a Cuba, sino a toda la humanidad. Las vacunas cubanas son para ofrecerlas a turistas con el objetivo de promocionar los viajes a Cuba, no para resolver un problema de salud.

En el comienzo del desarrollo del artículo se vuelve a reforzar la imagen de un país en desesperación, que su gobierno no atiende las necesidades básicas de la población, pero desarrolla una vacuna, no para salvar vidas, sino para hacer marketing de turismo y proselitismo político. “La gente hace fila durante cuatro horas para comprar detergente en La Habana. Las farmacias cubanas no tienen medicamentos para el dolor. Hay escasez nacional de pan”.

“Y, sin embargo, el gobierno cubano dice que está al borde de un logro científico extraordinario: la producción en masa de una vacuna contra el coronavirus inventada en la isla”.

Es evidente la intencionalidad. Para reforzar el mensaje acota después el articulista, “Si la vacuna resulta segura y eficaz, el gobierno cubano obtendría una importante victoria política y una oportunidad de rescatar a la nación de la ruina económica”, “…la vacuna también ofrece una oportunidad única de relaciones públicas”

Obsérvese como se machaca el concepto de deterioro del país, para después asociar la vacuna, ya anteriormente vinculada genéticamente al pan de la bodega, al proselitismo político, las relaciones públicas y el beneficio económico.

No podía faltar el eslogan que las multinacionales de la información han repetido incansablemente en estos días: “Cuba ya piensa en atraer a los turistas a sus costas con una irresistible mezcla de sol, arena y una dosis de Soberana 02”.

Esto, claro que se contradice con lo planteado por el director del Instituto Finlay, Vicente Verez quien afirmó que “la isla podría ofrecer vacunas a todos los extranjeros que viajen allí”. Extrañamente el articulista confunde el termino extranjero con el de turista, ¿habrá sido un error de traducción?

A continuación, refuerza el mensaje manipulado con una foto de un centro turístico y un título sugestivo, “Cuba tiene la idea de atraer a los turistas a la isla al ofrecerles sol y una inyección de su vacuna”.

Para rematar la idea, agrega los comentarios de alguien a quien definen como “experto en Cuba” de la Universidad de California, Richard Feinberg, pero que en realidad ha sido un anticubano furibundo, quien manifestó: “No es solo medicina y humanitarismo; hay un gran beneficio económico si consiguen controlar el virus” y a continuación agregó “Será no solo un ingreso inmediato, sino un impulso a la reputación del sector biotecnológico farmacéutico cubano, que les permitirá comercializar otros productos médicos”.

Obsérvese la intención de matar todo lo que de positivo tiene lograr una vacuna que salvará vidas, para suplantarlo con el “desmedido” e “irracional” interés del gobierno cubano de hacer plata y ganar prestigio.

Cabría preguntarse si el NYT y Feinberg tienen la misma opinión de la cruzada que Trump organizó con la vacuna y la carrera de Pfizer y Moderna por sacar su producto vacunal y venderlo solo en los países que tienen recursos, además de utilizarlo con fines electorales. O la decisión de Biden de oficializar el uso casi exclusivo de las vacunas de Pfizer y Moderna para los estadounidenses. ¿Tendrá algo de humanitario el anuncio de algunos países desarrollados que se jactan de haber adquirido más vacunas que las que sus pobladores necesitan en detrimento de los países menos desarrollados?

No podría faltar tampoco la referencia al programa de médicos y personal de la salud cubanos que en más de 50 países han apoyado a sistemas necesitados de la colaboración médica, cuando refiere que “En 2019, el alquiler de médicos, enfermeras y técnicos aportó 5400 millones de dólares, el doble que el turismo, uno de los principales motores de la economía”.

Como ustedes imaginarán la mayoría de los lectores ni se toman el tiempo por verificar si la cifra es cierta, pero lo más importante es la intención de convertir el programa de colaboración cubana que tiene una enorme carga de humanismo porque está dirigido a los más vulnerables, en un negocio depredador que solo pretende llenar las arcas del estado cubano.

Estoy seguro que muchos en el mundo agradecerían que los países desarrollados asuman una política idéntica a la de los cubanos y envíen miles de médicos al tercer mundo a poyar los deteriorados sistemas de salud de estos países, al final según ellos es un buen negocio.

Después de desfigurar, el por ellos llamado “logro científico”, en la zona menos importante del artículo, se balancea la opinión con el reconocimiento de algunas cosas imposibles de ocultar.

No se puede ser tan evidente. Lo importante ya está implantado en el principio: Cuba no está interesada en solucionar un problema humanitario, solo le interesa, el dinero, el proselitismo ideológico y la vanidad política.

Al final del artículo se necesita reforzar la precariedad y poner en duda la capacidad real de avanzar en sus objetivos que tiene Cuba, cuando se afirma que: “Pero es posible que Cuba no disponga del equipo necesario para fabricar su vacuna a esa escala”.

Para reforzar la idea se manipula fuera de contexto una declaración de José Luis Di Fabio, ex representante de la OMS en Cuba, quien: “Podría resultar difícil comprar suficientes viales para sus 100 millones de dosis”, “Y abrir las puertas a turistas ávidos de vacunas puede crear nuevos problemas”.

Lo más interesante es que Di Fabio no hizo estas declaraciones al NYT, sino que el periodista las obtuvo de otra entrevista con otro contexto totalmente distinto. Eso en términos de información de medios se llama manipulación.

Di Fabio, un alto conocedor de las realidades cubanas, ha sido testigo de muchas situaciones difíciles en las que los cubanos han tenido que encontrar soluciones creativas a sus problemas y estos han sabido resolverlas.

De hecho ya los directivos de Finlay han anunciado que tienen los viales necesarios para la producción de las vacunas Soberana 02 y Abdala en fase de producción a gran escala y que se emplearán en la Fase III de los estudios y en el estudio de intervención que se prevé que llegue a mas de 1 millón de individuos en la isla a realizarse ambos en los meses de marzo y abril.

Pero no conformes con todo lo escrito, en las postrimerías del artículo se vuelve de nuevo a reforzar la idea de que Cuba lo que quiere es dinero y promoción turística y que la precariedad es el obstáculo principal que amenaza el esfuerzo cubano.

“El plan de abrir la vacunación a los turistas parece, para algunos, una táctica arriesgada y astutamente capitalista para atraer visitantes, y con ellos las divisas que la isla necesita desesperadamente. Según los expertos, la combinación de la pandemia y las sanciones ha creado la peor crisis económica que ha vivido el país desde la caída de la Unión Soviética en la década de 1990. Casi todos los productos imaginables —desde el pollo hasta el jabón— han empezado a escasear”, acota el artículo.

Cabría preguntarse si, a las duras sanciones impuestas por EEUU y las dificultades generadas por la Covid, los cubanos deberían responder bajando los brazos y paralizando uno de los sectores que les ha permitido salir adelante y que representa en la actualidad un orgullo nacional.

¿Es que acaso las razones por la que la economía cubana presenta tantas dificultades están relacionadas con la decisión de crear una vacuna?

No verán los autores del articulo lo que está pasando, donde un pequeño grupo de países están capitalizando las vacunas y que solo proyectos como los de Cuba serán los que salvarán al resto de la humanidad.

Duele, que el país que más víctimas tiene por la Covid, que peor ha manejado la pandemia poniendo por delante mezquinos intereses empresariales, que poseyendo los recursos necesarios los a despilfarrado para salvar Bancos y grandes empresas en lugar de salvar a sus pobladores, se arrogue el petulante derecho de manipular y tratar de desvirtuar un ejemplo tan noble como el de los cubanos.

¡Vergüenza contra dinero! Exclamó un destacado patriota cubano cuando se le atacaba por su actitud viril y honesta. De esto se trata este artículo.


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