Defensores en Línea
Las vacunas contra el virus de la Covid son un tema de salud pública, de justicia y de humanidad, es decir, un tema de derechos humanos.
Pero a pesar de los insistentes llamados de la Organización Mundial de la Salud, la mafia farmacéutica mundial profundiza las desigualdades entre el Norte y el Sur global.
Los países más ricos han comprado por adelantado la mayor cantidad de vacunas del 2021, mientras los más empobrecidos no pueden acceder siquiera a las dosis de urgencia para inmunizar a las poblaciones más vulnerables.
En el caso de Honduras, país de 10 millones de habitantes, en términos brutos sólo ha podido reunir 53 mil dosis gratuitas a partir de marzo pasado. Canadá, por ejemplo, tiene vacunas Pfizer y Modernas compradas para inmunizar 4 veces a su población, mientras Estados Unidos inyecta cuatro millones de dosis diarias, sus propias vacunas y las marcas con más de 95% de efectividad.
Aunque esta desigualdad que venimos de señalar es un hecho irrefutable entre los países colonizadores y los países saqueados en África, América y Asia, también es cierto que hay otros factores locales que impiden el acceso a las vacunas en el mercado internacional.
En el caso de la dictadura narcotraficante de Honduras, que robó millones de dólares en la compra de hospitales chatarras, uno de esos factores que dificultan el acceso a las vacunas gratis es su fama de corrupta. Ningún gobierno o institución privada quiere donar vacunas a una mafia indecente y ladrona.
Si miramos hacia el vecindario de Honduras, El Salvador ascendió este sábado a medio millón de dosis inyectadas a la población con vacunas donadas por China y otras adquiridas por el sistema Covax, a través de una simple consigna: si no robamos, el dinero ajusta para todo.
Nicaragua, la malquerida por algunos, es uno de los poquísimos países de las Américas que obtuvo dos millones de vacunas indias a través del sistema Covax de la OMS para inmunizar el 20 por ciento de su población con dosis regaladas, aparte de las vacunas rusas Sputnik que se aplican desde hace varias semanas.
Costa Rica, el espejo de otro tipo de desarrollo regional, adquirió dos millones de dosis de Astrazeneca a través de la OMS y se acerca al 100 por ciento de inmunización del primer grupo poblacional de riesgo.
Estas últimas no son desigualdades a nivel de Centroamérica, son el reflejo calculado de una élite política y económica hondureña voraz, que ha bloqueado los procesos de donación para convertir el rebaño en un gran negocio de venta de vacunas.
El Congreso del Partido Liberal y Nacional que dirige la mafia enjuiciada en Nueva York viene de aprobar esta semana una autorización especial a las empresas privadas para comprar y vender inicialmente 1 millón y medio de vacunas.
“Nuestra intención es activar la vida social y económica de Honduras para que el rebaño se inmunice y el país no se paralice”, justifica el COHEP.
Nada, ninguna justificación que puedan alegar podrá aceptarse de otro modo que no sea un aprovechamiento de las circunstancias, un oportunismo sucio, un tráfico del dolor humano, una suplantación del sistema nacional de salud pública en complicidad con los secuestradores del Estado.
Con toda razón el Colegio Médico de Honduras ha reaccionado condenando esta decisión, que convierte al personal de salud a nivel nacional en un simple peón del sector comercial, puesto que aquellos harán el negocio y éstos harán el trabajo.
El mes de abril está en camino de finalizar, las metas del Seguro Social de inmunizar con Astrazeneca 700 mil afiliados del sector formal de la economía sigue siendo una aspiración, igual que las 6 mil dosis rusas para adultos mayores antes del 30.
Pero las cifras de personas muertas a causa del Covid siguen aumentando, superan las 5 mil, y los contagios sobrepasan los 200 mil a nivel nacional.
Esta realidad es inaceptable. Es otra de las causas de la decepción colectiva que empuja a la gente a marcharse del país. Si los partidos políticos no vienen en alianza sincera con el pueblo para expulsar a semejantes delincuentes, este escenario será terrible en 2022.
Mañana comienzan aquí en Tegucigalpa las primeras reuniones para hablar del poco chance que aún nos queda para desplazar del Estado a las alimañas, esas que han probado ser una máquina productora de miseria, una fábrica exportadora de vergüenza nacional, un laboratorio de drogas más dañino que la Covid.
Vamos pues, vacunas gratis para el pueblo. ¡Vacunas, no fraudes!
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