jueves, 5 de diciembre de 2019

La derecha, Estados Unidos y el imperialismo en el siglo XXI



Por Yazmin Bárbara Vázquez Ortiz *

La acción de la derecha que enfrentamos es expresión de las particularidades que adquiere la disputa multidimensional por el poder en el imperialismo siglo XXI, en medio de lo que se ha denominado “corrimiento de la concentración de la riqueza y el capital a la concentración del poder político”.
En este contexto los objetivos de la Derecha no se reducen a obtener votos a través de la participación política. Sus propósitos se enfocan en dominar a la sociedad y al Estado, incluso más allá de la fuerza política que esté en el gobierno. Ganar las bases sociales, subjetividades, imaginarios, espacios de organización y participación social-políticos, los territorios, espacios institucionales, así como los de gobierno local y nacional, se constituyen en metas que trascienden la otrora intención o apuesta de ganar votos para ocupar posiciones de poder.

En función de tales objetivos, los niveles de organización que ha desplegado la Derecha revelan los resultados graduales de un proceso continuo, acumulativo, de articulación de las élites de poder y sus respectivos instrumentos de dominación en dos niveles:

El Primero, referido a la alianza entre organizaciones y partidos de Derecha a nivel regional, hemisférico y transnacional
El Segundo, que revela las relaciones que se establecen entre La Derecha, el capital transnacional y los gobiernos imperiales
Del primer nivel, la Unión Democrática Internacional (80s), la Unión de Partidos de Latinoamérica (90s) y la Organización Demócrata Cristiana para América Latina (ODCA) constituyen ejemplos de los enlaces entre partidos de derecha de Estados Unidos, Europa y América Latina. Enlaces que han sido funcionales para construir estrategias de dominación y subversión político-ideológicas, que solo se ajustan según los contextos histórico-concretos, pero presentan muchos elementos de base en común. Por ejemplo, operan a través de espacios donde se integran:

Primero: el ejercicio analítico para la deconstrucción de las bases teóricas de la ideología de las fuerzas de izquierda (especialmente del marxismo).
Segundo: la caracterización y clasificación de cada uno de los partidos de izquierda en función de descaracterizarlos, junto a la campaña mediática contra sus gobiernos y líderes.
Tercero: y como alternativa, el llamado a la formación de movimientos ciudadanos o partidos desideologizados, nutridos desde universidades, tanques de pensamiento, iglesias, como actores efectivos del cambio hacia el “progreso” y la “democracia”.
Y Cuarto: La promoción de acciones de protesta social, que a través de manuales o videos incluyen orientaciones precisas para cada caso: protestas contra gobiernos, votación en procesos electorales, entre otros.
En el segundo nivel de articulación, las Redes de Intervención desplegadas en América Latina desde los años 80 del siglo XX, muestran las interrelaciones que se establecen entre actores gubernamentales y no gubernamentales estadounidenses, actores vinculados a los objetivos de ese país en la región y actores latinoamericanos, de los entornos nacionales donde se intervienen, influyen, cooptan procesos de gestión de desarrollo, seguridad, democracia, gobernabilidad, entre otros, trabajando el contenido de los cambios que promueve la derecha desde una diversidad de espacios y sujetos que multiplican los alcances de su acción.

A estas Redes se integran actores gubernamentales y no gubernamentales de los Estados Unidos para capacitar, asistir, financiar en países de la región a comunidades, gobiernos locales y nacionales. La acción de la Agencia Internacional para el Desarrollo (USAID), la Fundación Nacional para la Democracia (NED), el Centro Internacional de la Empresa Privada (CIPE), direccionadas hacia el empoderamiento comunitario y la promoción de académicos para incidir en la proyección de estrategias de desarrollo de gobiernos nacionales y locales es una muestra de ello.

En igual sentido, se destaca la inserción de académicos y tanques de pensamiento que estudian nuestras sociedades y construyen fórmulas de cambio a la medida en cada caso, así como de instituciones financieras regionales o internacionales para financiar y consolidar la orientación técnica de los mismos (BID, FMI, BM).

Las corporaciones transnacionales también han estado presentes en estas redes. Su incidencia se ha revelado en la diversidad de espacios en los que se despliega su acción como parte de la legitimación ideológica y política de los cambios propuestos, desde la construcción de opinión pública por las corporaciones mediáticas, hasta el fortalecimiento de la cultura del emprendimiento, del empoderamiento productivo, con la participación de corporaciones como Walmart en “Modelos de Desarrollo rural”.

Durante el gobierno de Donald Trump, y desde los avances que logró la derecha hemisférica en las administraciones de Barack Obama, se promovió, como parte del esquema de intervención, el despliegue de una red de Gobiernos engrosada por aquellos países en los que la derecha fue retomando el poder ejecutivo. Desde la misma se articuló el Grupo de Lima en función de aislar diplomáticamente a Venezuela, un instrumento también aplicado contra Cuba en la década del 60 del siglo XX y al que se recurre, junto al uso de instrumentos financieros perfeccionados en las guerras económicas y el bloqueo en el siglo XXI, como método de asfixia ante la resistencia mostrada a la implementación combinada de todos los demás mecanismos de intervención ya mencionados.

Por último, pero no menos importante, está la inserción de las fuerzas militares en este esquema. El Comando Sur, por ejemplo, promueve desde el año 2017 el despliegue de una “Red de Redes”, articulando las ya existentes, como modo más efectivo para hacer frente a los desafíos de los Estados Unidos en la región y en este año, 2019, destacan los pronunciamientos de altos jefes de sus fuerzas militares sobre el objetivo que perseguirán: Valores, Ideas e Ideales. ¿Cuáles pueden ser las implicaciones de tales objetivos? ¿Serán, entre otras, que se potencie a las fuerzas militares latinoamericanas como objetivo de cooptación para que encarnen un rol protagónico en aras del cambio de ser necesario?

Para estos propósitos, los enfocados en cooptar valores, ideas e ideales, ya han sido ensayadas al menos tres importantes Líneas de Acción con resultados de efectividad probada por esta derecha hemisférica con raíz global. Las dos primeras que referiremos:

La disputa de sentidos, enfocada hacia las bases racionales y éticas de la orientación de la conducta humana, de la construcción de las apuestas individuales, familiares y sociales en términos de proyectos de vida y sociedad.
La evangelización para promover el conservadurismo como vía de influencia político-ideológica.
Desde ellas la instalación de un modelo racional pro-neoliberal, utilizando lo mejor del discurso y las prácticas de la izquierda, re-funcionalizadas para servir a los intereses del capital, consolida el sistema a través de la dominación cultural.

Y para cerrar el esquema de dominación y subversión político-ideológica, la tercera línea de acción, tal vez la más sutil: el secuestro, la toma de instituciones, leyes, políticas públicas, formas de gobierno, para institucionalizar la dominación político-ideológica y la subversión con base cultural. Una línea de acción a partir de la cual se promueven ajustes en leyes e instituciones a fin de inhabilitar o reprimir por “vías legales” a líderes y movimientos sociales que no resulten convencidos, cooptados a través de los modos antes esbozados.

De esta forma la derecha trabaja combinando seducción con coacción, según se requiera, para eliminar de forma radical cualquier oposición, presente o en futuro potencial.

A los alcances que ha tenido su acción refieren de una parte, la capacidad para apropiarse de imaginarios, reconstruirlos y articular a diferentes grupos y organizaciones de la sociedad civil a sus modelos de gestión y procesos de disputa por el poder, especialmente a través de la acción territorial, real y virtual. Y de otra, la capacidad mostrada para cooptar los espacios de organización y participación política de la sociedad a través del ajuste de leyes que han debilitado la acción de sindicatos y partidos políticos como la reforma laboral y electoral. En esta misma dirección, el fortalecimiento institucional de tribunales constitucionales ha sido funcional para frenar programas de corte social desde gobiernos de izquierda o para inhabilitar políticamente a sus líderes.

Por último, es importante destacar los medios implementados para dominar al Estado a través del supuesto perfeccionamiento de las formas de gobierno, que con el objetivo declarado de potenciar redes de colaboración entre gobierno y sociedad civil, privilegian la inserción de gremios empresariales, y tanques de pensamiento que responden a los intereses de estas últimas, en la construcción de modelos de gestión de importantes programas sociales, potenciando así el uso de matrices racionales e instrumentos técnicos, supuestamente efectivos para obtener seguridad, progreso y democracia a nivel social. De esta forma, no importa si la fuerza de izquierda está en el poder ejecutivo, lo conveniente y efectivo desde las matrices teóricas del capitalismo global puede secuestrar el rumbo del proyecto político, económico-social si no hay un pensamiento crítico articulado a los programas de transformación que contribuya a decantar y ajustar las mismas.

Para concluir, ante la capacidad de acción mostrada por esta derecha hemisférica con nexos transnacionales, y en función de atender a los desafíos de la izquierda para enfrentarla, algunas preguntas pudieran ayudar a la reflexión.

¿Cómo hacer al llegar al poder ejecutivo en Estados con una institucionalidad tomada por la derecha y el capital, ajustada para cumplir sus intereses, si queremos transformar en beneficio social?

¿Cómo hacer para reconstruir el tejido social de base, en aras de tener las fuerzas necesarias para cambiar todo lo que deba ser cambiado y poder gobernar, especialmente, junto al pueblo?

¿Cómo recuperar y promover la subjetividad de la izquierda? Los valores y una racionalidad adecuada para garantizar en todos los niveles y espacios el éxito de la acción.

Y por último: ¿Cómo hacer todo lo anterior ante las fuerzas de la Derecha Hemisférica, el Capital transnacional-Global y los Gobiernos Imperiales articulados para impedirlo?

Ante esas interrogantes las fuerzas de izquierda también tienen un proceso acumulativo de pensamiento y acción que a través de la historia ha ido mostrando las vías posibles. Y sobre todo, una gran reserva de conocimiento acumulado en la praxis de los pueblos, partidos y gobiernos que luchan cada día frente a la avanzada del capital. La izquierda tiene todo lo necesario para constituir un gran tanque de pensamiento y acción social.

* Yazmín Bárbara Vázquez Ortiz es Profesora e Investigadora del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos de la Universidad de la Habana. Miembro del Grupo de Trabajo sobre Estados Unidos de CLACSO.

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