jueves, 5 de diciembre de 2019

A dos años del fraude electoral, acceso a la justicia es inalcanzable



Al cumplirse dos años del fraude electoral en Honduras, Carlos Paz, Director de la Pastoral Social Cáritas de la Diócesis de San Pedro Sula, sostiene que cuando se busca justicia en el país para las víctimas de la violación de sus derechos humanos se encuentra con un ambiente de evasión. Con un servicio de justicia completamente plegado al poder, con un Ministerio Público que no está comprometido con la búsqueda de la verdad, la investigación y el acceso a la justicia.

“Encontramos un Poder Judicial completamente plegado. Un Poder Judicial que no dirime las causas en razón de la verdad, de la justicia, sino con intereses creados y todos esos elementos frenan y generan impunidad”, manifestó Paz.

El pasado 26 de noviembre se cumplieron dos años del fraude electoral que dejó cerca de 30 personas asesinadas, produjo más de 20 presos políticos, provocó el desplazamiento forzado de muchos ciudadanos y ciudadanas que defendía, por medio de la protesta, su derecho a elegir.

El fraude instaló en el poder a un gobierno que se impuso en base a la fuerza de las armas, el chantaje y la manipulación.

Radio Progreso (RP) dialogó con Carlos Paz (CP) sobre el trabajo que se ha venido haciendo en este tiempo de inestabilidad política que por más de 10 años se arrastra en Honduras.

RP. Hace dos años, Cáritas estaba con mucho trabajo en materia de derechos humanos

CP. Sí. Habíamos comenzado antes porque en ese año Cáritas entró en un proceso de formación en derechos civiles y políticos en la Escuela de derechos humanos, de tal manera esperamos que al final del proceso formativo pudiéramos acompañar las elecciones, así que muchos procuradores y procuradoras estuvieron allí, al pie de urna intentando documentar todas aquellas incidencias que pudieran ser de carácter irregular para luego emitir un informe.

RP. ¿Eso cambió con lo que pasó tras terminadas las votaciones?

CP. La labor de defensoría se volcó a las calles. Salimos de lo electoral para acompañar proceso de defensa del voto en aquel momento. En ese contexto se derivaron una serie de irregularidades de carácter violento, de violaciones de derechos humanos por el uso desproporcionado de la fuerza y el uso directo de armas letales que derivaron en varios asesinatos que todavía están documentados y estamos buscando justicia para ellos.

RP. ¿Qué ha pasado en estos dos años en Honduras?

CP. En materia de derechos humanos uno puede distinguir varios elementos que tienen que ver con los derechos civiles y políticos.  Otro es como se ha consolidado y concentrado el poder en el ejecutivo, tal y como lo dice el informe de la CIDH (Comisión Interamericana de Derechos Humanos), mermando el poder en el judicial y en el legislativo. Hay un control que limita la confianza en la ciudadanía y que tiene un impacto directo en la pobreza y desigualdad.

La migración masiva incrementó desde la crisis post electoral.

RP. Dos años después ¿hay calma en el pueblo hondureño?

CP. El pueblo ha estado 10 años permanentemente en lucha y creo que evidentemente se percibe una situación de desgaste, de cansancio, pero subyace una situación de inconformidad, de peligrosa calma que tarde o temprano va a derivar en una nueva crisis.

RP. Es decir que la olla sigue tomando presión.

CP. Así es. Creo que mientras exista desigualdad, mientras siga creciendo la pobreza, mientras siga la violencia en las calles, mientras siga la concentración de la riqueza en pocas manos, seguirá una olla de presión a punto de explotar.

RP. ¿Y si explota se vienen caminos peligrosos y difíciles?

CP. Lo primero que hay que lamentar es que esto deriva en personas, en personas concretas, en el dolor de las familias que muchas de ellas han visto morir a sus seres en este contexto. Otras han sido torturadas, han sido víctimas de tratos crueles y otras de penas inhumanas y degradantes como el caso de Guapinol donde los defensores y defensoras han sido criminalizados.

RP. ¿Esta crisis de 10 años cómo ha impactado en la ciudadanía?

CP. Lo primero es un temor. Aquí en la institución (Cáritas) tenemos la oportunidad de trabajar directamente con las comunidades y hemos percibo el temor, no hay confianza en la policía, no hay confianza en el Ejército y la gente más bien lo que tiene es miedo, y una sociedad en esas condiciones es difícil poder buscar caminos de salida, pero la ciudadanía está buscando, desde diferentes aspectos, cómo encontrar fuerzas, articularse, organizarse para hacerle frente a esta situación, y eso es motivo de esperanza.

RP. ¿Cómo ha sido la labor de defensoría de los derechos humanos?

CP. La parte más difícil es lidiar el dolor con la gente. Creo que allí hay una empatía, hay una labor de solidaridad humana, de sentir el dolor de la víctima y en base a eso sacar fuerzas para adquirir un compromiso fuerte por la búsqueda de la justicia.

RP. En la búsqueda de la justicia ¿con qué se encuentran?

CP. Encontramos evasión. Un servicio de justicia completamente plegado al poder, encontramos un Ministerio Público que no está comprometido con la búsqueda de la verdad, la investigación y el acceso a la justicia. Encontramos un Poder Judicial completamente plegado, que no dirime las causas en razón de la verdad, de la justicia, sino con intereses creados y todos esos elementos frenan y generan impunidad.

RP. ¿Cómo han reaccionado las organizaciones?

CP. Es un elemento positivo. Las organizaciones hondureñas, de sociedad civil hemos logrado ir articulando fuerzas, organizándonos, lo que una organización no tiene lo va supliendo otra, ese es un elemento de carácter esperanzador y eso nos ha dado fuerzas.

RP. ¿Qué tipo de Democracia tenemos en Honduras?

CP. Una Democracia autoritaria, una Democracia que tiene ciertos rasgos que parecen contradictorios. El sistema neoliberal ha ido dando muestras de unas características muy peculiares. Todo este cambio de época que ha generado el sistema neoliberal ha ido construyendo nuevos híbridos, y este es uno de ellos. Cómo es posible que el autoritarismo se revista de Democracia, es porque utiliza el sistema toda la institucionalidad para ser muestras de esa autoridad, de ese autoritarismo. Otro ejemplo es cómo se utiliza las instituciones del Estado para la criminalidad organizada.

RP. ¿Es válida la Democracia como sistema político?

CP. Aún y cuando seamos crítico de la Democracia, sigue siendo un sistema válido, y por eso es importante reflejar la urgencia de rescatar el Estado Democrático de derecho, y cómo se logra, a partir de la defensa y protección de los derechos humanos de toda la población, y es por eso que no debería haber ningún hondureño y hondureña que no tenga un compromiso efectivo por los derechos humanos, en la medida que lo hagamos en esa medida vamos a rescatar la Democracia.

RP. Si éste es un gobierno débil, ¿quién lo sostiene?

CP. Los intereses del gobierno de Estados Unidos aquí en la región. Creo que, si no tuviéramos ese elemento desde el primer momento de que ellos se dieron cuenta que el Estado de Honduras está cooptada sus instituciones en favor de la persona que concentra el poder y que tiene vínculos con la criminalidad organizada, desde ese momento habría sido removido, pero como pesan más los intereses geopolíticos, esa es la razón fundamental por la que se sostiene. Y el otro elemento es el control de la fuerza militar. Mientras los militares sigan en las calles, Honduras seguirá siendo un país en el que su población estará en vilo, limitada en su organización. Y el tercer elemento es, el poder judicial, la búsqueda de justicia en nuestro país es casi un sueño.

RP. ¿Vivimos en una dictadura?

CP. Ya no sólo lo dice el pueblo hondureño, sino que, en el informe de la CIDH, allí se menciona. Cuando uno lee la concentración del poder en manos del Ejecutivo, en otras palabras y en términos más maquillados, más diplomáticos, allí se está hablando de la concentración de poder, y no sólo eso, también habla de la pérdida de confianza de la ciudadanía, en otras palabras, no hay legitimidad.

RP. ¿Qué escenarios nos esperan?

CP. Hay dos grandes esferas, una vinculada al cambio de actitudes, a la construcción de valores de carácter social que la Conferencia Episcopal, en su último comunicado, lo revela en términos de conversión, y eso tiene que ver con un cambio de actitud y con la construcción de valores en torno a los valores ya establecidos en la doctrina social de la Iglesia como el bien común, la búsqueda de solidaridad, justicia. El otro elemento es el que tiene que ver con los espacios de organización, de articulación, de generar conciencia, de develar el sistema y allí hay una gran tarea. Y lo último es el trabajo en red. Tenemos que adquirir conciencia que ninguna organización podemos resolver, solos y solas, la situación que estamos viviendo.

RP. ¿Qué hacer con la actitud de quienes toman las decisiones en el país?

CP. Creo que la suerte está echada. Como dice el refrán popular: no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista. En los próximos años, o en los próximos meses quizás, vamos a ver caer esta situación, sino ocurre estará un pueblo listo para seguir emprendiendo la lucha.

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