martes, 1 de noviembre de 2016

La manada



Por Javier Gallego

A raíz de las últimos casos mediáticos de violación en grupo ocurridos este verano en España, el autor reflexiona sobre como estos hechos son indicadores sociales de que la cultura de la violación esta muy normalizada entre una gran parte de los hombres de la sociedad española.

Nos tranquilizaría pensar que los que presuntamente violaron a una chica entre cinco son una anomalía monstruosa que nada tiene que ver con nosotros, pero la realidad es que pueden ser nuestro vecino, nuestro hermano, nuestro hijo. 
La cultura de la violación está tan normalizada que ni los presuntos agresores ni sus colegas se plantean que aquello lo fuera.
El grupo de Whatsapp de los cinco presuntos violadores de una joven en San Fermín y el vídeo que dos jugadores del Eibar grabaron contra el consentimiento de una chica mientras mantenían relaciones con ella, muestran que para el macho medio, la mujeres son piezas de caza. Una vez cobrada la presa, se exhibe ante el resto de machos para buscar la aprobación de la manada. Así llamaban al grupo telefónico los cinco acusados sevillanos detenidos en Pamplona, “manada”. 
En él compartieron no sólo la presunta agresión en Sanfermines, también otra en Córdoba en la que drogaron a una muchacha para manosearla y llegaron a abofetearla cuando se negó a practicarles una felación. Colgaban en el chat de amigotes el vídeo. Como el cazador cuelga la cabeza del animal muerto en la pared de su casa. Como los futbolistas del Eibar. Sergi Enrich y Antonio Luna estaban haciendo un trío consentido con una mujer pero cuando uno de ellos empezó a grabarlo con el móvil, ella le pidió que no lo hiciera. Le dio igual. Siguió grabando. Quería un recuerdo de su hazaña que probara su hombría, como aquella imagen del rey Juan Carlos con el elefante abatido por su rifle. Quería alardear delante de otros compañeros, uno de los cuales terminó filtrándolo para gastarles una broma. Eso es lo que era para unos y otros. Motivo de risas. De palmoteos de gorila y chanzas de bufón. Las mujeres son un chiste del que te puedes reír. 
No hay que tomárselas muy en serio. La manada es manada de hienas reidoras. Nos tranquilizaría pensar que son una anomalía monstruosa, que nada tiene que ver con nosotros, pero la realidad es que pueden ser nuestro vecino, nuestro hermano o nuestro hijo. La manada está extendida y normalizado su comportamiento rastrero. La cultura de la violación está tan normalizada que ni los presuntos agresores ni sus colegas se plantean que aquello lo fuera, como ninguno de los futbolistas ni de los compañeros a los que llegó el vídeo se plantearon destruirlo según el deseo de la chica. La voluntad de la mujer no existe. No nos hagamos los sorprendidos.
La conversación del grupo de Whatsapp que tanto ha escandalizado, no es muy distinta del cacareo de gallitos de muchos hombres. Forma parte de la absurda complicidad masculina hacer comentarios denigrantes sobre las mujeres y alardear de someterlas. “El poder del lobo reside en la manada”, reza el tatuaje de uno de los presuntos violadores de los Sanfermines. Hombres débiles y cobardes sólo se sienten fuertes rodeados de otros como ellos. Parece que la manada ha vuelto a atacar este fin de semana en las fiestas del Pilar de Zaragoza, donde una mujer ha denunciado una violación múltiple mientras los agresores apaleaban a su novio. 
Estos ataques seguirán sucediendo mientras no les paremos los pies en nuestro entorno más cercano, mientras el telediario siga dando noticias como la de los futbolistas sin mencionar que es “violencia de género”, mientras no se llame “terrorismo machista” a las violaciones y muertes sistemáticas, mientras la mujer sea denigrada en los medios, cosificada en la publicidad y minusvalorada en todos los ámbitos. La manada no son ellos, somos todos.

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