viernes, 25 de noviembre de 2016
Trump y su política exterior en Colombia, Cuba y Venezuela
Rebelión
Por Fernando Casado
Tras la victoria de Donald Trump la mayor de las incógnitas que se abren es: ¿Cumplirá el nuevo presidente de EEUU sus promesas electorales o eran solo fanfarronerías para llegar a la Casa Blanca? Parece ser que por ahora el enfant terrible del establishment, el populista antisistema, el sexista, xenófobo y racista va por todas. Uno de sus primeros actos como presidente electo fue mantener una conversación con Vladimir Putin con la intención de llevar a cabo un acercamiento con el eterno enemigo de la Guerra Fría y la Guerra de Siria para consensuar posiciones, y ya se habla de un frente común contra los terroristas [1] . Igualmente, en el programa 60 Minutes Trump reafirmó su intención de reforzar y ampliar el muro de la vergüenza en la frontera con México y deportar a una cifra nada desdeñable de tres millones de indocumentados [2] .
Entonces si Trump va en serio ¿Qué podríamos esperar en torno a las futuras relaciones con Colombia, Venezuela y Cuba? ¿Habrá importantes cambios en las relaciones de estos tres países y los EEUU? Aunque se habló poco durante la campaña presidencial estadounidense de ello, es muy probablemente que haya giros en la política exterior de EEUU en contraposición con la política llevada a cabo hasta ahora por Obama y el previsible continuismo de Clinton.
El menos mencionado durante la campaña fue Colombia, sin embargo, el socio estratégico e ideológico en la región de EEUU pudiera ver alterados los lazos con su mejor aliado si Trump aplica su programa a rajatabla. La primera preocupación de las élites colombianas debe ser la posible anulación del Tratado de Libre comercio entre Colombia y EEUU. Trump durante su campaña lanzó durísimas críticas contra este tipo de acuerdos comerciales, a los que responsabiliza de la desindustrialización de EEUU y del empobrecimiento de la clase obrera. Esta narrativa fue probablemente determinante en el éxito de Trump en uno de los estados claves como Michigan, con 16 votos electorales, donde se encuentra la deprimida ciudad de Detroit, otrora símbolo del sistema de producción fordista. Los ataques de Trump se han centrado en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), vigente entre EEUU, Canadá y México, y el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) [3] que podría darse por fenecido antes de su nacimiento. Pero si se denuncian por parte de EEUU los dos anteriores nada indica que puedan salvarse de la purga otros acuerdos como el que existe con Colombia, en vigor desde mayo de 2012.
El segundo tema que debe preocupar a Colombia es la posibilidad de que la exorbitada ayuda militar que recibe de los EEUU se vea disminuida tras la llegada de Trump a la presidencia. Durante una visita a la Casa Blanca del presidente Juan Manuel Santos a principios de este año, Obama anunció que para el 2017 otorgaría una ayuda bajo el nombre de Paz Colombia de 450 millones de dólares [4] . Se inauguraba así la nueva versión del Plan Colombia, que estuvo vigente durante 15 años y por el que el país neogranadino recibió 10 mil millones de dólares para combatir el narcotráfico y la insurgencia. Aunque existe un acuerdo más o menos extendido de que la ayuda recibida en forma de equipamiento militar en el marco del Plan Colombia pudo ser determinante para debilitar a los grupos insurgentes que hoy negocian la paz, los cultivos de drogas se han incrementado y los grupos de narcotraficantes extendido y fragmentado, profundizando el problema del tráfico de drogas.
¿Continuará Trump con el programa Paz Colombia creado por su antecesor? Las dudas que surgen respecto a este tema no serán aclaradas hasta después de su toma de posesión, pero veamos cuáles son los escenarios que se plantean en este momento. En primer lugar, Trump convirtió en uno de sus ejes de campaña la crítica a las intervenciones en el extranjero con un alto costo para EEUU, como la guerra en Irak, lo que provocó la confrontación con el ala conservadora de su propio partido republicano y una importante diferencia con su competidora demócrata Hillary Clinton. Trump también hizo constantes referencias a las excesivas y continuas dádivas que EEUU estaría entregando a otros Estados en materia militar, que a partir de ahora tendrán que arreglárselas pos si solos, en caso de que no “reembolsen de manera adecuada por el tremendo costo militar que nos supone proteger a otros países” [5] ; esto en referencia a la OTAN, organización que ha llegado a sugerir podría abandonar. Con estos antecedentes no es difícil pensar que el gasto en el programa Paz Colombia pudiera ser considerado por Trump como una mala inversión que habría que recortar, incluyendo la excesiva presencia de ejército estadounidense que opera en varias bases militares en este país. Sin embargo, muchos analistas en Colombia ya se han adelantado y aseguran que es el Congreso estadounidense el que le dará continuidad y dinero al plan, ya que existe un respaldo por parte de demócratas y republicanos. Además, el senador Jeff Sessions y el exalcalde de Nueva York Rudolph Giuliani, quienes asesoran a Trump en materia de política exterior, estarían a favor de continuar el actual proceso de paz en Colombia [6] . A la vista del talante de Trump hasta el momento, todas las apuestas están abiertas.
Un tema más que debe inquietar a las autoridades colombianas son las consecuencias de masivas deportaciones de ciudadanos indocumentados y en situación irregular en EEUU. Las políticas de Trump amenazan con convertirse en una cruzada personal contra la inmigración ilegal. Ya Obama inició duras medidas que significaron que durante su presidencia se hayan deportado más personas que en los gobiernos de Clinton y Bush juntos, tan solo en el año 2015 fueron 1.154 los colombianos devueltos a su país [7] ¿Cómo afectaría a las relaciones bilaterales entre ambos países y a la situación interna colombiana si esta cifra aumentara exponencialmente?
Por último, no cabe duda de que un discurso como el de Uribe y sus acólitos está mucho más acorde con la forma de ver la realidad de Trump que la de Santos, un gobernante muy próximo a Obama. Por lo tanto, la relación que en los próximos años se establezca con las distintas fuerzas políticas en Colombia es también un tema que merece la pena hacerle seguimiento. Un Santos debilitado tras la catastrófica derrota del referéndum por la Paz quedará a merced de sus adversarios si EEUU le da la espalda y la vuelta del uribismo estará aún más próxima.
Por lo tanto, Santos tendrá que hacer lo posible para que Trump se convierta en su “nuevo mejor amigo”, como diría de Hugo Chávez el colombiano inmediatamente después de ser electo por primera vez presidente hace exactamente seis años. De que lo consiga dependerá que se pueda mantener el actual status quo para Colombia.
Venezuela tuvo una discreta presencia en la campaña presidencial estadounidense. En primer lugar, se identificó una guerra sucia electoral de los demócratas y algunos medios de comunicación que compararon a Trump con el presidente Hugo Chávez por el supuesto talante populista de ambos personajes. Entre las similitudes se encontraría la censura a medios de comunicación, la represión y el carácter autocrático [8] . Las artimañas utilizadas trataron de atemorizar a la población haciendo uso de una imagen demonizada de Hugo Chávez previamente construida por los medios de comunicación hegemónicos y que en estas elecciones se trató de atribuir a Donald Trump. A la luz de los resultados electorales esta estrategia para parar a Trump en base al miedo de que alteraría los valores más sagrados en los que se asienta la fundación de los EEUU también habría fracasado.
Pero el propio Donald Trump ha lanzado ataques contra Venezuela. En uno de sus discursos electorales afirmó que “si Hillary gana, vamos a tener un Tribunal Supremo que va a destruir nuestro país tal y como lo conocemos. Recuerden eso. Tendremos Venezuela. Miren lo que está pasando en Venezuela” [9] . Comprobamos que Trump también ha usado el recurso de la comparación de su oponente y sus políticas con Venezuela para descalificarla, en este caso en un símil de desgobierno y caos. Pero la referencia más mediática relacionada con Venezuela, la llevó a cabo Trump durante un acto de campaña en Miami en septiembre en que se refirió a este país en los siguientes términos:
Ahora, hablemos de un lugar llamado Venezuela, Miami está construida con el duro trabajo de la increíble gente de Venezuela. Pero han sido heridos terriblemente por los socialistas de Venezuela y el próximo presidente de los EEUU debe mantener solidaridad con toda gente oprimida del hemisferio y estaremos con los oprimidos, y hay mucha gente oprimida en Venezuela que está anhelando ser libre y anhelando ayuda. El sistema es malo pero la gente es grande ¡Grande! [10]
Ante este tipo de declaraciones es muy probable que continúe el hostigamiento de Trump contra el gobierno de la Revolución Bolivariana, y que no haya ningún tipo de modificación en las políticas iniciadas por el premio Nobel de la Paz, como fue la emisión de una orden ejecutiva en la que declara una "emergencia nacional" por la amenaza "inusual y extraordinaria" a la seguridad nacional y a la política exterior causada por la situación en Venezuela [11] .
Habrá que ver entonces hasta dónde llega la “solidaridad” que Trump piensa otorgar a la “gente oprimida de Venezuela”. Si piensa financiar a la oposición política al gobierno de Nicolás Maduro y aplicar la política de patio trasero y la doctrina Monroe “América para los americanos” con posturas claramente neocoloniales. En el caso de que las relaciones con Rusia mejoren, será interesante ver si ambas potencias para distender tensiones hacen un reparto geopolítico del mundo al más puro estilo de la Guerra Fría, en que previsiblemente quedaría Europa Oriental incluyendo el Cáucaso en manos de Putin, a cambio de una menor presencia en América Latina en general, incluyendo Venezuela.
Sin embargo, es probable que la intervención en los asuntos internos de Venezuela y otros países situados en el espectro ideológico contrario de EEUU no supere al que habría desarrollado la guerrerista Hillary Clinton, o sea menor. La ex candidata demócrata claramente ha tenido manifestaciones imperiales, como sus declaraciones tras el asesinato de Gadafi en las que parafraseo a Julio César: “Vinimos, vimos y él murió”, y que tras la intervención de la OTAN tienen este país sumido en el caos [12] . Pero tampoco podemos olvidar las acciones en Honduras durante su ejercicio como Secretaria de Estado, y que en la primera versión de su libro “Difíciles decisiones” declara “Ideamos (…) un plan para restaurar el orden en Honduras y asegurarnos que elecciones libres y justas pudieran celebrarse rápidamente y de forma legítima, lo que dejaría sin efecto la cuestión discutible de Zelaya” [13] . El golpe de Estado ocurrido en el año 2009 fue confeccionado con la intención de frenar la expansión al grupo de países en la órbita del ALBA y más a la izquierda del continente, y constituyó la primera victoria en la vuelta del neoliberalismo en la región. Clinton sin duda habría agudizado esta tendencia, habrá que ver cuáles son los pasos que decide dar Trump.
Cuba es de los tres el país del que más ha hablado Trump hasta ahora. Desde sus primeras intervenciones en las primarias, tuvo una postura intermedia entre el acercamiento iniciado por Obama y las posturas radicales de republicanos como Marco Rubio que abogan por el cierre completo de la frontera y relaciones, continuando con las políticas de los últimos 50 años [14]. Una vez eliminados los 17 contendientes que iniciaron las primarias por el partido republicano, la postura de Donald Trump era la más próxima a los sectores del exilio cubano concentrado en el Estado de Florida y frontalmente contrario al restablecimiento de las relaciones con Cuba. Trump comprendió desde el principio la importancia de este estado con 26 votos electorales que visitó de manera asidua en la etapa final de la campaña electoral y que finalmente ganó. Normalmente tendemos a homogenizar en las lecturas que se han hecho de las elecciones de EEUU el voto latino, y aseguramos que estaría en contra de Trump, pero sin duda que el voto cubano y de otras naciones latinoamericanas fue determinante para que el republicano ganara las elecciones.
La posición de Trump respecto de Cuba no ha variado mucho desde los inicios, mantiene que Obama ha negociado “un mal acuerdo” y que es necesario no dar ningún paso de apertura hasta asegurar que “nos traten de manera justa, que se trate a la que gente de Cuba y se trate a la gente de Cuba que vive aquí [EEUU] de manera justa” [15] . Aunque al contrario que la mayor parte del partido republicano, no está en contra de que se inicien contactos con el gobierno de Raúl Castro.
La victoria de Trump en las elecciones de EEUU respecto a Cuba, es lo que el No significó para el referéndum por la Paz en Colombia. Un retroceso, desandar gran parte del camino recorrido, pero no por ello el cierre definitivo del dialogo. Veremos entonces cuales son las nuevas condiciones que quiere imponer Trump, y que nunca llegó a definir durante la campaña, lo que posiblemente signifique que son objetivos realizables por ambas partes, y que no quiso develar para no parecer demasiado blando frente a los sectores más reaccionarios de su partido y exilio cubano cuyo voto necesitaba para llegar a la Casa Blanca.
Más preguntas que respuestas surgen al analizar cuál será la política exterior de Trump frente a Colombia, Venezuela y Cuba, pero lo que nos queda claro es que ninguno de los dos candidatos de las últimas elecciones de EEUU deparaba nada bueno para el devenir de los pueblos de estos países, y que el actual ganador no constituye necesariamente la peor opción.
Notas:
[3] Este acuerdo involucra a EEUU, Japón, Australia, Nueva Zelanda, Malasia, Brunei, Singapur, Vietnam, Canadá, y los latinoamericanos México, Perú y Chile.
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