lunes, 14 de noviembre de 2016
La reelección y el contexto político actual
Por Rossel Montes
América latina se está debatiendo en en las actuales coyunturas políticas sobre los procesos constitucionales sobre las posibilidades de apertura en las muchas veces caducas constituciones las reformas para la reelecciones políticas, en algunos países ya se ha creado las condiciones para la reelección como los son Venezuela, Colombia, Ecuador. El argumento tradicional que gira en torno al tema, es que es un derecho humano y político y que debe reflejarse en la modernización del derecho constitucional liberal. En américa Latina a finales del siglo pasado estuvo plagado de dictaduras militares, lo que dio inicio a decir de Samuel Huntington y Guillermo Odonnel, la “Tercera Ola” en America Latina. Lo que fueron los procesos de democratización en la zona, dejando atrás las férreas dictaduras militares y así darle cabida a la democracia representativa de partidos según los postulados del liberalismo clásico y el neoliberalismo que ocupaba las famosas libertades elementales para desarrollar la explosión de los mercados, que no era otra cosa que los programas de ajuste estructural, globalización de los procesos productivos, destrucción del sector público y privatización exacerbada.
En ese sentido las constituciones liberales sellaron la posibilidad de cualquiera intento de perpetuación del poder político. No fue distinta la historia de nuestra constitución de 1982, creada para no permitir la perpetuación en el poder y el continuismo; se crearon los artículos Pétreos los cuales dejan muy en claro que todo aquel que intente perpetuarse en el poder entra en la categoría de traidor a la patria y mecánicamente debe ser hecho preso por tal acto.
Antes del Golpe de Estado perpetuado contra el gobierno de Manuel Zelaya en 2009 este desde el ejecutivo se propuso la creación de una cuarta urna, en la que el pueblo soberano y la ciudadanía, por vez primera iba a decidir sobre el rumbo de los acontecimientos político-constitucionales de la nación.
EL proyecto de la cuarta urna propuesta por Manuel Zelaya fue obstaculizado de forma abrupta por un clásico golpe de Estado, el cual dejó sumamente dividido al país. La crisis política dejó severas pérdidas económicas y una polarización social e ideológica muy marcada. El golpe de Estado para algunos analistas y sociólogos como Eugenio Sosa, fue un parte aguas que inicio un nuevo comienzo en los movimientos sociales en Honduras, los cuales estaban digamos, algo dormidos, los viejos movimientos sociales que habían surgido en la Huelga bananera, luego los que agrupaban a la Coordinadora nacional y El Bloque popular, fueron sustituidos por un nuevo movimiento social mucho más amplio y heterogéneo a saber: la resistencia contra el golpe de Estado y luego simplemente la resistencia y su brazo electoral El partido Libre.
Los debates sobre la reelección se han intensificado en la actualidad debido a que el partido nacional y su “caudillo” más representativo, el señor del ejecutivo, Juan Orlando Hernández, lo trajera a la palestra pública y se iniciara una guerra por justificar la creación de toda una maquinaria política y jurídica para implantar de forma totalitaria y bonapartista la reelección presidencial. El partido nacional, que históricamente ha sido una institución política de carácter férreo, con medidas autoritarias desde su surgimiento como fracción del partido liberal a inicios del siglo XX. Ha deteriorado severamente la institucionalidad, socavando lo poco que queda de la democracia republicana y sistema de partidos.
Las consecuencias de la reelección presidencial en el contexto actual.
En tan solo dos periodos presenciales el partido Nacional ha devenido en un bonapartismo suigéneris para usar un término usado primero por Marx y ahora por los Trotskistas (George Novack, Democracia y revolución) , es decir, es un gobierno que aun no ha caído en la dictadura abierta, pero que se caracteriza por usar elemento de autoritarismo, dicho fenómeno fue analizado por Herbert Marcuse para la segunda guerra mundial y el ascenso del fascismo. El Bonapartismo suigéneris no destruye el parlamento pero lo mantiene neutralizado y es el hombre a caballo decía Marx el que manda, en nuestro caso, es el “Hombre de Lempira” el que tiene controlado todos los poderes del Estado, tanto así que en tan poco tiempo quedan pocos vestigios de institucionalidad en el país. Las leyes practicamente son adornos en la vida social, los derechos humanos son una entelequia y quedan evaporados en la telaraña de esta trágica novela, que es la realidad Hondureña
La alternabilidad en el poder aseveran constitucionalistas, politólogos y teóricos de lo social, podría ser una ventaja en el desarrollo de nuestras frágiles democracias formales. El poder político se ejerce de forma totalmente vertical y en países donde existe una débil institucionalidad, los procesos de reelección solo coadyuvan a crear sistemas políticos monolíticos, partidocracias y poliarquía ( Robert Dahl) .
El país parase secuestrado por una banda de delincuentes que están vinculados a los más vil crímenes: narcotráfico, tráfico de influencias, saqueo de instituciones, malversación de fondos, privatización exacerbada y la aplicación del más monstruoso neoliberalismo que hasta Milton Freedman quedaría absorto ante tanta medida y trancazo contra la vida económica y social de la mayoría de hondureños que están pasando por un proceso de pauperización económica.
Los procesos reeleccionistas al parecer ya son vistos con normalidad en el panorama político de América latina, pero estos funcionan relativamente bien, ahí donde existe una fuerte institucionalidad y los índices de corrupción política no son estratosféricos y casi cósmicos. Donde los niveles de impunidad son bajos y se respeta el Estado de derecho. La reelección propuesta actualmente sólo es el capricho de la podrida oligarquía que actualmente nos gobierna. Que nos ha sumergido en la peor crisis institucional, socio-económica de nuestra historia reciente.
La democracia hondureña se fortalecerá cuando otro tipo de poder político resurja y otro tipo de cultura democrática se ejecute, y la irrupción de otra ciudadanía que proclame la libertad y autonomía. La actual alienación, enajenación y heteronomía usando un término de Cornelius Castoriadis, sólo serán superados con el cambio social.
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