miércoles, 30 de noviembre de 2016

Tractores contra estudiantes



Por Melissa Cardoza

La brutalidad se muestra sola. Rachel Corrie tenía 23 años y era parte de un grupo de estudiantes norteamericanas que como escudos humanos intentaban evitar que el ejército israelí destruyera un campamento lleno de refugiados en Palestina. Con su cuerpo joven se puso frente a una máquina aplanadora. Le pasó encima, la mató.

A eso y  más se enfrenta ese pueblo donde para un ejército asesino como el de Israel usar estas estrategias no causa impresión, más  que a quienes miramos una y otra vez el rostro ensangrentado de una joven que puso su vida ante la barbarie poderosa de este reino de fascinerosos en el que habitamos, haciéndose imagen de nuestras hermanitas tiernamente guardadas en la memoria.

Acá nomás en nuestro querido departamento de Olancho, en la magnífica Universidad de Agricultura, honra y dicha de diversos gobiernos y su bienamado  rector-ministro-rector Marlon Escoto, emblema de lucha antigremial,  un tractor enviado para tal fin,  intentó cruzar una red de jóvenes que custodian sus vidas, sus bienes comunes, su territorio universitario.

La narrativa de esta imagen es tan clara que el ministro y sus serviles han dejado ver a cuerpo entero su mentalidad criminal, ante la desobediencia, la violencia bruta. Si a esa imagen sumamos  las llamadas que han circulado y hemos escuchado a viva voz de parte de profesores, hombres y mujeres,  amenazando, como buenos policías civiles,  a los jóvenes, no sólo de perder su año lectivo o  su graduación sino su vida, su libertad, tenemos una efectiva imagen de cómo se organiza la vida académica, normativa y ética en los campus de la UNA.

Saludamos con admiración a las y los profesores que han asumido la cita de su tiempo y acompañan a la juventud, en voz alta; lamentamos  quienes se callan y se esconden para guardar su trabajo y sus salarios, en un momento en que  la vida es la que está de por medio,  momento en el que sólo hay dos lugares para escoger donde pararse. 

Para venir a rescatarnos de la porquería política que nos llena la vida cotidiana, nuevamente la juventud, ahora la del interior de esta tierra nos mueve hasta el fondo por sus muestras de integridad y dignidad desconocida por quienes viven de la política como negocio. Ellas y ellos que se han mantenido con voluntad, organización, creatividad han enfrentado varios eventos que les pudieron costar las vidas. Lo han enfrentado cantando el himno nacional, elevando miles de oraciones colectivas, trabajando en los campos y las huertas y llamando a su pueblo a que les apoye.

Buena y mucha compañía necesitan ahora los estudiantes. Las solidaridades, las rebeldías, las palabras y acciones de quien les reconocemos  la  alta moral de los herederos de un Morazàn agonizante que les llama desde el  fondo de la historia. 

Mejor compañía les hacen las vacas, los terneritos, los chanchos y las gallinas, seres sintientes nobles y mansos que no usarían nunca un tractor contra sus congéneres porque para hacer eso se necesitan muchos títulos universitarios, harto poder, y muy corrupta humanidad.


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