miércoles, 2 de enero de 2013
La realidad tras los Hermanos Musulmanes
Por Eric Draitser
Las complejidades de la Primavera Árabe y la lucha por la libertad política en todo el mundo árabe no deberían ocultar lo que ahora se ha convertido en una noción absolutamente esencial para todos los antiimperialistas: la Hermandad Musulmana es una de las armas más poderosas de la clase gobernante occidental en el mundo musulmán. Aunque puede ser una píldora difícil de tragar para algunos por motivos emocionales o psicológicos, no hace falta mirar más allá del papel insidioso que la organización juega en Siria y los abusos de poder y de los derechos humanos del gobierno de Egipto. En la guerra patrocinada por EE.UU./OTAN contra el gobierno de Asad, los Hermanos Musulmanes han emergido como la principal fuerza aprobada por Occidente, la vanguardia del ataque imperialista. Mientras tanto, en Egipto el presidente Mursi y el gobierno de los Hermanos tratan de destruir lo que fue, hace poco más de un año, la promesa de la revolución.
Los Hermanos Musulmanes en Siria
El establecimiento esta semana del Comando Militar Supremo, a cargo de toda la ayuda militar y la coordinación con los rebeldes, demuestra inequívocamente el papel de liderazgo de los Hermanos Musulmanes en la campaña por un cambio de régimen en Siria. Como informa Reuters: “El comando unificado incluye a muchas personas vinculadas a los Hermanos Musulmanes y los salafistas… excluye a los oficiales más importantes que han desertado de las fuerzas armadas de Asad” (1). Esta estructura de comando, formada a petición y con el patrocinio de EE.UU., el Reino Unido, Francia, Arabia Saudí, Catar y Turquía, entre otros, no incluye simplemente miembros de la Hermandad Musulmana, está, de hecho, dominado por ella. ¿Es posible que las potencias imperiales occidentales no se hayan dado cuenta simplemente de que el grupo que estaban formando incluía a esos elementos? Sugerir algo semejante, sería acusar de estúpidos a algunos de los principales “estadistas” del mundo (Hillary Clinton, William Hague, Laurent Fabius, Ahmet Davutoglu, etc.). Por desgracia no lo son. Esos individuos han colaborado para crear una fuerza testaferra de los Hermanos Musulmanes en Siria que puedan controlar y en la que puedan confiar para que cumpla las órdenes de Occidente.
Sin embargo, no basta con decir que los Hermanos Musulmanes dirigen esta nueva estructura militar, porque sería suponer que no han estado jugando un papel crítico todo el tiempo. Más bien la organización ha sido central en la desestabilización de Siria desde el comienzo del conflicto armado. El propio Consejo Nacional Sirio, originalmente la cara de la “oposición” respaldada por Occidente, estaba dominando entre bastidores por los Hermanos Musulmanes. Como señaló el exlíder de los Hermanos Musulmanes Ali Sadreddine, respecto al CNS: “Elegimos esa cara, aceptada por Occidente… Nombramos a [el exjefe del CNS Burhan] Ghalioun como fachada para la acción nacional. Ahora actuamos como los Hermanos pero como parte de un frente que incluye todas las corrientes” (2). Por lo tanto vemos que, esencialmente, la organización ha mantenido, desde el principio, un considerable grado de control de la oposición basada en el extranjero, claramente diferente de la oposición autóctona de los Consejos Nacionales de Coordinación y otros grupos. Los Hermanos Musulmanes, una maquinaria política y paramilitar internacional, ha llegado a dirigir la batalla contra Asad.
De hecho, los Hermanos Musulmanes han suministrado muchas formas de liderazgo y ayuda a la oposición basada en el extranjero, respaldada por el extranjero, más allá de una simple dirigencia directa. Desde el suministro de cobertura diplomática y política al apoyo táctico en el terreno mediante el contrabando de armas, el reclutamiento de combatientes y otras responsabilidades necesarias, la organización ha llegado a permear cada aspecto de lo que Occidente llama convenientemente “rebeldes”.
Ya en mayo de 2012, los Hermanos Musulmanes de Egipto, el centro de la organización, estaban suministrando el apoyo político y diplomático que los rebeldes necesitaban para derrocar el régimen de Asad. Mientras estaban a punto de ganar las elecciones egipcias, los Hermanos estaban ocupados haciendo comentarios públicos sobre la necesidad de la intervención militar occidental en Siria. El portavoz de la organización, Mahmoud Ghozlan, declaró: “La Hermandad Musulmana llama a los gobiernos árabes, islámicos e internacionales a intervenir… para derribar el régimen [de Asad] (3). Esta cínica declaración pública es una violación flagrante de todos los argumentos que afirman que la Hermandad Musulmana es de algún modo antiimperialista, que se opone a la dominación occidental del mundo árabe. Al contrario, aunque pretenda que se opone a Occidente, en realidad es un instrumento de las potencias imperiales utilizado para destruir naciones independientes que se oponen a la hegemonía estadounidense en Medio Oriente.
Este respaldo político y diplomático es solo un aspecto de la participación de la Hermandad en la destrucción de Siria. Como informó el New York Times en junio de 2012: “Agentes de la CIA operan en secreto en el sur de Turquía ayudando a los aliados a decidir qué combatientes de la oposición siria al otro lado de la frontera recibirán armas… mediante una tenebrosa red de intermediarios que incluyen a la Hermandad Musulmana de Siria” (4). El uso de la Hermandad Musulmana para contrabandear armas a los rebeldes de Siria no debería ser una sorpresa considerando el hecho de que las monarquías suníes de la región (primordialmente Arabia Saudí y Catar) han sido las voces más altas a favor del cambio de régimen en Siria por cualquier medio. La relación entre esas monarquías y los Hermanos Musulmanes es obvia: comparten convicciones religiosas similares y son enemigas confesas de todas las formas de chiismo. Además han formado parte integral del sistema de hegemonía estadounidense que ha mantenido toda la región bajo su control durante décadas.
Muchos han argumentado en el pasado que, aunque comparten ideologías y “marca” idénticas, la rama siria de la Hermandad Musulmana es en cierto modo independiente de la Hermandad Musulmana propiamente dicha. Esta absurda afirmación es contradicha por el simple hecho de que cada posición pública adoptada por la Hermandad Musulmana Siria ha estado alineada directamente con las declaraciones públicas desde El Cairo. Como demuestra el artículo de Carnegie Middle East Center “La Hermandad Musulmana en Siria”: “Desde el comienzo de la revolución, la Hermandad ha sostenido que la intervención extranjera es la única solución posible a la crisis en Siria. En octubre de 2011, también llamó a la intervención de Turquía y al establecimiento de zonas humanitarias protegidas en territorio turco” (5). Cuando dos entidades llevan el mismo nombre, tienen los mismos patrocinadores, y adoptan las mismas posiciones, hay que mostrar una ignorancia premeditada para argumentar que no se trata de alguna manera de la misma entidad, o más exactamente que reciben las órdenes de los mismos amos.
Las potencias detrás de los Hermanos Musulmanes
Al examinar el papel extremadamente insidioso que los Hermanos Musulmanes juegan en Siria, hay que comenzar por comprender la relación histórica entre la Hermandad Musulmana y el imperialismo occidental. La organización fue fundada por Hassan al-Banna en 1928 con la intención de restablecer una forma más pura del Islam que había existido siglos antes. Sin embargo, este fue solo el barniz religioso creado para enmascarar las intenciones políticas de la organización. En el artículo de Mother Jones titulado “¿Qué es la Hermandad Musulmana y se apoderará de Egipto?” el autor explica que, “Los Hermanos Musulmanes sirvieron de ariete contra nacionalistas y comunistas, a pesar del antiimperialismo basado en el Islam de los Hermanos, el grupo terminó a menudo por hacer causa común con los británicos coloniales. Funcionó como una agencia de inteligencia, infiltrando grupos izquierdistas y nacionalistas” (6). Este hecho indiscutible de que la Hermandad Musulmana funcionó, incluso en sus primeros días, como un brazo de facto de la inteligencia occidental, es crucial para comprender su desarrollo y su actual poder político.
Sin embargo, existen quienes argumentan que, a pesar de esta “coincidencia” de objetivos y planes, los Hermanos Musulmanes nunca pudieron ser vinculados directamente a la comunidad de la inteligencia. Sin embargo, como señala claramente Robert Dreyfuss, autor del artículo de Mother Jones, existe amplia evidencia que vincula directamente a la CIA a la dirigencia de la Hermandad Musulmana:
Para entonces [1954], el principal organizador internacional del grupo y su más conocido funcionario era Said Ramadan, yerno de Hassan al-Banna. Ramadan había llamado la atención de la CIA y del MI6, el servicio de inteligencia británico. Al investigar para mi libro… encontré una fotografía poco usual que muestra a Ramadan con el presidente Eisenhower en el Despacho Oval. Para entonces, o poco después, es probable que Ramadan haya sido reclutado como agente de la CIA. El periodista del Wall Street Journal, Ian Johnson, ha documentado posteriormente los estrechos lazos entre Ramadan y varios servicios de inteligencia occidentales… Johnson escribe: "A fines de la década, la CIA respaldaba abiertamente a Ramadan" (7)
El hecho de que la figura central de la organización internacional haya sido un conocido agente de la CIA corrobora las afirmaciones de innumerables analistas e investigadores de que la Hermandad se utilizó como un arma contra Nasser y, en los hechos, contra todos los dirigentes árabes socialistas que entonces formaban parte de una creciente marea de nacionalismo árabe que buscaba, como objetivo supremo, independizarse de la dominación imperial occidental.
A fin de comprender plenamente cómo se convirtió la Hermandad en la organización que conocemos actualmente, hay que comprender su relación con la familia real de Arabia Saudí. De hecho, los saudíes han sido los financistas principales de la Hermandad durante décadas por los mismos motivos por los que EE.UU. y las potencias occidentales la necesitaban: la oposición al nacionalismo árabe y a la creciente “insolencia” de los Estados chiíes. Dreyfuss escribe: “Desde sus primeros días, la Hermandad fue financiada generosamente por el reino de Arabia Saudí, que apreciaba su política ultraconservadora y su virulento odio a los comunistas árabes” (8). Esencialmente, mientras EE.UU. comenzaba a ejercer su poder de posguerra en toda la región, la Hermandad Musulmana estuvo allí como beneficiario bien dispuesto y humilde sirviente que sembraba semillas de odio entre suníes y chiíes, adoptaba una ideología salafista llena de odio que predicaba el conflicto y la guerra inevitable entre las ramas del Islam. Naturalmente, todo en beneficio de las potencias occidentales que se preocupaban poco de la ideología y más por el dinero y los recursos.
¿Instrumento de las potencias occidentales en la actualidad?
A menudo se arguye que, aunque las fuentes históricas muestran inequívocamente que la Hermandad está íntimamente conectada con los servicios de inteligencia occidentales, la organización ha cambiado de alguna manera, que se ha convertido en una fuerza pacífica por el progreso político en el mundo árabe. Como han mostrado los recientes eventos en Egipto, nada más lejos de la verdad. Con el antidemocrático intento del presidente egipcio Mursi de apoderarse del poder, la limitación de las libertades civiles, de los derechos de las mujeres, y de las minorías religiosas y étnicas, la Hermandad Musulmana ha mostrado que es poco más que una fuerza política reaccionaria que se presenta como una forma de “progreso”.
Por si quedara alguna duda de las verdaderas intenciones y motivaciones de la Hermandad Musulmana una vez que estuviera en el poder en Egipto, no se necesita considerar otra cosa que su posición respecto a las instituciones del capital financiero global, particularmente el Fondo Monetario Internacional. En una de las primeras decisiones tomadas por Mursi y el gobierno de la Hermandad Musulmana, El Cairo estableció que, de hecho, apreciaría préstamos condicionales del FMI para salvarse de la perspectiva de una continua crisis económica. Sin embargo, como parte de las condiciones del préstamo, el gobierno de Mursi tendría que reducir drásticamente los subsidios, las regulaciones y otras “restricciones del mercado” mientras aumenta los impuestos a la clase media. Esencialmente, esto significa que la Hermandad consintió al cóctel usual de medicina de austeridad que ha sido administrado tantas veces por los agentes del capital financiero en todo el mundo. Esto, naturalmente, provoca la pregunta: ¿Fue el fin de la revolución? Por cierto, mucha gente en las calles de El Cairo se hace la misma pregunta. O, para decirlo con más exactitud, ya conoce la respuesta.
En Egipto, como en Siria, la Hermandad Musulmana se ha convertido en un apéndice de la clase gobernante imperialista occidental. Ha servido fielmente esos intereses durante décadas, aunque las caras, los rostros, y la propaganda han cambiado con el paso de los años. Cuando vemos las trágicas imágenes de Siria o las decenas de miles de personas en las calles de El Cairo, tenemos que preguntarnos por qué se ha tardado tanto en denunciar, o incluso en entender, a esa pérfida organización. La respuesta es, como de costumbre, porque sirve los intereses del capital global de mantener la confusión en el resto del mundo sobre quiénes son realmente los enemigos del progreso. Al revelar su auténtica naturaleza, las verdaderas fuerzas de la paz y el progreso en todo el mundo pueden rechazar a los Hermanos Musulmanes y al sistema imperial en todas sus formas abiertas y encubiertas.
Notas:
(7) Ibíd.
(8) Ibíd.
* Eric Draitser es fundador de StopImperialism.com y analista geopolítico independiente basado en la Ciudad de Nueva York. Es colaborador regular de Russia Today, Press TV, GlobalResearch.ca, y otros medios noticiosos. Contacto: ericdraitser@gmail.com .
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