sábado, 26 de enero de 2013

Rápido y furioso




Por Julio Escoto 

Jamás en mis largos años de observar al andamiaje estatal, ni cuando los chafas, en 1963, arrancaron su urgente y desmesurada carrera de ambición y lucro, había contemplado una rapacidad tan descarada y brutal, cínica y ruda para medrar desde la corrupción como ocurre en este gobierno. Saltan las trancas diputados, ministros, funcionarios, empleados medios y menores, y exhiben una insana imaginación de recursos para malvender el país, hipotecar los bienes patrimoniales, entregar la soberanía, ponerlo a sujeción externa, explotarlo y si es posible destruirlo para repartirse el despojo como cuando Cristo en la cruz.

A la docena de ideólogos, ya identificados, que alimentan con insumos de tal suciedad al Poder Ejecutivo y particularmente al Legislativo –abogados y economistas que se exprimen los sesos para legalizar sus maldades, y que no son sino gángsteres– la universidad que vivieron en el exterior les sirvió para desnacionalizarse y desamorar su sentido patrio, tornándose agentes de un poder ulterior que lo que practica no es neoliberalismo sino piratería y oficio de corso. Los neoliberales por lo menos siguen doctrinas establecidas; estos aplican la “doctrina del shock”, son depredadores.

Se les debería fusilar. Como a los menchevique en la revuelta de 1917, o los protocolos chinos actuales para casos de daño a la nación, merecen ser pasados por las armas, y no exactamente las de la metáfora y la moral.

Están desesperados por enriquecerse en manera rápida, furiosos por acumular, no importa si delictivamente. Y no hay uno que se salve de culpa pues desde el gerente administrativo de entidades descentralizadas que contrata familiares para negocios de operación, hasta el final diputado que dice sí a lo que daña al Estado nacional, sin dejar por fuera al Lobo presidente, más responsable que todos. El afán desmedido con que han entintado sus tres años anteriores, y el presente peor, es el de descuartizar a Honduras y repartirla a trozos entre la jauría de liberales, nacionalistas y enanos seguidores, banqueros, industriales y profesionales cómplices, nosotros todos por aceptar la barbarie en silencio, la sociedad entera, pues, que si no rompe con sus vicios se condena a cien años no de soledad sino de maldad.

Y el daño afecta universalmente a todos: este maquillado proyecto de “regímenes especiales” es en síntesis el mismo de ciudades modelo y de concretarse sepultaría en plenitud al capital nacional, incapaz de competir, por desigualdad, con los anchos privilegios otorgados al inversionista foráneo; perjudicaría a las municipalidades, a los profesionistas nuestros, discriminados por menor formación o raza (taiwaneses e indios traen sus propios técnicos); al simple comerciante local que paga impuestos por importación mientras aquel no lo hará; al obrero, desplazado por migrantes autorizados en la ley de creación, jamás consensuada, de semejante adefesio jurídico y ético. 

Nos jodemos quienes no somos ellos.

En menos de un lustro todo lo construido por catrachos y avecindados será vencido, pues lo que tratan es de edificar un poder financiero monstruo y ajeno sobre nuestros recursos naturales, expoliando a la mano de obra barata que es el proletario local.

No son proyectos, pues, para desarrollo sino para ocupación y dominación. Así como crearon compañías efímeras para la represa de Nacaome, para los cien mil vatios, el “lanchazo”, otros, y pronto para distribución energética de ENEE, cuando entregarán la infraestructura de servicio eléctrico con todo y postes (¿los ve ya inventariados en amarillo?), el propósito es lucrar vorazmente, como cuando el “chinazo”, a volúmenes estratosféricos jamás intentados, prostituyendo la propiedad colectiva.

Excepto si peleamos y ejercitamos los recursos de la protesta de calle, el pataleo, la arenga y los gritos, la huelga, la amenaza y la oposición creciente. De lo contrario los malditos nos maquilan incluso la conciencia. Y solo es un año, hagamos resistencia un año y la 

República históricamente se salva de esta amenaza de extinción.

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