viernes, 11 de enero de 2013

Una tarea ineludible: Volver a mirar al campo



Radio Progreso

Comenzar un año siempre es una oportunidad para impulsar algo nuevo, un tiempo para evaluar lo que no hemos hecho durante el año que cierra, y para plantearnos nuevos retos y desafíos. Y uno de los grandes desafíos para este año que llega es que el Estado vuelva la mirada al campo.
En el paisaje agrario hondureño es notable la ausencia de políticas públicas, siendo los grandes empresarios de la agroindustria quienes determinan la vida en el campo. Desde sus mezquinos intereses, imponen los monocultivos, definen los precios de los productos agrícolas, y acaparan el escaso presupuesto que asigna el Estado para promover la productividad en el sector agrícola.
Uno de los ejemplos más evidentes de los últimos tiempos lo encontramos en la palma africana, rubro que se mueve al capricho y antojo de tres empresarios que controlan el mercado de materia prima de la palma y de los derivados de ese aceite, y también son los dueños de las principales plantas extractoras. Para muestra, nos sobra un botón: El año pasado, estando la palma africana en su producción máxima, el precio de venta bajó de cuatro mil quinientos a dos mil quinientos lempiras la tonelada, de un solo golpe. Un pequeño productor de palma del sector del Aguán explicaba la situación: “tenemos claro que esta decisión responde a los intereses de Miguel Facussé y dos empresarios más del Bajo Aguán, quienes obligan a los pequeños productores a solidarizarse con ellos y culpan del bajón de precios a los campesinos que están luchando por la tierra”. Da la casualidad que estos tres empresarios son también los verdugos de estos campesinos y campesinas.
Este ejemplo sería suficiente para mostrar las consecuencias de la falta de una política agraria, pero la cosa no queda ahí. Ante la ausencia de incentivos estatales para los pequeños productores, los empresarios imponen la expansión del cultivo de la palma utilizando sus propios estímulos y cerrando el círculo de un negocio perfecto: ofrecen crédito a toda persona que tenga tierra y quiera cultivar palma africana, con la única condición de que le venda la fruta a ellos, asegurando así el control del mercado de materia prima. Por tanto, los tres empresarios siguen teniendo la sartén por el mango, y nosotros seguimos viendo como los valles y los cerros se inundan de palma africana, con el desequilibrio ambiental que eso supone.
Frente a esta realidad, el campesinado junto al movimiento social tienen una ineludible tarea, luchar por rescatar la institucionalidad y desde ahí demandar políticas públicas que atiendan y reactiven el campo, a partir de los intereses y necesidades de los campesinos y campesinas.

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