sábado, 26 de enero de 2013

Hacer oposición




Por Efrén D. Falcón

"Si no te opones con vehemencia, todo el tiempo, 

hasta donde alcance tu voz, no me quedará otra opción 

que pensar que eres cómplice”.
Indalecio Tuna Trauber

Oposición
Si la oposición es el conjunto de grupos o partidos que en un país desaprueban y objetan la política del gobierno, debemos asumir que el Partido Liberal, los pequeños partidos, y el grupo de nuevos partidos políticos, son la oposición política del Partido Nacional, hoy en el gobierno. No obstante, a la actuación de todos estos grupos políticos, juntos o separados, difícilmente podría llamársele oposición.

Ha quedado demostrado con creces que en el Congreso Nacional la influencia del presidente del mismo es tal que las voces disidentes son escasas y sin peso, a pesar que la bancada mayoritaria oficialista no llega al 56% de los diputados electos; lo que significa que la supuesta oposición, que suma un poco más de 44% de los diputados electos [más de 35% del PL], prácticamente se ha plegado a la política impuesta desde el oficialismo. ¿Por qué?: comodidad, conveniencia, coincidencia ideológica. Sea lo que sea, en el seno del parlamento hondureño la oposición como tal, sencillamente no existe. Habrá que ver qué sucede este año con el extraño cambio de liderazgo de la bancada liberal —bancada “opositora” mayoritaria—, liderada ahora por Yani Rosenthal —un liberal de centro derecha—, en sustitución del jefe de bancada que representaba fielmente a la ultraderecha, José Alfredo Saavedra. Esto no deja de ser paradójico, aunque se dan todo tipo de negociaciones en el escaque político, porque es la ultraderecha la que mantiene las riendas de ese partido como resultado de las recientes elecciones internas.

El insólito anonimato de la oposición
Dada la situación de aguda crisis en que se mantiene prácticamente cada uno de los sectores de la vida nacional, resulta verdaderamente extraordinario que después de tres largos años de un gobierno que da tumbo tras tumbo nadie haya hecho un esfuerzo serio por estructurar una oposición consistente, bien fundamentada y que llene el papel de saludable protagonismo que debería desempeñar tal oposición.

Parte de una explicación ante ese comportamiento anómalo podría ser la crisis interna del PL, o la complicidad velada que existe entre personajes de la cúpula de ambos partidos tradicionales para mantener la ecuación bipartidista. Empero, a menos que se planifique su desaparición, la misma crisis interna —que contrapone a la facción ultraderechista y a la facción moderada— obligaría a la facción menos radical del PL a ejercer perentoriamente una oposición elocuente contra el menos que mediocre gobierno nacionalista. Hasta hoy no ha sido ese el caso. Y se han soslayado inexplicablemente los beneficios que podría acarrear una oposición política formal y positiva.

Los partidos minoritarios —existentes antes de junio 2009—  nunca han tenido la trascendencia suficiente ni el orden para ejercer una verdadera oposición, porque aplastados por el tradicionalismo conservador de los hondureños, nunca pudieron encontrar el liderazgo o la coyuntura que los condujera a crecer más allá del papel de entidades de relleno o comodines dentro de la política vernácula.

Confirmando que nuestro sistema político es una farsa tragicómica bipartidista, es lógico que los partidos que han conformado este sistema durante las últimas tres décadas no hagan ni sepan hacer una verdadera oposición política; sin embargo, los partidos nuevos, mejor dicho LibRe y el PAC, los únicos que verdaderamente podrían tener un impacto electoral importante [de hecho, LibRe ya lo tuvo] no tienen ninguna excusa válida para no constituir con toda la fuerza necesaria una oposición política real.

El PAC —increíblemente el único partido político de oposición con un sitio web moderno, actualizado y presentable, pero que más semeja una página personal que la de un partido político—, no parece dispuesto a conformar oposición. Tendrá sus razones Nasralla, pero menospreciar las ventajas de generar una buena oposición política es un error que le puede costar caro al popular dueño del PAC.

Hacer oposición no es criticar por criticar
En cuanto a LibRe, lo único que su dirigencia puede alegar es que no encuentran la apertura necesaria en la mayor parte de los medios de comunicación del país. Seguramente así es, pero esa no puede ser una excusa para que el partido que pretende ganar las próximas elecciones, contra viento y marea, con una avalancha de votos que esterilice el anunciado fraude electoral, no haga una oposición inteligente, contundente y pletórica de contenido. Medios de comunicación que los apoyen no faltarán; pero para que el público ponga atención es vital que se deje la cantaleta antimperialista-antioligárquica y se proceda con orden y buena letra a conformar una oposición continua —casi omnipresente—, alejada de la diatriba politiquera, y más cercana a la exposición seria y transparente de lo que sucede, de cómo lo enfoca el gobierno y de cuál sería la solución aplicable para cada situación o problema. Podemos entender que LibRe aún esté en proceso de ordenamiento y consolidación de sus filas a nivel nacional, y que todo lo han ido haciendo contrarreloj; pero ni aún los avatares de su nacimiento lo pueden eximir de uno de sus deberes fundamentales ante la sociedad hondureña: ejercer un papel activo como oposición política, para mostrar en el proceso conocimiento, organización, disciplina y compromiso. Quizás eso pondría poner un poco de color a nuestra descolorida esperanza. Amén.
21 de enero de 2013

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