sábado, 26 de enero de 2013

Sobre unas declaraciones de Rodil Rivera y su propuesta de alianza con la derecha y LibRe




Rodolfo Pastor Fasquelle

Me siento obligado a comentar, y contradecir algunas declaraciones recientes del prominente compañero don Rodil Rivera Rodil, publicadas por El Libertador último proponiendo que LibRe (y Rodil se identifica con la causa del Partido) entre en una alianza con una derecha supuestamente moderada (JOH- LOBO) con el fin de, entre otras cosas, derrocar a la derecha extrema, a la que también con acierto y fundamento, califica como una oligarquía árabe, aduciendo, lo que puede bien ser cierto, que la derecha extrema es peor. (Sin duda anda por ahí una calaña fantástica de locos peligrosos. Solo hay que leer las declaraciones de Romeo Vázquez V. en su lanzamiento el domingo recién pasado en un hotel Tegucigalpa, proclamando que Honduras lo necesita).  Coincido con Rodil en cuanto que como cualquier otro partido, LibRe tiene que actuar con astucia y aprovechar las contradicciones del contrario. Pero no nos engañemos a nosotros mismos cuando nos aliamos con el Diablo, que suele ser más fuerte que Uno, a menos que esté Uno dotado de una extraordinaria virtud. Y si vamos a esa alianza no nos engañemos tampoco con respecto a su fin, o las intenciones del aliado, ni mucho menos con respecto nuestros fines y propósitos, que no deben limitarse a prevenir el peligro de la extrema derecha. No inventemos coincidencias ni obviemos nuestra contradicción.

No podemos aliarnos con Lobo y Hernández para derrocar a nadie porque ellos son los que están en el poder y procuran quedarse ahí, con las ventajas que el poder les da.  No es cierto que como piensa Rodil la contradicción principal de LibRe sea el Villedismo. ¡Ni va a ser Juan Orlando un amigo sincero a quien debemos ayudarle a vencer resistencias!

LibRe es un organismo político de gran interés y potencial, un partido popular, que ha conseguido institucionalizarse y participar en elecciones internas y que si trabajara honestamente, mucho y de modo inteligente en la organización y en el mensaje de la propaganda pudiera ganar una gran cuota de poder y aun quizás la presidencia de la República y una mayoría relativa en el Congreso Nacional. (No vamos a tener en esta primera justa 97 diputados, no va a suceder, pero podríamos ganar). Se equivoca el análisis.

No creo que sea el enfrentamiento entre poderes en el gobierno actual que origina la crisis de la institucionalidad, como asegura aquí Rodil, una crisis que históricamente es fuerza rastrear a otro punto en el tiempo y por lo menos al golpe mismo de junio del 2009, pero que además es parte de un antiguo proceso profundo y continuo de desprestigio de la clase política y de sus esquemas formales clásicos, y deterioro del actual orden legal, que arranca desde el momento mismo de promulgarse la Constitución vigente, una que a veces (discúlpenme la malcriadeza) siento que nos traiciona y delata a sus autores. Rodil dice aquí muchas cosas inteligentes y valientes.

Pero la propuesta de Rodil, de llevarnos a una alianza, supone que es válido el argumento de don Juan Orlando Hernández con respecto a su inocencia en el golpe (quiere dejarle el golpe atrás, a los demás, pero hay sobrada evidencia de que él estaba ahí en esa conspiración, que si bien fue un acto de traición del partido Liberal jamás pudo darse sin el colaboracionismo interesado de los otros). No nos escandalizaremos porque se produzcan las conspiraciones, como desde que existe el poder formal.

La próxima contienda política no se va a decidir por una cuestión de suerte o de destino manifiesto, por una alianza o providencia divina, si no por la organización, por el trabajo que se haga en materia de identificación, cedulación gratuita e incorporación de los votantes en una estructura celular del partido. Ese trabajo es el primer requisito del triunfo. Si no se da, las trampas de Juan Orlando van a volver a ganar.

El segundo requisito de éxito de LibRe es el programa, el mensaje, el planteamiento ideológico. Solo si escapa del arrinconamiento en que precisamente lo quieren dejar de extrema izquierda, Juan Orlando y Villeda y Romeo Vásquez y Salvador Nasralla y solamente  si es lo suficiente amplio ese esquema como para acomodar a una gran mayoría del electorado tendrá posibilidad de triunfo el Partido. El socialismo democrático va, aceptando los límites que imponen el mercado y la división internacional del trabajo. Pensamos como Felipe González, el líder histórico más importante hasta ahora del Partido Socialista Español y como Lula, de Brasil, que el Estado tiene la responsabilidad de velar por los derechos universales de la población y tiene que fiscalizar cabalmente el cumplimiento de las empresas, con respecto a una normativa convenida de calidad internacional. Creemos en la descentralización y en el fortalecimiento del sistema cooperativo y el sector social de la economía. Y nuestro planteamiento tiene que volverse operativo, tiene que ser pragmático y creíble.

Es cierto que un grupo de magnates que repudia a Juan Orlando o le teme aun, quiere apoyar desde la industria mediática la campaña del candidato liberal y que ese grupo de poder fáctico puede ser extremoso. Pero no se si esa oposición va a durar o solo es como la de su hermano nacionalista, de Juan Orlando, Ricardo Álvarez, una estrategia para forzarle el brazo a Hernández en una negociación del poder. A Villeda, después de todo, ni con todos los trucos de la cosmética y todas las cámaras de luz infrarroja, no lo van a poder hacer un triunfador. Le falta un no sé qué y la mitad del partido que nos venimos para acá. Los grandes magnates no van a correr el riesgo de despertarse del lado equivocado de la cama el día después de una inevitable derrota para este abogado que, de verdad corresponde, en su conservadurismo a la sátira que le hace el cachureco (Infeliz Chele, conservador hasta la médula. Derecha pura, casi en olor de santidad, estás perdido).

Tampoco creo, como supone el argumento de Rodil, que exista una diferencia ideológica de grado, calificada, entre el cachurequismo oficialista, no digamos el derrotado de los salvacionistas a los que Juan Orlando tendrá que incorporar tarde o temprano y las fuerzas de élite que por hoy apoyan sin duda, con cierta arrogancia, la campaña política de Villeda y mañana pudieran jugar con Nasralla. Unos y otros, cachurecos y liberales de hoy creen que los postulados del neoliberalismo libertario son axiomas de una ciencia económica perfecta, en cuanto les facilita la acumulación sin fin.

La oposición entre el cachurequismo y el villedismo, igual que la oposición aún no superada entre salvacionistas y azules unidos son enfrentamientos entre grupos de poder, en los que cada cual busca su interés, y a nadie le interesa el bien público, menos aun el derecho de LIBRE o un proyecto popular democrático.

Puede ser que para enfrentar ese sistema nos convenga hacer alianzas temporales muy cuidadosas, tácticas, pero si van a ser aliados, Lobo tiene que detener los escuadrones de la muerte o ayudarnos a prevenir sus asesinatos y Juan Orlando, tiene que dejar de mentir y de agredir como hace a diario sobre la supuesta peligrosidad de LibRe y ambos deben confesar que participaron en el golpe, que prescindieron de la legalidad al ver una oportunidad dorada para sus fines, que digan que actuaron congruentemente con la lógica política, porque después de todo es su oficio. Y que dejen de insultar. Veamos.

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