sábado, 2 de julio de 2011

Manuel Zelaya y su estrategia de armar un país dentro de otro


Rebelión

Por Carlos Aznárez

Cumpliendo con lo que había anticipado en el exilio forzoso al que lo había condenado el golpe cívico-militar hondureño, Manuel Zelaya aprovechó el segundo aniversario de su derrocamiento y la euforia despertada por su regreso al país, para avanzar en la idea de convertir a la Resistencia en la promotora de un partido politico denominado Frente Amplio de Resistencia Popular (FARP). Esta nueva organización fue lanzada a la superficie en el marco de un plenario multitudinario (1500 delegados del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP), pertenecientes a 19 departamentos), y aprobada casi unánimemente.

Para que esto sucediera, Mel, como cariñosamente lo apodó el pueblo hondureño, mantuvo, en los días previos, prolongadas reuniones con los dirigentes de la Resistencia que le son más afines, como Juan Barahona y Rafael Alegría. A ellos les explicó que era necesario no desaprovechar la oportunidad que se ha abierto con su presencia en el país “gracias a la movilización popular y al esfuerzo internacional de nuestros mejores amigos”. De allí, a convencerlos que es “ahora cuando”, para la constitución de un partido que reuna a lo mejor y más combativo de los cuadros de la Resistencia, hubo un margen donde ambos dirigentes plantearon su aceptación, siempre y cuando se respete la diversidad política que aglutina el Frente. Según Barahona, ese es el factor fundamental que les ha permitido mantenerse unidos durante los dos difíciles años que van desde el golpe de Estado a este presente.

Zelaya repitió la operación con otros referentes frentistas y fue destruyendo una a una las dudas que se le planteaban sobre “los peligros que encierra la partidocracia”, como le comentaran delegados del departamento de Intibucá, quienes advirtieron al líder hondureño que la propuesta podía echar por tierra todo el esfuerzo realizado por la Resistencia.

Zelaya, que sin dudas ha hablado de esta iniciativa con sus aliados latinoamericanos (sobre todo con el presidente venezolano Hugo Chávez y con Daniel Ortega de Nicaragua), se da cuenta que el gobierno de Porfirio Lobo no las tiene todas consigo a nivel politico y económico y que por ello se hace preciso pasar a la contraofensiva, ya que el 2013 –fecha de las elecciones- puede ser la posibilidad concreta de su retorno al poder.

Esta misma discusión sobre “partido si, partido no”, se bajó a las bases frentistas y a los comités municipales y barriales, preparando de esta manera la Asamblea Extraordinaria.

Es en esos ámbitos populares donde se alzaron voces contrarias a lo propuesto por Zelaya. Una de las más rotundas críticas provino de las filas del histórico Copinh (Consejo Popular de Organizaciones Indígenas de Honduras), que lideran Berta Cáceres y Salvador Zuñiga. No sólo insistieron en que es erróneo pensar que el golpismo busca reconciliaciarse, sino que para no retroceder en la lucha, el FNRP no debe ser partido politico ya que “eso es más de lo mismo”. Por ultimo, expresaron a Zelaya que el Frente de Resistencia no debe posicionarse para ninguna elección, salvo para la de Constituyentes.

En términos similares, se expresó otro dirigente de peso en el andar de la Resistencia, Carlos Reyes, quien con ironía dejó traslucir su desengaño con el hecho de votar partidos, ya que luego “el aparato de la burguesía logra que los obreros y los campesinos voten a capitalistas y terratenientes”.

Con todas estas voces a favor y en contra, Zelaya convocó la gran asamblea frentista y allí se dio cuenta que gran parte de los concurrentes coincidía con su visión de la realidad hondureña. Por eso, puso primera y mediante un apasionado discurso, sumó todos los elementos a favor que significará contar con una herramienta política. Por un lado, no renunciar a ninguno de los planteamientos históricos de la Resistencia, sobre todo el de la Asamblea Constituyente. Zelaya hizo ver a sus seguidores que el partido que recién nace es la principal fuerza política del país, ya que cuenta con 1.300.000 firmas de apoyo, y que ésa es la mayor garantía para exigir la Constituyente.

En lo estrictamente ideológico abogó por una propuesta de “inclusión social y en paz”, y adelantó una señal del rumbo que tendría su gestión si gana las elecciones del 2013, apuntando que enfocará los cañones contra la burguesía y que construirá un socialismo democrático, al que caracterizó como “liberalismo prosocialista”.

Con esas definiciones, y la certeza de que el FNRP no se disuelve en el nuevo partido, sino que por el contrario, lo motorizará, se puntualizó que la participación dentro del mismo es individual y no como organizaciones, para evitar cualquier tipo de conflictos no deseados.

La respuesta de las bases fue de aprobación por aclamación de la constitución de la herramienta política frentista. Sólo los militantes del Copinh y otras pequeñas organizaciones departamentales no convolidaron el paso dado, y dejaron abierta la puerta –ad referendum de una asamblea de sus afiliados- para decidir si continúan o se van del Frente.

Para Mel Zelaya, la nueva batalla hacia el poder ha pegando así un salto cualitativo. Conocedor calificado del entretejido politico de su país, sabe que con su presencia y con el accionar movilizador de la Resistencia, las contradicciones de sus adversarios seguirán aflorando. De allí, que a través del nuevo partido se propone comenzar una campaña de denuncia contra la represión, por el castigo de los culpables de haber violado los derechos humanos y por la resolución de los conflictos sociales y sindicales que afectan al país. De hecho, Zelaya ya se está moviendo como representante de una nación (gestada por la Resistencia) que día a día desborda el frágil escenario construido por el actual gobierno continuista. Desde esa perspectiva, el 2013 queda a la vuelta de la esquina.

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