jueves, 11 de febrero de 2010

"En Haití hay estructuras organizativas populares funcionando, después de lo que vi subió mi admiración por los haitianos"

Rebelión


Por Erasmo Magoulas

Desde tu experiencia como reportero, ¿habías visto un drama humano de las características del que está sufriendo el pueblo haitiano?

Jamás. A esas pérdidas humanas tan elevadas se suma una destrucción casi total de la infraestructura. Muchas casas que siguen en pie están fisuradas o inhabitables, así que hay que demolerlas, y la mayoría no cumple con las normas antisísmicas básicas —un poco por la pobreza, otro poco por la corrupción— aunque hay viviendas en lugares privilegiados, como Pétionville, que resistieron mejor el terremoto porque sí estaban construidas con esas normas. Un ejemplo perfecto lo da Ignacio Ramonet al evocar un sismo de idéntica intensidad en Japón, hace seis meses, donde sólo hubo un muerto y un herido. La vieja historia: si sos pobre, sonaste.

Gran parte de la población se ha transformado en huérfana, enviudó, quedó mutilada o perdió al responsable de la subsistencia familiar.

Y el riesgo de epidemias. Si antes del sismo había pésimas condiciones higiénicas ahora han empeorarado. En marzo comienza la temporada brava, con huracanes y lluvias, lo que será una complicación terrible.

¿Cómo está llegando la ayuda internacional y cuáles son los países que tienen más presencia en la ayuda sanitaria y de rescate?

Comprobé que además de las misiones oficiales hay miembros de ONG y cooperantes de gran cantidad de organizaciones de distintos países; desde paramédicos italianos, misioneros ingleses o profesionales brasileños hasta particulares de todo el mundo que recogieron espontáneamente todo tipo de ayuda. Conocí a unos muchachitos franceses que fueron con paquetes de remedios juntados por ellos mismos.

En lo propagandístico, gracias al aparato mediático, Estados Unidos aparece, claro, como el gran protagonista de la solidaridad, y otros países primermundistas que también han despreciado y sometido a Haití ahora salen también en la foto.

En este sentido, te digo que es más meritorio el esfuerzo particular de estadounidenses y europeos que han ido por su cuenta a ayudar, que los ves comiendo un platito de arroz o durmiendo al aire libre. Yo los he visto, por ejemplo, dormir en el techo de la comisaría de Puerto Príncipe, o bañándose con un balde de agua, cuando un estadounidense promedio consume como 365 litros por día; soportando, en fin, una incomodidad nueva para ellos sin protestar.

Los medios, eso sí, silencian que desde años antes del terremoto hay alfabetizadores, técnicos y médicos cubanos en Haití. Desde 1998. Apenas golpeó el terremoto, la brigada cubana fue la principal asistencia médica, trabajando más allá de toda resistencia humana. ¡Si hasta transformaron su vivienda en hospital de campaña! No había pasado un día, y Cuba mandó además arriba de cincuenta especialistas con equipo y medicina. Se sumaron como 400 médicos haitianos formados en Cuba.

Recién leí que abrieron un quinto hospital de campaña donde trabajan cubanos y un contingente de haitianos graduados en la Escuela Latinoamericana de Medicina de La Habana. Y no es una carpita donde te dicen «abra la boca y tómese una aspirina» mientras te filma CNN; no, es un hospital con tecnología de punta. Y los datos están, ¿eh?; pero lo ocultan. Tampoco se dice que Cuba tiene hoy una brigada médica de unos 1.200 integrantes, entre cubanos y alumnos extranjeros becados por la Isla. Jamás dirán que ese país bloqueado al que los terroristas califican de terrorista mandó en estos días un barco con más de dos toneladas de equipos de rehabilitación. Da mucha bronca.

Nicaragua, si no me equivoco, envió ayuda al otro día, y acaba de mandar aviones y personal especializado en desastres. Hay muchos médicos de Venezuela, que sigue mandando personal y todo tipo de ayuda. Brasil ha enviado toneladas de alimentos. Bolivia ha despachado personal de socorro. México se hizo presente con un grupo de rescate con perros amaestrados, y está por mandar un avión con ayuda. En Haití conocí al equipo médico chileno, que llegó con medicinas y alimentos y un grupo de geólogos. Los vecinos dominicanos formaron una organización solidaria, y el gobierno ha mandado médicos, ambulancias y frazadas. Argentina dispuso el envío de dos aviones con ayuda material y humana, además de crear en Buenos Aires una «mesa de crisis». El gobierno de Guayana, incluso, anunció la donación de un millón de dólares. ¡Hasta los palestinos mandaron lo repoco que tienen!

Según el último Premio Nobel de la Paz y presidente de Estados Unidos, Barak Obama, su país envió a Haití un portaaviones de la IV Flota y unos 10.000 efectivos. ¿Cómo interpretan eso las autoridades haitianas por un lado y los representantes de las organizaciones populares de ese país?

Ignoro el análisis oficial ante algo tan original como enviar un portaaviones nuclear para ayudar a una nación siniestrada. ¿Pero qué se puede esperar de quien va a recibir el Premio Nobel de la Paz, y se manda un discurso defendiendo y justificando la guerra con unos argumentos «filosóficos» que ni Cantinflas se animaría a decir?

El Comando Sur se ha puesto, de prepo, como la gran autoridad. Tomaron el control terrestre, marítimo y aéreo… El control de las comunicaciones. Colonialismo del peor. Encima, hasta la MINUSTAH está bajo las órdenes del Comando Sur. A los haitianos no le gusta ni medio, por supuesto, ¿pero qué opción tienen? Hasta yo me sentía humillado viéndolos patrullar como si fueran misiones de combate.

El terremoto del 12 de enero descubrió la cara oculta del otro terremoto que viene sufriendo Haití por muchos años, el de la Agenda de Washington (imposiciones del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional). ¿Cómo un Estado bajo un proceso de debilitamiento externo puede responder eficazmente a una catastrofe telúrica de esta magnitud?

Bien dicho: debilitamiento externo. Mirá, no es panfleto antiimperialista, pero más allá de los errores de los haitianos, los filántropos de pacotilla que aprovechan esta desgracia para su estrategia geopolítica, son los que en mayor medida han producido los males de este pueblo. No es ningún secreto. La historia es clara. En el capítulo más reciente, los haitianos están de acuerdo que en 2004, el presidente Jean-Bertrand Aristide fue secuestrado por Estados Unidos con la complicidad de Canadá y Francia.

Haití, como Estado y como resultado de la ruptura de un débil proceso democrático, es demasiado vulnerable, demasiado dependiente como para pretender actuar según los parámetros de un Estado de derecho en su concepción clásica. Así que no veo cómo podría actuar de modo eficaz ante semejante emergencia, sin hablar de la burocracia y la corrupción.

¿Cúal es la labor que venían realizando los cooperantes internacionalistas cubanos en Haití antes del terremoto?

Bueno, a través del Programa Integral de Salud, Cuba colabora con Haití desde 1998, y sus colaboradores han hecho millones de consultas y miles de operaciones. Cuba envió una brigada médica y toneladas de remedios cuando la tormenta tropical Jeanne golpeó en Haití en 2003, o 2004. Antes del terremoto había cinco clínicas cubano-venezolanas. La Operación Milagro operó de la vista a unos 50.000 haitianos. Y como te dije, más de 500 haitianos estudian gratis medicina en Cuba. También te dije que impulsan campañas de alfabetización. Ah: hay una gran cooperación en agricultura, en comunicación. Lo más importante es que Cuba no tiene ni un soldado en Haití, ni una base.

Estados Unidos, Francia y Canadá aparecen en la gran prensa internacional como los principales donantes de ayuda para Haití, mientras son los mismos que complotaron el golpe contra el presidente Jean-Bertrand Aristide en 2004. ¿Qué se le olvida decir a esa gran prensa acerca del sufrimiento de Haití?

Claro, esos países son responsables del golpe y del secuestro de Aristide. Recuerdo que en 2004 la comunidad haitiana de Montreal no hablaba de otra cosa. La prensa corporativa tergiversa y miente, porque Haití no está en tan mala situación por pura fatalidad. Se informa de un modo tan, tan descontextualizado que reducen todo a una maldición de los dioses, a un metafísico «porque sí». Entre fines del siglo XVIII y comienzos del XIX Haití se liberó del colonialismo francés, ¿no? Bueno, Versailles le impuso una deuda descomunal por tal osadía, una especie de impuesto a la independencia. Y haciéndo una síntesis grosera, súmale las políticas neoliberales que le impusieron durante tantos años. Hicieron un país inviable. Y eso que no tocamos el tema ecológico, la invasión estadounidense de 1915, de la dictadura de Duvalier, etc.

¿Qué impresiones has recogido de la gente en general y del movimiento popular haitiano organizado en particular sobre la labor de los Cascos Azules, las tropas de la MINUSTAH (Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití) en estos últimos casi 6 años de instalados en el país caribeño?

Esperá, no me apures porque apenas estuve tres días en Haití. A esos temas los he hablado allá, sí, pero superficialmente. Con esa Misión no están contentos, y generalmente le reprochan su carácter policial y represivo, subordinado al golpe contra el presidente Aristide. Ah, y Brasil es el país que más critican, el que dirige la Misión. Aunque, bueno, con esta invasión, quién sabe si va a conservar ese liderazgo.

La prensa internacional muestra miles de “zombies” deambulando por las calles de Puerto Principe. ¿Hay una estructura organizativa de base y popular en Haití? ¿Qué papel juega en estos momentos críticos de necesidad organizativa el Movimiento Lavallas? ¿Hay otros movimientos populares organizados en Haití?

Los medios exageran con remala fe. Escribí un artículo que el título adelanta el contenido: Haití y Falsimedia. A grandes rasgos dice que esa prensa toma casos particulares de desorden, los presenta como generales, y así tratan de justificar la invasión. Hay miles de personas en las calles de Puerto Príncipe, sí, pero personas como nosotros, viviendo y sobreviviendo lo mejor que pueden. Hay estructuras organizativas populares funcionando. El Movimiento Lavallas, no sé qué hace exactamente ahora.

En Rebelión salió un artículo que publica un grupo de organizaciones haitianas, que señala la solidaridad popular en Puerto Príncipe, cómo se autoorganizaron para levantar 450 campamentos. Yo mismo fui albergado en uno de ellos al perder mi contacto en la capital. ¿Sabés cuántas vidas salvan estas iniciativas? Esos campamentos son reimportantes. Desde ahí se organizó, por ejemplo, el rescate de la gente que quedó sepultada. Ahí se ve cómo se organiza un pueblo cuando debe enfrentar una emergencia. Así que después de lo que vi, no sabés cuánto subió mi admiración por los haitianos.

¿Sabés qué leí? Que ya hay mercado negro con la ayuda alimentaria, y recordé que en Haití se especulaba que la distribución de esa ayuda podría estar complicándose intencionalmente para que se produzca ese caos que buscan para justificar esta invasión. Ya hubo protestas contra una alcaldesa que estaría acaparando esa ayuda.

¿Es la caridad internacional de los ricos hacia los pobres durante situaciones de desastre, como lo plantea la agenda neoliberal, o la cooperación solidaria en pos de un proyecto sustentable a mediano y largo plazo basado en la independencia económica, la soberanía política y la justicia social, como lo propone la ALBA-TCP la que hará renacer a Haití desde sus ruinas?

Esa agenda sólo puede seguir produciendo miseria. Ha quebrado a países enteros, produce guerra, hambre, desocupación, violencia, desastres ecológicos. ¿Qué van a arreglar si hasta el propio imperio está en la lona? Por eso se vuelve más y más agresivo. Están desesperados. Su lógica es la guerra perpetua, el ataque preventivo, la tortura. El presupuesto militar que acaba de aprobar ese famoso Premio Nobel de la Paz —708.000 millones de dólares sin contar 258.000 millones para operaciones especiales— nos exime de todo comentario. A esta altura me parece una ingenuidad pensar que esos depredadores se hayan preocupado alguna vez por los derechos humanos, la justicia, la libertad o la democracia. Y no es una opinión personal: la historia lo demuestra.

Pero no creo que el ALBA sea la solución definitiva, sino el primer paso para la reconstrucción. Un proceso donde la solidaridad que propone el ALBA cumpla un papel protagónico. Podemos reconstruir Haití sin caridad.

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