viernes, 12 de febrero de 2010

Del "neoliberalismo cristiano" al liberalismo socialista...


Bolpress

Por Gilberto Ríos Munguía *

Vi en persona por primera vez al Presidente Manuel Zelaya en el parque el Obelisco un primero de mayo del año 2005, meses más tarde se realizarían las elecciones presidenciales en las que él quedaría electo por una cerrada diferencia frente a Lobo Sosa.
En esa ocasión recuerdo que la OPLN marchaba delante del STIBYS, sindicato combativo y radical que ha sido siempre consecuente con las luchas reivindicativas del movimiento popular, baluarte de la lucha sindical en Honduras y referente de muchos sindicatos de la bebida en el mundo entero. Para ellos como para nosotros, la presencia del candidato del Partido Liberal no representaba un elogio, sino un atrevimiento y más bien una burla para nuestra manifestación histórica; por tanto procedimos a aventarle bolsas de agua y rayar con espray la acera desde la que -aceptémoslo- respetuosamente saludaba Manuel Zelaya y muchos de lo que luego se convertirían en el histórico Gabinete en Resistencia.
Nuestra protesta no terminó ahí; un grupo más grande de obreros y estudiantes nos abrazamos en un gran semicírculo y gritamos "¡Asesino! ¡Asesino!" haciendo referencia al incidente en el que habían sido asesinados varios dirigentes campesinos en las propiedades del padre de Manuel Zelaya. Fue esa la primera vez que me acerque al Presidente, tal vez a menos de medio metro, viéndole directamente a los ojos y expresando a gritos y en coro nuestra recepción.
Siete meses después me lo encontraría en Café Paradiso, sitio predilecto de bohemios y artistas de Tegucigalpa en el que me había citado con unos amigos poetas. Esa noche el lugar se colmó de personas esperando la llegada del aún candidato. Dada la coincidencia muchos de mis amigos decidieron no llegar y otros partir más temprano, yo esperé.
Se organizó una pequeña conferencia. Las preguntas no fueron sorprendentes y los ataques más bien parecían culpar anticipadamente a un hombre que sin estar libre de ellas no era responsable del caos de la administración de las artes y la cultura nacional, pero cortésmente ofrecía soluciones sencillas y bastante parecidas a las que un candidato hábil podía ofrecer. Ahí, tres de los poetas de ascendencia nacionalista o militantes llanos del conservadurismo, aprovecharon también para intentar hacer caer en contradicción al político, sin embargo, las habilidades en el debate por parte de Manuel Zelaya eran de sobra suficientes para anular los argumentos. También, cabe decir, vi molesto a Cesar Indiano, -con el que hago un considerable esfuerzo por mencionar- quien escudándose en la defensa de la cultura durante ese debate fue el que atacó con más insistencia. Luego demostraría toda su bajeza y resentimiento social en los días posteriores al golpe de estado militar del 28 de junio, cuando se plegó a la ultra derecha de la manera más ridícula y vergonzante. Cuatro días más tarde del encuentro en Café Paradiso, Manuel Zelaya ganaba las elecciones nacionales.
La toma de posesión reportó un acto curioso y más tarde significativo. El nuevo mandatario se negaba a leer un discurso escrito por el poder político de la oligarquía Carlos Flores Facussé, a la vez improvisaba un discurso desordenado que tendría dos aspectos importantes para destacar; Anunciaba un gobierno de "valores cristianos", se proclamaba el clásico "no mentir", "no robar" y "no matar" y por otra parte se aprobaba en plena toma de posesión la Ley de Participación Ciudadana.
El primer año y medio del gobierno del Presidente Zelaya es recordado por el movimiento popular como gobierno tradicional de la oligarquía. Estuvimos presentes durante todo ese tiempo en las calles, en la consolidación de la Coordinadora Nacional de Resistencia Popular CNRP y en la lucha por los doce puntos que se habían elaborado a lo largo y ancho de todo el país en el seno de las organizaciones populares de base. El planteamiento era tan extenso que representaba justamente la suma de demandas insatisfechas y conquistas laborales perdidas durante toda la etapa del neoliberalismo que comenzó a finales de los años ochenta en Honduras. Poco más de quince años del modelo reconfiguraron drásticamente la vida de los más pobres en el país y aumentaron abismalmente la brecha entre las clases sociales.
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La CNRP ensayaba en esos primeros años agendas multisectoriales para lograr movilizaciones masivas, de cierta manera podemos decir que la CNRP es el germen que contribuyó a la estructura pluralista que caracteriza ahora a la Resistencia.
La madrugada del 27 de agosto del 2008 amanecimos en la entrada de la capital, por la carretera del norte, en un sector conocido como "EL Durazno". La CNRP había convocado al III Paro Cívico Nacional. Recuerdo que en las primeras horas de la madruga, por la descoordinación de los buses que llegarían a traernos, no alcanzábamos juntos para tomar la calle completa, acaso éramos trescientas personas pasando cierta angustia por la arremetida inminente de la policía y nuestra inferioridad numérica para resistir. No iba ser la primera vez que el gobierno del Presidente Zelaya nos reprimiera, de hecho las luchas magisteriales del primer año habían estado marcadas por esa tendencia. No hicieron falta los alarmistas y a la seis de la mañana se aseguraba llegaría el contingente de policías para desalojarnos. Pasaron las siente, las nueve y nada. De hecho ya habían algunos miles ahí y el aburrimiento nos ponía inquietos. Hubo algunos que hasta se molestaron: "¿y es que no nos van a venir a reprimir pues?".
Poco después del medio día en que se habían mantenido más de 15 puntos de toma de carretera en todo el país, escuché a Juan Barahona hablando con un interlocutor del Presidente Zelaya. Luego otros dirigentes se reunieron aparte para tomar una decisión. Finalmente dijeron que íbamos a marchar los 12 kilómetros hacia la colonia El Carrizal, en el sentido de Tegucigalpa, para mantener el corte del tráfico el mayor tiempo posible. La reunión se convocó en algún sitio de Tegucigalpa y Carlos H. Reyes tenía la vocería de la CNRP para hablar con el Presidente, entrevista que el movimiento no había previsto y de hecho consideraba imposible.
Recuerdo muy bien cuando por teléfono escuchamos que el Presidente Manuel Zelaya le decía que podía enviarle a los ministros que necesitara para resolver los doce puntos del pliego de peticiones, entonces Carlos H. Reyes le aclaró inmediatamente "No Señor Presidente, acá con quien queremos hablar es con usted y no para resolver punto por punto, porque este no es problema de un sector o de otro, este es problema de un modelo económico y eso no se puede resolver con los ministros". Carlos tiene la capacidad de entonarse como un trueno y de sentenciar con claridad como si se tratara de un rayo; era fácil ver que el Presidente no comprendía bien las posiciones de la CNRP aunque tenía voluntad para resolverlas, Carlos le hacía ver de una vez que todo esto era más complejo.
Meses después en la primera reunión que se sostuvo, el Presidente nos manifestó que haber emprendido acciones como la matricula gratis, el salario mínimo, haber roto con el monopolio internacional de la compra de combustibles, las intenciones de depurar la policía, suscribir el ALBA y un sinfín de iniciativas más, había dado al traste con su relación con la oligarquía hondureña. Se mostraba consiente de sus palabras y convencido de que había hecho todo lo humanamente posible para cambiar la situación de Honduras a favor de las mayorías. Esa tarde nos mostró estadísticas en las que el país había crecido más del 5 % y en que la pobreza apenas había retrocedido menos del 1 %. Nos dijo en conclusión "es el modelo el que no funciona; la riqueza solo se concentra, no se distribuye".
Nos comentó que antes de comenzar su gobierno había considerado privatizar rápidamente todos los servicios públicos, ya que él era un fiel creyente de la iniciativa privada. Que además así se lo había manifestado a los sectores de la oligarquía y su partido, que a la vez tendría un gobierno amplio y que sus principios humanos o cristianos eran el eje de su vida. Lo que parecía no darse cuenta era que la esencia de capitalismo se basa fundamentalmente en la antítesis de los ejes rectores de su vida. En el capitalismo dependiente o economías periféricas al capital del norte o al capital transnacional, se tiene como factor principal de apropiación y acumulación de las riquezas el Robo, para disfrazarlo se usa constantemente la Mentira y para garantizar su explotación permanente también se Mata.
"Un buen administrador del Estado en el esquema burgués es el que inaugura obras públicas una vez a la semana, se divierte un tiempo en el extranjero, atiende muchas recepciones sociales y usa a la policía nacional cuando el pueblo de revuelve", nos dijo esa misma noche en la primera reunión. Luego nos explicó como habían sido las otras administraciones y mostraba cierta sorpresa de la forma tan injusta e incivilizada con las que se habían manejado las finanzas públicas en la historia del país y concluyó diciendo que "en el neoliberalismo los Estados están diseñados para no funcionar".
Las presiones de un presidente que no coincide con la ideología retrógrada y retardataria de las oligarquías latinoamericanas y del imperialismo, son enormes. Diez días después de haber asumido su mandato personajes oscuros de la talla de Corrales Álvarez, Ramón Custodio y Leónidas Rosa Bautista habían abogado porque se le concediera asilo político al terrorista Posada Carriles, culpable confeso de la voladura de un avión en el que murieran 73 seres humanos, a lo que el Presidente Manuel Zelaya se negó educadamente al mismo tiempo que comenzaba a conocer de cerca la membrecía natural de los hombres de confianza de Washington y sus redes de la CIA en Latinoamérica.
Antes de la primera reunión había comenzado también mi amistad virtual con Xiomara Hortensia "La Pichu" por un mensaje que envié a una página de perfiles en internet en el que sinceramente le decía "tu padre debería pensar en una reelección" a lo que ella inmediatamente contestó "eso en Honduras lo prohíbe la constitución". La relación de amistad que siguiera a partir del primer intercambió me permitió comprender mejor al Presidente. Por ejemplo, cosas tan elementales como su pasión por la música, la lectura, los debates de filosofía, entre otras cosas, eran una grata sorpresa para mí y una excentricidad mal vista para la inculta clase oligarca hondureña, cuya imaginación termina en Miami para luego asomarse a la orilla del mundo en busca de las tortugas que lo soportan.
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Para la primera visita del Presidente Hugo Chávez a Honduras se organizó una movilización importante de muchos sectores sociales cercanos al Gobierno, el Bloque Popular y otras organizaciones de base asistimos al acto de bienvenida y a los discursos de Casa Presidencial por propia iniciativa. En el aeropuerto tuve la oportunidad de saludar al Comandante Hugo Chávez en persona y también de hacerle extensivo el saludo de mi organización, la OPLN. Era un tiempo en el que comenzaban las tensiones a sobrepasar los límites de lo real. Los periódicos de la derecha se volvieron pasquines vulgares y los programas de televisión exhibían trogloditas hablando de moral. Renato Álvarez hablaba exaltado el discurso que le dictaba la oligarquía, olvidando completamente su pasado en el que por decir algunas cuantas verdades había estado marginado de los medios por más de dos años. Su actividad delictiva frente a las cámaras, al igual que la de otros en las radios y la prensa de la oligarquía dejaban una impresión clarísima de la presencia del imperialismo, la embajada norteamericana y la mafia de la CIA. De pronto se volvieron todos rabiosos anti comunistas, cuando el Presidente Manuel Zelaya decidió consultarle al pueblo asuntos que le pertenecen a las mayorías como la Constitución de la República.
Al igual que hubo sectores y personas de la derecha que comenzaron a creer y a trabajar duro por el proyecto de transformación del Estado de Honduras, hubo sectores pequeños de la ultra izquierda que denunciaron al Presidente como un impostor; de esos comentarios también se valieron los medios de la derecha para hacer su trabajo desinformador en las masas.
El debate político en Honduras era ya cotidiano. Las personas de a pie que acostumbraban hablar de futbol y telenovelas, hablaban ahora de la constitución, del salario mínimo y una de las victorias más importantes de este proceso: Hablaban con propiedad de la oligarquía hondureña, su tradicional corrupción y sus mecanismos para apropiarse de las riquezas socialmente producidas.
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La mañana del 28 de julio recibí una llamada al celular a las 5:45 de la mañana. Era Pichu que me hablaba desde debajo de su cama y susurrando me dijo "grillo -como me llaman mis amigos-, están ametrallando mi casa y gritan preguntando por mi papá, avisale a todo el mundo" y colgó. Sobresaltado comencé a llamar a los dirigentes del movimiento popular y a los teléfonos de la prensa internacional. También, tal vez por el sueño o por una sugerencia de Carlos H. no recuerdo bien, llamé a Radio América y pedí que se hiciera la denuncia pública, a lo que contestaron "¿acaso usted no sabe que es lo que ha hecho el presidente para que le pase esto?" y luego de unos instantes de sorpresa acusé por primera vez a alguien de golpista.
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Durante los casi 8 meses que cumpliremos pronto de Resistencia han venido a mis recuerdos las conversaciones con el Presidente y los compañeros de la mesa del Encuentro de las Izquierdas Socialistas de Honduras, instancia que se reúne permanentemente desde hace tres años. Ahí se hacen balances y análisis de la situación del país y el mundo. Ahí la mayoría apostaba a que los procesos de transformación estarían siempre limitados por la voluntad política del Presidente. Sin embargo esa voluntad no tuvo límites y lo que detuvo su avance no fue sino las imposiciones de la oligarquía y el imperialismo a través de la fuerza y las propias limitaciones del movimiento popular.
Recuerdo que meses antes del 28 de junio, comenté en la mesa del Encuentro que un golpe de estado sería el peor error de la derecha, ya que demostraría su calidad fascista al expresar su terror por siquiera considerar la posibilidad de que muchos se enteraran de cómo habían manejado al país todo el tiempo y de que si era posible cambiarlo, mejorarlo y poder participar del proceso.
Si bien el Presidente Zelaya es un buen teórico del poder, su fracaso al intentar cambiar a Honduras con los medios de la democracia formal, evidenciaban su confianza en los mecanismos y las libertades que la ideología capitalista propone, pero para la izquierda y específicamente para los planteamientos que nos hacíamos en la OPLN se demostraba que el método debía ser distinto. Antes de continuar debo aclarar que pensábamos en una estrategia nacional de organización, concientización y movilización social, no en armas de fuego. El golpe de estado demuestra que los planteamientos ideológicos deben ser integrales y consecuentes con la naturaleza de las luchas que se emprendan y los mecanismos políticos, por tanto, no podemos imaginar cambios en las injusticias de Honduras sin enfrentar directamente a los intereses oligárquicos que son propiamente los que las generan. A su vez y en el mismo orden de pensamiento, a los intereses del Imperialismo en la región.
Ahora vemos con agrado que el Presidente Zelaya nuevamente evoluciona su discurso e ideas a nuevos retos y habla de un Liberalismo Socialista que persigue sumar los sectores progresistas del Partido Liberal -no necesariamente de la ideología liberal- y a las mayoritarias bases radicalizadas de la Resistencia, que no pertenecen a una ideología definida pero que manifiestan querer luchar hasta el final por un país justo, democrático e incluyente.
Plantearse una Resistencia puramente electoral marcaría un fracaso significativo para estas luchas históricas emprendidas por el pueblo. La diversidad de sectores y visiones que se encuentran en el movimiento son de tal gama y riqueza que permiten a propios y extraños esbozar no solo una victoria sino un poder de nuevo tipo capaz de transformar al país como lo conocemos y dar cuenta al mundo de nuevos métodos de lucha y de victoria.
Hemos nacidos todos y todas de nuevo y no somos los mismos, las identidades parecen ser mejores; no creo en la reencarnación e intento ser marxista en mis análisis, pero lo que sí pienso es que Porfirio Lobo Sosa estuvo un tiempo disfrazado de oveja, pero esa no era su naturaleza. Lo mismo le pasó al Presidente Manuel Zelaya que vistió de lobo y al conocerlos bien prefirió volverse de nuestro rebaño.
La Conciencia Revolucionaria es un proceso,
¡Venceremos!
¡Necedad!

* Secretario de Formación Política e Ideológica OPLN.

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