miércoles, 6 de enero de 2010
Pepe Lobo: "Nada está escrito en piedra"
Tiempo
Por Roberto Quesada
"Apenas son suficientes mil años para formar un Estado; pero puede bastar una hora para reducirlo a polvo". --Lord Byron
¡Qué cosas! Regresando de su viaje de fin de año desde Nueva Orleans, el presidente electo Porfirio Lobo, dijo que “Nada está escrito en piedra”. Más o menos ese fue uno de los causales para perpetrar el golpe de Estado militar contra el actual presidente constitucional Manuel Zelaya Rosales, puesto que la Consulta Popular buscaba una constituyente y según algunos en la Constitución existen unos artículos escritos en piedra, pétreos, que si al mismísimo Dios se le ocurre revisarlos se le vuelve a crucificar o por lo menos se le propina golpe de Estado.
Lobo, a pesar de las circunstancias tan adversas que atraviesa Honduras, no pierde el optimismo en que la crisis no tocará fondo, como, por ejemplo, al anunciar que en su gobierno no habrá devaluación ni se sacrificará la clase media y pobre. Esto es (o era) una probabilidad pero para ello antes debió de resolverse el problema de fondo que no es otro que la ruptura de la institucionalidad con el golpe de Estado militar. Quizá todavía se esté a tiempo de que no sea la dictadura que le coloque la banda al presidente electo.
No se explica cómo siendo Honduras un país pequeño, empobrecido no pobre, algunos se empeñan en desafiar a la comunidad internacional, esto solamente reafirma que no tienen ningún interés por el bienestar del pueblo hondureño, que no les importa si gran parte de la población se alimenta, tiene salud y mucho menos educación (es sabido que entre más ignorante un pueblo, más fácil se le engaña, se le somete, puesto que ante la falta de conocimiento también escasea la posibilidad de cuestionar), estando las cosas así es obvio el aislamiento no de Honduras sino del gobierno de facto y de lo que de él se derive.
Existe quienes cantan victoria y aseguran que el gobierno de Facto se consolidó, nada más lejos de la realidad, al no ser reconocido por nadie se vuelve inexistente, por tanto un fracaso. Digamos que los golpistas cumplieron su objetivo que no era otro que sacar al presidente Zelaya del poder, pero hay que ver a que costo, tan alto ha sido el costo en vidas humanas, violaciones a los derechos humanos, a la libertad de expresión, a la dilapidación del erario público, al desprestigio nacional e internacional, que en todo caso no pasaría de ser un amargo triunfo.
Por su parte la Resistencia, que no es un grupo político ni una secta sino miles de hondureñas y hondureños unidos en una causa común: contra el golpe de Estado militar. Es cierto que para esta época no se ven las multitudes en las calles como cuando comenzó el golpe de Estado militar pero eso no significa que la Resistencia esté debilitada y mucho menos desaparecida.
Es lógico que ante la represión, las obligaciones cotidianas, el temor a perder el sustento diario, la gente evite llamar la atención y que se le tilde como resistente o que está en contra de las fuerzas que asaltaron el poder, pero en sus casas, en sus círculos son y serán parte que está contra la barbarie que significa un golpe de Estado militar. Y al lenguaje hondureño han ingresado palabras que ya quedaron de manera permanente: Constitución, constituyente, oligarquía, guerra mediática, golpismo, golpistas, y ésta puede ser parte de la ganancia del pueblo hondureño, antes del golpe de Estado militar muy pocos quizá sabían que existía un librito que se llama Constitución de la República, que pertenece al Soberano, y que el Soberano no es otro que el pueblo y que tiene todo el derecho de cambiar lo que estime que no le da ningún provecho o lo reprime o condiciona.
Honduras no es la misma, hasta no hace mucho la oposición eran los liberales si los nacionalistas estaban en el poder y viceversa, a raíz del golpe de Estado militar esto ha cambiado radicalmente, ahora la oposición son campesinos, obreros, profesionales, amas de casa, religiosos, en fin, cualquiera que sienta que quienes ostenten el poder le están traicionando, robando, mintiendo, atropellando. Esta nueva oposición ya no será fácil de engañar o contentar con falsas promesas o con ‘spot’ televisivos, radiales y de prensa escrita en los que se pinta una Honduras a colores y sonriente mientras en la realidad en las zonas marginales, en los pueblos y aldeas fallecen niños por falta de un jarabe o una vitamina. No, esta oposición buscará soluciones más que palabras bonitas. Dicho de otra forma: el golpe de Estado militar ha acabado con la fiesta de algunos pocos o al menos ya no puede seguir la fiesta sin que nadie lo sepa y en santa paz.
Es querer comenzar a construir la casa por el techo hablar de reconciliación sólo por el hecho de que se cambió de año, antes que nada debe dársele solución al problema de base para poder crear los cimientos: el presidente constitucional sigue preso en la embajada de Brasil; el presidente de Facto se repite a sí mismo tantas veces que fue llevado allí por la voluntad popular que ha terminado por creérselo (y sus cercanos no se atreven a susurrarle que con ello sólo empeora el error); y el electo cree que es cuestión de poco tiempo para que retorne el reconocimiento internacional. Otros menos optimistas, o más realistas, creemos que la crisis seguirá su curso pues debido a esta tragedia política en Honduras se ha perdido la fe. La fe casi en todo y en todos.
Estoy de acuerdo con Pepe Lobo “Nada está escrito en piedra”, y mucho menos ahora que Honduras es un pueblo que ha despertado, que ya no se conformará con promesas y sabe que Honduras es de todas y todos los hondureños, por tanto estará vigilante a lo que se haga con sus recursos. No es tarea fácil que le espera a Lobo, pero pudo ser menos difícil si tan sólo no hubiesen hecho oídos sordos al llamado nacional e internacional del regreso al orden constitucional e institucional, si tan sólo hubieran sido más listos y con negociación limpia revertir el golpe de Estado militar para demostrar al mundo de que fue un error (y errar es de humanos…), pero que Honduras no es esa tierra primitiva en donde los cavernícolas y caníbales habitan en total impunidad. Así nos ven.
Roberto Quesada, escritor hondureño.
Por Roberto Quesada
"Apenas son suficientes mil años para formar un Estado; pero puede bastar una hora para reducirlo a polvo". --Lord Byron
¡Qué cosas! Regresando de su viaje de fin de año desde Nueva Orleans, el presidente electo Porfirio Lobo, dijo que “Nada está escrito en piedra”. Más o menos ese fue uno de los causales para perpetrar el golpe de Estado militar contra el actual presidente constitucional Manuel Zelaya Rosales, puesto que la Consulta Popular buscaba una constituyente y según algunos en la Constitución existen unos artículos escritos en piedra, pétreos, que si al mismísimo Dios se le ocurre revisarlos se le vuelve a crucificar o por lo menos se le propina golpe de Estado.
Lobo, a pesar de las circunstancias tan adversas que atraviesa Honduras, no pierde el optimismo en que la crisis no tocará fondo, como, por ejemplo, al anunciar que en su gobierno no habrá devaluación ni se sacrificará la clase media y pobre. Esto es (o era) una probabilidad pero para ello antes debió de resolverse el problema de fondo que no es otro que la ruptura de la institucionalidad con el golpe de Estado militar. Quizá todavía se esté a tiempo de que no sea la dictadura que le coloque la banda al presidente electo.
No se explica cómo siendo Honduras un país pequeño, empobrecido no pobre, algunos se empeñan en desafiar a la comunidad internacional, esto solamente reafirma que no tienen ningún interés por el bienestar del pueblo hondureño, que no les importa si gran parte de la población se alimenta, tiene salud y mucho menos educación (es sabido que entre más ignorante un pueblo, más fácil se le engaña, se le somete, puesto que ante la falta de conocimiento también escasea la posibilidad de cuestionar), estando las cosas así es obvio el aislamiento no de Honduras sino del gobierno de facto y de lo que de él se derive.
Existe quienes cantan victoria y aseguran que el gobierno de Facto se consolidó, nada más lejos de la realidad, al no ser reconocido por nadie se vuelve inexistente, por tanto un fracaso. Digamos que los golpistas cumplieron su objetivo que no era otro que sacar al presidente Zelaya del poder, pero hay que ver a que costo, tan alto ha sido el costo en vidas humanas, violaciones a los derechos humanos, a la libertad de expresión, a la dilapidación del erario público, al desprestigio nacional e internacional, que en todo caso no pasaría de ser un amargo triunfo.
Por su parte la Resistencia, que no es un grupo político ni una secta sino miles de hondureñas y hondureños unidos en una causa común: contra el golpe de Estado militar. Es cierto que para esta época no se ven las multitudes en las calles como cuando comenzó el golpe de Estado militar pero eso no significa que la Resistencia esté debilitada y mucho menos desaparecida.
Es lógico que ante la represión, las obligaciones cotidianas, el temor a perder el sustento diario, la gente evite llamar la atención y que se le tilde como resistente o que está en contra de las fuerzas que asaltaron el poder, pero en sus casas, en sus círculos son y serán parte que está contra la barbarie que significa un golpe de Estado militar. Y al lenguaje hondureño han ingresado palabras que ya quedaron de manera permanente: Constitución, constituyente, oligarquía, guerra mediática, golpismo, golpistas, y ésta puede ser parte de la ganancia del pueblo hondureño, antes del golpe de Estado militar muy pocos quizá sabían que existía un librito que se llama Constitución de la República, que pertenece al Soberano, y que el Soberano no es otro que el pueblo y que tiene todo el derecho de cambiar lo que estime que no le da ningún provecho o lo reprime o condiciona.
Honduras no es la misma, hasta no hace mucho la oposición eran los liberales si los nacionalistas estaban en el poder y viceversa, a raíz del golpe de Estado militar esto ha cambiado radicalmente, ahora la oposición son campesinos, obreros, profesionales, amas de casa, religiosos, en fin, cualquiera que sienta que quienes ostenten el poder le están traicionando, robando, mintiendo, atropellando. Esta nueva oposición ya no será fácil de engañar o contentar con falsas promesas o con ‘spot’ televisivos, radiales y de prensa escrita en los que se pinta una Honduras a colores y sonriente mientras en la realidad en las zonas marginales, en los pueblos y aldeas fallecen niños por falta de un jarabe o una vitamina. No, esta oposición buscará soluciones más que palabras bonitas. Dicho de otra forma: el golpe de Estado militar ha acabado con la fiesta de algunos pocos o al menos ya no puede seguir la fiesta sin que nadie lo sepa y en santa paz.
Es querer comenzar a construir la casa por el techo hablar de reconciliación sólo por el hecho de que se cambió de año, antes que nada debe dársele solución al problema de base para poder crear los cimientos: el presidente constitucional sigue preso en la embajada de Brasil; el presidente de Facto se repite a sí mismo tantas veces que fue llevado allí por la voluntad popular que ha terminado por creérselo (y sus cercanos no se atreven a susurrarle que con ello sólo empeora el error); y el electo cree que es cuestión de poco tiempo para que retorne el reconocimiento internacional. Otros menos optimistas, o más realistas, creemos que la crisis seguirá su curso pues debido a esta tragedia política en Honduras se ha perdido la fe. La fe casi en todo y en todos.
Estoy de acuerdo con Pepe Lobo “Nada está escrito en piedra”, y mucho menos ahora que Honduras es un pueblo que ha despertado, que ya no se conformará con promesas y sabe que Honduras es de todas y todos los hondureños, por tanto estará vigilante a lo que se haga con sus recursos. No es tarea fácil que le espera a Lobo, pero pudo ser menos difícil si tan sólo no hubiesen hecho oídos sordos al llamado nacional e internacional del regreso al orden constitucional e institucional, si tan sólo hubieran sido más listos y con negociación limpia revertir el golpe de Estado militar para demostrar al mundo de que fue un error (y errar es de humanos…), pero que Honduras no es esa tierra primitiva en donde los cavernícolas y caníbales habitan en total impunidad. Así nos ven.
Roberto Quesada, escritor hondureño.
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