domingo, 31 de enero de 2010
Las venas abiertas de Honduras
Diariocolatino
Por Walter Farfán
Los golpistas hondureños están pasando por la etapa de euforia que sigue a una victoria. Sin embargo, se nota nerviosismo e inseguridad en sus discursos; a estas alturas no saben todavía cuál será la postura de la comunidad internacional en cuanto a si reconocerá o no al gobierno surgido de una burda maniobra electorera de los golpistas.
Que nadie se equivoque, las elecciones en Honduras no fueron más que una estratagema para validar el golpe de estado y el gobierno surgido de ellas no es más que un instrumento para consolidar dicho golpe. Ahí todos saben que el presidente “electo” Pepe Lobo, fue parte del grupo que impulsó el golpe, él es uno más de los políticos que apoyaron el rompimiento del orden constitucional.
Por eso resulta extraño que hoy hable de reconciliación cuando fue él, entre otros, quién dividió a los hondureños, estos golpistas hablan de paz; pero son ellos los únicos que han sacado y usado las armas, hablan de que buscan el bienestar del pueblo; pero fueron ellos quienes se opusieron rabiosamente al aumento del salario mínimo decretado por el presidente Zelaya.
Llevará mucho tiempo restañar las heridas dejadas por el golpe, ¿Cómo explicarle a una madre que su hijo fue asesinado en nombre de la libertad y la democracia?, abstracciones a las que recurrieron los golpistas para justificar sus incontables delitos.
El pueblo fue víctima de todo tipo de vejámenes: Asesinatos, torturas, encarce- lamientos, violación de mujeres, destrucción del patrimonio de opositores, exilio forzado etc. Lo cual ha dejado al conglomerado social de Honduras resquebrajado. El golpe provocó una pérdida de confianza en las instituciones; la policía, las fuerzas armadas, el órgano judicial , el órgano legislativo etc., todos han perdido su credibilidad y será muy difícil restablecer su imagen y su honor.
Los golpistas embriagados de poder se han olvidado de que a la historia nada ni nadie la detiene. El golpe vino a acelerar el proceso de toma de conciencia y organización del pueblo de manera vertiginosa; sin el golpe dicho proceso hubiese tomado muchos años.
El pueblo hondureño sigue en pie de lucha, la exigencia es la de convocar a una constituyente que habrá de elaborar una nueva ley fundamental acorde con las exigencias de los nuevos tiempos. De lo que se trata es de refundar el estado hondureño, establecer una verdadera democracia y no la parodia que existe actualmente.
Ningún gobierno progresista y democrático debería reconocer a este gobierno, mientras persistan las actuales condiciones de acoso y persecución en contra de los opositores al régimen y mientras no sea respetada la voluntad del pueblo que exige una asamblea constituyente.
El nuevo gobernante ha dicho que busca la reconciliación, pero no puede haber tal, si el presidente Zelaya sigue sitiado en la Embajada de Brasil, no podrá haber nunca reconciliación, si no se esclarecen los incontables asesinatos de opositores al golpe y se castigue a los culpables y no podrá haber reconciliación mientras persista el actual estado de cosas, en el que la democracia está conculcada y gran cantidad del pueblo hondureño subsiste en condiciones de extrema pobreza y marginalidad.
La oligarquía hondureña se equivoca al creer que podrá perpetuar su poder y privilegios indefinidamente; oligarquía insensible ante el pueblo, pero genuflexa ante los dictados del imperio; se ha oído decir públicamente a sus voceros, que lo único que necesitan es el reconocimiento de Estados Unidos y que los demás países no les importan; consiguientemente tampoco les importa el pueblo hondureño. Se sienten envalentonados porque creen tener viento a su favor, alentado éste por la traición de los militares a su pueblo, a su mandato constitucional y por la complicidad y complacencia del imperialismo yanqui.
Pero que nadie se equivoque, el pueblo hondureño ha dicho un “ya basta”; mañana el día de posesión del nuevo gobierno, la resistencia ha convocado manifestaciones a lo ancho y largo del país. Obreros, campesinos, estudiantes, profesionales, amas de casa, los desempleados en fin el amplio pueblo ha sido convocado para manifestarse en las calles; estas manifestaciones son del más alto nivel, pues las exigencias tienen un carácter estrictamente político ya que este es un pueblo con claridad acerca de sus objetivos.
Los poderosos de este país están embriagados de poder en la creencia de que han obtenido una victoria fácil, ignorantes de que han despertado a un gigante que dormía; ese gigante es el pueblo hondureño que con su lucha y fuerza transformadora dará vida a una nueva Honduras donde sea posible vivir sin miedo y donde se pueda vivir con dignidad.
Por Walter Farfán
Los golpistas hondureños están pasando por la etapa de euforia que sigue a una victoria. Sin embargo, se nota nerviosismo e inseguridad en sus discursos; a estas alturas no saben todavía cuál será la postura de la comunidad internacional en cuanto a si reconocerá o no al gobierno surgido de una burda maniobra electorera de los golpistas.
Que nadie se equivoque, las elecciones en Honduras no fueron más que una estratagema para validar el golpe de estado y el gobierno surgido de ellas no es más que un instrumento para consolidar dicho golpe. Ahí todos saben que el presidente “electo” Pepe Lobo, fue parte del grupo que impulsó el golpe, él es uno más de los políticos que apoyaron el rompimiento del orden constitucional.
Por eso resulta extraño que hoy hable de reconciliación cuando fue él, entre otros, quién dividió a los hondureños, estos golpistas hablan de paz; pero son ellos los únicos que han sacado y usado las armas, hablan de que buscan el bienestar del pueblo; pero fueron ellos quienes se opusieron rabiosamente al aumento del salario mínimo decretado por el presidente Zelaya.
Llevará mucho tiempo restañar las heridas dejadas por el golpe, ¿Cómo explicarle a una madre que su hijo fue asesinado en nombre de la libertad y la democracia?, abstracciones a las que recurrieron los golpistas para justificar sus incontables delitos.
El pueblo fue víctima de todo tipo de vejámenes: Asesinatos, torturas, encarce- lamientos, violación de mujeres, destrucción del patrimonio de opositores, exilio forzado etc. Lo cual ha dejado al conglomerado social de Honduras resquebrajado. El golpe provocó una pérdida de confianza en las instituciones; la policía, las fuerzas armadas, el órgano judicial , el órgano legislativo etc., todos han perdido su credibilidad y será muy difícil restablecer su imagen y su honor.
Los golpistas embriagados de poder se han olvidado de que a la historia nada ni nadie la detiene. El golpe vino a acelerar el proceso de toma de conciencia y organización del pueblo de manera vertiginosa; sin el golpe dicho proceso hubiese tomado muchos años.
El pueblo hondureño sigue en pie de lucha, la exigencia es la de convocar a una constituyente que habrá de elaborar una nueva ley fundamental acorde con las exigencias de los nuevos tiempos. De lo que se trata es de refundar el estado hondureño, establecer una verdadera democracia y no la parodia que existe actualmente.
Ningún gobierno progresista y democrático debería reconocer a este gobierno, mientras persistan las actuales condiciones de acoso y persecución en contra de los opositores al régimen y mientras no sea respetada la voluntad del pueblo que exige una asamblea constituyente.
El nuevo gobernante ha dicho que busca la reconciliación, pero no puede haber tal, si el presidente Zelaya sigue sitiado en la Embajada de Brasil, no podrá haber nunca reconciliación, si no se esclarecen los incontables asesinatos de opositores al golpe y se castigue a los culpables y no podrá haber reconciliación mientras persista el actual estado de cosas, en el que la democracia está conculcada y gran cantidad del pueblo hondureño subsiste en condiciones de extrema pobreza y marginalidad.
La oligarquía hondureña se equivoca al creer que podrá perpetuar su poder y privilegios indefinidamente; oligarquía insensible ante el pueblo, pero genuflexa ante los dictados del imperio; se ha oído decir públicamente a sus voceros, que lo único que necesitan es el reconocimiento de Estados Unidos y que los demás países no les importan; consiguientemente tampoco les importa el pueblo hondureño. Se sienten envalentonados porque creen tener viento a su favor, alentado éste por la traición de los militares a su pueblo, a su mandato constitucional y por la complicidad y complacencia del imperialismo yanqui.
Pero que nadie se equivoque, el pueblo hondureño ha dicho un “ya basta”; mañana el día de posesión del nuevo gobierno, la resistencia ha convocado manifestaciones a lo ancho y largo del país. Obreros, campesinos, estudiantes, profesionales, amas de casa, los desempleados en fin el amplio pueblo ha sido convocado para manifestarse en las calles; estas manifestaciones son del más alto nivel, pues las exigencias tienen un carácter estrictamente político ya que este es un pueblo con claridad acerca de sus objetivos.
Los poderosos de este país están embriagados de poder en la creencia de que han obtenido una victoria fácil, ignorantes de que han despertado a un gigante que dormía; ese gigante es el pueblo hondureño que con su lucha y fuerza transformadora dará vida a una nueva Honduras donde sea posible vivir sin miedo y donde se pueda vivir con dignidad.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario