domingo, 17 de enero de 2010

Latinoamérica bajo asedio

DiarioCoLatino

Por Walter Farfán

El golpe de estado en Honduras vino a confirmar que la política imperial de Estados Unidos tiene continuidad en el tiempo; no importando si en la Casa Blanca se encuentra un gobierno demócrata o republicano. La imponente y amenazante escalada militar del gobierno de Estados Unidos en Latinoamérica pone en entredicho la cacareada política de convivencia del presidente Obama.

Honduras es el país de la más reciente dictadura implementada por Estados Unidos. Ahí se han dado una secuencia de hechos inusitados, que uno creía enterrados en el basurero de la historia; pero por lo visto los yanquis no se resignan a perder su hegemonía y a seguir tratándonos como su patio trasero y como a países de segunda; y para eso tienen a sus auxiliares que son las oligarquías criollas y las castas militares de viejo cuño.

Ahí está el laboratorio de prueba de la nueva estrategia de los yanquis hacia Latinoamérica. El imperio se apresta a una nueva ofensiva, a efecto de recuperar supuestos espacios perdidos; para ello está instalando bases militares en Centro América, Colombia y el Caribe que le servirán como plataforma para desestabilizar y atacar a aquellos países cuyos gobiernos con la ayuda de vigorosos movimientos populares, están impulsando una nueva forma de democracia.

Sin lugar a dudas nuestra América está bajo asedio. La causa de esta ofensiva es el auge de la lucha de nuestros pueblos.

A lo largo y ancho de América Latina se están consolidando procesos democráticos que Estados Unidos ven como una amenaza para sus planes de dominio y de explotación de nuestros recursos naturales. Es a la luz de esta realidad, que deberá verse el acoso y amenazas de que es víctima el gobierno y el pueblo venezolano; pues por todos es sabido que Venezuela posee una de las reservas más grande de petróleo y gas natural en el mundo.

Sin embargo, la lucha de nuestros pueblos adquiere nuevos brillos, hoy como nunca antes, existen niveles de organización y conciencia que nos permitirán avanzar hacia nuevas formas de organización social, política y económica.

En Suramérica la lucha de los pueblos ha roto el poder hegemónico que históricamente han tenido los Estados Unidos.

Esta es una de las fuertes razones por las que los yanquis con la ayuda de gobiernos serviles, están desplegando su poderío militar con la esperanza vana de frenar el auge de la lucha de los pueblos latinoamericanos y la consiguiente consolidación de las democracias de nuevo tipo; democracias que permiten la participación activa de los pueblos en la construcción de su futuro y que se encaminan hacia la construcción de relaciones económicas donde los medios de subsistencia de nuestras desgarradas patrias estén asegurados.

Esta es una lucha del más clásico tipo colonialista; se trata del control de vastos recursos naturales, de los cuales Estados Unidos está ávido y necesitado para poder mantener su estilo de vida, su poder, sus guerras y su hegemonía mundial.

Para nosotros se trata simplemente de una lucha de sobrevivencia; no hay opción, o luchamos para hacer que nuestros países sean viables, donde nuestros pueblos ejerzan su derecho a vivir con dignidad y a construir un mejor futuro para nuestros hijos o sucumbimos ante el dominio arrogante de los imperialistas que nos desprecian, perpetuando de esa manera nuestra condición de países periféricos, empobrecidos y dependientes.

Se trata también de recuperar el dominio de nuestros recursos naturales y ponerlos en función de nuestro desarrollo y construir el bienestar económico que anhelamos y merecemos. No podemos continuar sometidos al vasallaje en que se nos ha mantenido desde hace ya demasiado tiempo, debemos relanzar nuestros países hacia nuevos estadios de desarrollo, profundizar nuestras incipientes democracias.

Debemos ser celosos de nuestra independencia y autodeterminación, porque no podemos y no vamos a permitir que los logros que hemos alcanzado y que nos han costado sangre y lágrimas nos sean arrebatados impunemente.

El ascenso de los movimientos populares y revolucionarios en Latinoamérica son una muestra de que nuestros pueblos han adquirido conciencia de la necesidad de impulsar cambios y transformaciones fundamentales; sabemos que el camino es largo; pero nuestro empeño por recorrerlo es más grande aún.

Creo, que hay razones para sentirnos optimistas; pues los años por venir serán sin duda años de lucha, pero también de victorias para nuestros pueblos.

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