martes, 1 de marzo de 2016
Violencia y economía criminal
La violencia en el paisaje urbano popular sigue siendo la angustia nuestra de cada día. En lo que va del año se cuentan al menos seis masacres que superan las 30 muertes violentas. A las muertes se suma el aumento de robos de motos, extorsión, narcomenudeo, asaltos a viviendas y servicios de sicariáto.
El recrudecimiento y diversificación de la criminalidad está estrechamente relacionada con la crisis económica y el descalabro institucional. La violencia que se combate con violencia acaba retrasando respuestas de fondo, puesto que la captura y extradición de los altos capos de la droga ha puesto al desnudo que ante la ausencia de respuestas del Estado, la criminalidad organizada acaba llenando los vacíos.
Sobre el tema de narcotráfico, hay que deja bien claro que efectivamente las extradiciones han sido un golpe fuerte a los vendedores a granel de la droga. Pero mientras la sociedad estadounidense sea la principal consumidora, la droga seguirá transitando irremediablemente como producto de comercio ilegal, dejando como daño colateral un reguero de muerte, violencia y destrucción.
Con la extradición bajó temporalmente el paso de la droga por el territorio hondureño, y también bajó la circulación de los narco-dólares por nuestras aldeas, barrios y colonias. El principal impacto de la extradición es el vacío económico en el país. Según informe del Banco Mundial por Centroamérica pasaban 560 tonelada de cocaína al año, y cada kilo puesto en Honduras tenía un valor de 10,500 dólares. Un volumen de dinero que dinamizó desde las cantinas hasta los principales bancos del país.
No es de extrañar que algunas estructuras criminales de los cárteles siguen activas, haciendo compas de espera a la reconfiguración de actividad ilegal de tráfico de cocaína, para aparecer en el momento oportuno con más furia y nuevas mutaciones. Ese compas de espera, junto al vacío económico por el bajo volumen narco-dólares de la economía ilegal es el principal detonante del actual repunte de violencia.
Las bandas criminales han migrado a nuevos mercados de violencia, y han apostado por nichos económicos tradicionales como el robo de carros y motos, bandas de secuestros, bandas de sicariato y el narcomenudeo. El actual ambiente de criminalidad, tiene una relación directa con la crisis económica que vive el país, especialmente con la crisis que viven los actores de las escalas más bajas de la actividad criminal.
En la actual crisis de inseguridad y económica del país hay dos actores que siguen destacándose. El primero es el gobierno, con su fracasada estrategia de seguridad. Segundo, los empresarios de la seguridad privada, con su negocio de venta de equipo y logística al crimen organizado, y ganan vendiendo equipo y servicios de seguridad a las familias y negocios para defenderse de los criminales.
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