lunes, 18 de noviembre de 2013
Patricia Rodas: Modelo para armar
Rebelión
Por Selvin Aguilar
A Patricia Rodas la conocí cuando la nostalgia de las utopías históricas yacía tiradas en cartelones desmotivados de miradas y rancios de lluvias y de polvos. Su apellido solamente me transportaba al apellido de su padre (Modesto Rodas), cuya figura fue utilizada en el paisito para crear el movimiento más conservador en la historia de Honduras, que les siguió el circo a los estadounidenses en la década perdida de los ochenta del siglo recién pasado.
Por ese tiempo mi padre, que formaba parte de los celebradores de la palabra de Dios, un grupo equivalente a las comunidades eclesiales de Base que pululaban en los imaginarios de la Teología de la Liberación en Centroamérica, se encargó de enseñarme desde mi precoz infancia que el lugar asignado al centro siempre fue la cobardía, y que la derecha fue la mano que dirigió la clásica acumulación de las riquezas, que señaló con el dedo acusador a los mártires, que dio órdenes de crueldad en nombre de la fábrica y de la febril constancia de la máquina y, que era al fin de tantas cuentas, la silla elegida por el Dios Hebreo para sentar a sus bufones y recibir lisonjas divinas y esconder ambivalencias morales.
Nada bueno debía de tener esta tal Patricia Rodas que se metía al escenario nacional para acompañar la administración del Presidente Manuel Zelaya Rosales. Su nombramiento como Presidenta del Partido Liberal y posteriormente como Canciller estaba precedido por rumores de militancia en la izquierda nicaragüense, pero sin tener a nuestro alcance antecedente alguno que diera alguna clase de buen augurio objetivo a la esperanza siempre postergada de los excluidos en Honduras. Incluso algún amigo me comentó en son de broma: Si Patricia Rodas es comunista, el Pato Donald es Carlos Marx.
Sin embargo, con el tiempo, esta mujer tenaz se fue posicionando en el panorama nacional con una claridad ideológica que alteraba los nervios de los de la derecha, ponía en alerta las supuestas equilibradas posturas de los del centro y entusiasmaba los oídos reticentes de los movimientos de izquierda que nunca imaginaron tener un gobierno con nombre de derecha pero con ejecutorias progresistas. Era hermoso ver al Presidente Zelaya promover a cargos tan importantes a una mujer como Patricia Rodas pese a la aversión de los medios de comunicación, superestructura de la derecha hondureña cien por cien. Era igualmente hermoso ver como esta mujer en el campo de las ideas y de los debates políticos televisados metía un nocaut de maestra a los neófitos hombres de los partidos tradicionales (véase como ejemplo al actual Presidente Porfirio Lobo Sosa, Ricardo Álvarez candidato a la Presidencia por el partido nacional y otros más que se le corrieron porque no querían caer en el despeñadero) representantes por genero de que aquellos que terminaron ganando solamente en el campo de la violencia física contra las pobres mujeres desprotegidas.
Impotentes ante su articulación dialéctica, Patricia Rodas ya no tenía contendientes a su altura, y la alternativa era recurrir a un maniqueísmo sensiblero y machista propio de los corrillos de que son acusadas las mujeres. Los medios de comunicación con visión y perspectiva de “objetividad y profesionalismo” expresaban a los cinco vientos injurias cargadas de odios. Y lo que más repitieron hasta al cansancio fue que ¡Patricia Rodas era mala, malísima y superlativamente malisisisisisima! ¡Que daba malos consejos a Manuel Zelaya Rosales¡ Este elemental epíteto gramatical ganó millones en anuncios publicitarios, porque a pesar de la alta capacidad de Patricia, los grupos de poder nunca han querido aceptar la capacidad de trabajo del Presidente Zelaya, su alto nivel de estadista y su gran inteligencia estratégica atribuyéndolo a su falta de estudios Universitarios, olvidando que hombres como Michael Faraday maestro del electromagnetismo, William Herschel descubridor del planeta Urano, Gabriel García Márquez Premio Nobel de Literatura y Eduardo Galeano gran ensayista histórico-político latinoamericano jamás obtuvieron un grado universitario, y sin embargo, hicieron cambiar la historia del mundo. Hay un dicho popular que ha trascendido fronteras transcontinentales: “Lo que natura no da Salamanca no lo Presta”, pero en el caso del Presidente Zelaya, Natura no solo le dio de más sino que también en Salamanca disertó una magnifica conferencia sobre el medio ambiente. Enorme paradoja real para los detractores.
Satanizada como el ser más terrible que ha existido en la faz de la tierra, por ser parte de un gobierno que se preocupó por los asquerosos pobres, por ser artífice en San Pedro Sula de la posibilidad de la vuelta de Cuba a la Organización de Estados Americanos, y por mostrar un política agresiva en el servicio exterior, Patricia Rodas fue objeto de detención en el epicentro del Golpe de Estado en Honduras. Durante su detención fueron fuertemente atacados los embajadores de Cuba y Venezuela que la acompañaban en ese fatídico momento. Patricia fue recluida en un cuarto oscuro de la Fuerza Aérea Hondureña, vigilada por almirantes con caras de patrioterismo anquilosado, por hijos subalternos de órdenes ilegales militares; y posteriormente fue enviada inconsultamente en un avión privado, propiedad de un empresario hijo de dromedarios y aficionado a la sangre campesina, a la hermana República de México.
Ninguna persona ha sido procesada por ese delito, y la sombra satánica de Patricia Rodas aún pervive en los medios de la derecha que están alerta de sus movimientos; y en las consciencias alienadas de los incautos que repiten la lección aprendida en los radiotransmisores o en la televisión donde se fabrican mentiras y se imponen verdades a fuerza de tautologías.
Hoy Patricia Rodas milita en el partido LibRe con plena conciencia que ésta es la única alternativa para el país, y apoya hasta las últimas consecuencias el proyecto que encabeza como Candidata del Partido LibRe, Xiomara Castro de Zelaya, una mujer sencilla, humilde, intuitiva, generosa y probada en el campo de las luchas sociales y políticas en que encabezó las filas de los que pregonaban la vuelta al orden constitucional exponiendo incluso su vida, y hoy, la transformación integral de la sociedad a través de un proceso constituyente; y como coordinador Manuel Zelaya Rosales, que sin la presunción de contar en sus manos con maquetas teóricas de utopías de gabinete, transformó el país y escribió las páginas de una consciencia política impensable en el momento histórico actual.
Patricia Rodas es de la estirpe de mujeres que le dan una bofetada de siglos al patriarcalismo engendrado pulso a pulso en las células de nuestros genes culturales. Mujeres como ella y como Visitación Padilla, Clementina Suarez, Xiomara Castro de Zelaya, Arcadia Gómez, Dionisia Díaz, Yolanda Aguilar, Ninfa Munguía Ríos, Sonia Marlina Dubon, Bertha Oliva, Anarela Vélez, Karla Lara, Lucila Gamero, Xiomara Hortencia Zelaya, Mercedes Agurcia, María Trinidad del Cid, Carmelina de Moncada, Elvira de Díaz Medina, Juanita de López Pineda, Estela de Pineda Uguarte, Alma de Salgado, Pilar Salinas, Xenia Mejia, Alba Alonzo de Quezada, Blanca Ponce, Marina Zuniga, Antonia Suazo, Victoria Buchard, Wendy Ávila y Teresina Rossi, nos descifran los misterios y los arcanos de la creación en la historia y que la ternura de nuestros sueños y que la generosidad de las luchas tienen inconfundibles huellas de mujer.
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