sábado, 23 de noviembre de 2013
Partidos arraigados en el pasado
Por Víctor Manuel Ramos
Dos columnistas de muy distintas edades, pero se supone que con suficiente madurez, han hecho una pobre apología de los partidos tradicionales hondureños, una defensa a ultranza evitando ver la viga en el propio ojo para mirar, con una lente de aumento, la paja en el ajeno. Uno de ellos fue mi maestro en la Escuela de Medicina y siempre tuvo ligazón de intereses con los grupos oligárquicos del país y un cordón umbilical unido a la Embajada norteamericana. El otro, un escritor que gira en torno al mismo tema, ha sido prohijado por los grupos oligárquicos, huérfanos de algún apoyo intelectual para sus fechorías en contra de los intereses de Honduras.
Ambos están plenamente seguros de que el bipartidismo hondureño sigue teniendo plena vigencia porque eso es lo que conviene a sus convicciones obtenidas a contrapelo con las más elementales normas de la lógica, mas ciertamente con sofismas.
Dice el académico mayor que los partidos tradicionales no tienen la culpa del desastre de Honduras, como si no fueran estas organizaciones políticas las que han tenido, por más de un siglo, el control de la vida política del país. Cierto es que ambos partidos -el rojo y el azul, que es el color lo que los diferencia, pues coinciden en la ideología del saqueo de Honduras- provienen del mismo tronco oligárquico que no hizo más que organizarse en camarillas con el fin de mantener el control del país para su propio beneficio, con una alternancia de mentirijillas pues la oligarquía tiene sus peones estratégicamente situados en ambas organizaciones políticas tradicionales. Nunca han sido ideológicamente del centro. Ahí está la tiranía de Carías que mantuvo al país bajo el lema de encierro, destierro y entierro y siempre estuvo sometido a los dictados de Norteamérica que lo toleró mientras le fue útil; y qué centrismo puede alegarse para ROSUCO que quiso hacer de Honduras un protectorado yankee y que como no pudo satisfacer ese sueño alquiló el país para que la contra hiciera y deshiciera en este país, porque estos rebeldes sin causa nunca se atrevieron a ir a luchar a Nicaragua. De esos lodos son las AK 47 que ahora nos tienen mano. Responsabilidad de ROSUCO es también el régimen de terror a que nos sometió, juntamente con Gustavo Álvarez Martínez, de quien era compañero de viaje el Abogado Ramos Soto, con el saldo de muchísimos hondureños desaparecidos y asesinados. Cierto es que los partidos tradicionales se han alternado en el poder desde que los militares les permitieron retomar el control del país (no olvidar que los regímenes militares tuvieron el respaldo de los nacionalistas, golpistas por naturaleza y de liberales con corbata azul). A esto nuestros analistas llaman democracia, pero esta solo consiste en el sometimiento del pueblo hondureño, y solo existe en los tiempos electorales para regalarle a cada quien una bolsa de cemento, un almuerzo en la concentraciones, un viajecito en bus y miles de promesas falsas de maravillosa felicidad. Lo cierto es que los partidos tradicionales son los responsables de la miseria de país que tenemos, son responsables de severos errores en la conducción del país y el pueblo hondureño, cada cuatro años, no tenía alternativa para elegir, pues había solamente dos partidos que se disputaban los despojos de esta Honduras, con las mismas engañifas para el pueblo. Después de la derrota los tendremos unidos en un solo haz para oponerse a los cambios y al avance.
El otro académico, el más joven afirma que es la nueva fuerza política la que genera temor porque él cree que la nueva fuerza perderá las elecciones y que la idea de una Asamblea Nacional Constituyente crea cisma en la ciudadanía hondureña. ¿Ceguera auténtica o ceguera solapada? Porque aquí quien genera el temor, quien no ha podido con la delincuencia y tolera a los criminales de corbata que pagan los asesinatos por encargo es el gobierno nacionalista. ¿Qué responsabilidad puede tener LibRe si no ha sido nunca gobierno? ¿Por qué tendría que ser responsable de la corrupción montada y sostenida por cheles y azules?
El partido azul en nada ha avanzado en relación con las exigencias sociales de nuestros tiempos y las propuestas electorales, que para el académico menor son creíbles, se resumen en la militarización de la sociedad, en otras palabras: la desnaturalización de la democracia que se soporta en el poder civil, en el poder del pueblo y no en el de las armas.
Los liberales, por su parte, tampoco han evolucionado y los pocos intentos de algunos grupos por democratizar ese partido y por ponerlo a tono con los tiempos han fracasado. Fueron, además, junto con los azules, los protagonistas del golpe de Estado, que todo el mundo vio, pero que tampoco quieren, estos opinantes, reconocer como verdad monda y lironda.
Los liberales nos recetaron un presidente español y los cachurecos uno panameño. Hasta ahí han llegado.
Ambos columnistas están preocupados porque el pueblo, si llega a votar en contra de los partidos tradicionales, perderá la democracia, la libertad en que vive. ¡Ah! Ingenuos. De qué democracia hablan: de la del hambre, de la de la miseria, de la del latrocinio a las arcas públicas, de la de la imposibilidad de recibir servicios de salud, de la de la inseguridad, de la de la falta de trabajo, de la falta de protección a la niñez y a los mayores, de la de ausencia de una auténtica clase empresarial nacionalista, de la de ausencia de seguridad hasta en los cementerios,…. ¿Creen Uds. que el pueblo teme perder esta democracia que tanto ensalzan Uds.? ¿Tendrá temor el pueblo de Honduras de tener una nueva alternativa que le ofrece ser partícipe de decidir su propio destino? ¿Temerán, realmente, los hondureños ir a una Asamblea Nacional Constituyente para redefinir las reglas del juego político en Honduras en favor de todo el pueblo? Lo verdaderamente cierto es que los partidos tradicionales no fueron capaces de cumplir el cometido que Honduras esperaba de ellos. Han fracasado rotundamente y el pueblo ya lo entendió, por eso los repudiará en las próximas elecciones. Uds. amigos míos, compañeros columnistas, despierten a la realidad y saquen su taburete a la acera para ver pasar el féretro de estos partidos arraigados en el pasado.
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