martes, 26 de noviembre de 2013

Alta es la noche


Diario Tiempo

Elecciones 2013

El pueblo hondureño acudió ayer a las mesas electorales a depositar su voto con la esperanza de que su voluntad se constituya en nuevo gobierno, sobre una base clara e indiscutible de legitimidad.

Hasta el momento de elaborar este comentario editorial era imposible establecer, siquiera con alguna certitud, una tendencia sobre cuál partido político se alzaría con la victoria electoral, aunque sí se confirmaba la puja entre el Partido Nacional (PN) y el Partido Libertad y Refundación (LibRe), o sea la constante a lo largo de la campaña electoral.

No obstante los compromisos previos sobre el mantenimiento de un prudente lapso de espera para que los contendores se declararan victoriosos, al final, como suele suceder entre nosotros, la promesa quedó anulada por la fiebre del gane y el temor a las triquiñuelas del fraude.

Es importante destacar el volcamiento de la ciudadanía a las urnas electorales, dejando atrás una secuela de 25 años del abstencionismo ocasionado por la pérdida de confianza en los partidos tradicionales y en la autoridad electoral adosada al control partidista.

También es encomiable la forma educada, tranquila, responsable, con que los electores actuaron el día de la votación, dándose un contraste con lamentables actuaciones de la autoridad pública, siguiendo los patrones de la seguridad militarizada.

Lo que sigue, dentro de este proceso electoral, que obviamente no concluyó ayer en las mesas electorales, sino que entra, posiblemente, en su etapa más compleja -por no decir peligrosa-, es la prueba de la idoneidad, eficacia y eficiencia del Tribunal Supremo Electoral (TSE), permanentemente cuestionado y bajo sospecha.

El tema de la legitimidad de estas elecciones será, entonces, uno de los elementos básicos para la aceptación pública de los resultados, sobre todo si surgen -como es de esperar- contradicciones a la hora de realizar el recuento de la votación y el cotejo de las actas electorales en manos de los partidos con los datos oficiales del TSE.

Esas discrepancias comenzaron a surgir cuando apenas el TSE daba información preliminar en base al 25 por ciento de los datos recibidos de las mesas, y, por otra parte, los candidatos del PN y de LibRe, cada quien por su lado, se declaraban públicamente ganadores, con referencia a encuestas a boca de urna, por lo general imperfectas y engañosas.

Suponemos que, por las vísperas, tendremos una idea de cómo seguirá la “fiesta cívica” en Honduras, sin duda desde posturas fuertemente contrapuestas, teniendo en cuenta este momento histórico en que Honduras y su pueblo buscan la salida al caos, a la violencia, y se ha planteado una inédita apuesta por la transformación política, económica y social.

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